De oficio comerciante, Carlos Rojas Domínguez viajaba desde Tepatlaxco de Hidalgo, Puebla a Nayarit para vender huaraches, sin embargo, en su viaje de regreso del 4 de noviembre de 2019, nunca más volvió a casa.
Sentada en la mesa de su comedor, en una pequeña y humilde casa, mientras la lluvia se escucha caer en el techo de lámina, doña Martha Domínguez, relata a MILENIO el calvario en el que vive desde hace cuatro años y nueve meses, cuando su hijo Carlos desapareció en Tlaquepaque, Jalisco.
Toma un breve sorbo de café, no solo para calentarse en medio del frío y nublado día, sino también para pasar saliva y pronunciar sus primeras palabras mientras sus ojos se llenan de lágrimas.
“Mi corazón de madre, hasta hoy en día me dice que mi hijo está vivo, yo siento que está en situación de calle, yo no pienso que esté muerto, Mientras yo no entierre a mi hijo, para mí, él sigue vivo”, dijo.
Tras las investigaciones propias de doña Martha, ante la inacción de la Fiscalía de Jalisco, se sabe que Carlos abordó una de las unidades de los Coordinados de Nayarit, en aquel estado; en una parada que el camión hizo en la llamada nueva terminal de Tlaquepaque, Jalisco, bajó al baño y al regresar, se dio cuenta que el autobús se había ido sin él.
“Él llegó buscando el autobús a donde él viajaba y corre hacia un lado y corre hacia el otro lado y no encontró el autobús… Carlos al correr se resbala en unas escaleras que estaban móviles y se lastima en alguna parte de su cabeza, empieza a brotarle sangre, entonces estos jóvenes lo que hacen es llamar al guardia de seguridad al que vio a Carlos el primer día y segundo día y este joven llama al 911, llega la Cruz Verde, le hacen la curación a Carlos”
Y aunque Carlos permaneció dos días en inmediaciones de la terminal, cuando ella y su hermano llegaron hasta Jalisco, ya no lo encontraron, desde entonces nada saben de él.
En casa lo esperan su mamá, sus cinco hermanos y sus tres hijos de 20, 14 y 11 años de edad. Una de sus hijas, María de los Ángeles, mientras abraza con cariño una foto de Carlos que su abuelita, doña Martha, le dio como recuerdo, cuenta a MILENIO cómo ha vivido la ausencia de su padre.
“Estos años para mi han sido muy triste al no tenerlo… en mis cumpleaños él siempre que estaba me hacía algo, me compraba mi pastel, siempre estaba conmigo a pesar de que él trabajaba él siempre se preocupaba por nosotros.
"Era alegre conmigo, me enseñaba a hacer mis tareas de la primaria y prácticamente era su consentida, sí lo extraño, y que pues regrese o por lo menos que nos haga una llamada, por lo menos si está bien, si me estuviera viendo, le diría que regresara porque sus hijos lo están buscando”, explicó.
En la casa también está María Rojas, hermana de Carlos, y aunque breve, su mensaje es contundente, afirma a MILENIO que la desaparición del joven ha causado un inmenso dolor a toda la familia.
“A veces llega el momento en que ni la familia creemos que estemos en esta situación, a veces queremos pensar, que, como él siempre viajaba y él es comerciante siempre la mayoría del tiempo la pasaba en Nayarit y queremos despistar lo sucedido y pensar que está trabajando”.
Carlos desapareció cuando tenía 36 años de edad, doña Martha que se ha convertido en una madre buscadora, ha recorrido Nayarit, Durango y Jalisco, sin rastro alguno, lo único que pide es saber de él y que pueda regresar a casa.
“Yo la edad que tenga Carlos yo lo voy a seguir buscando porque para una madre todos nuestros hijos son importantes y son especiales.
"No buscamos culpables, no buscamos, quien fue o quien no, simplemente queremos saber de él, en la situación que sea, saber de él”, dice a MILENIO mientras su mirada se pierde en el horizonte y seca una lagrima de su mejilla.
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HCM