Antes y después del confinamiento; una mirada a los sitios turísticos de Puebla

Hace 14 meses, los espacios públicos y vialidades más representativas de la Angelópolis se transformaron sigilosamente hasta quedarse vacíos.

Barrio del Artista. (Andrés Lobato)
Rafael González
Puebla /

Luego de que el gobernador del estado de Puebla, Luis Miguel Barbosa Huerta, emitiera el 25 de marzo de 2020 el primer decreto para la suspensión temporal e inmediata de actividades públicas, privadas, y cierre parcial de negocios —todos los considerados como no esenciales—, los espacios públicos y vialidades más representativos de la Angelópolis se transformaron sigilosamente hasta quedarse vacíos.

Iniciando por el corazón de la ciudad de Puebla, el Paseo Bravo y el pasaje Histórico 5 de Mayo, se quedaron sin su habitual bullicio y visitantes, que a la sombra de la arbolada del primero se sentaban a descansar en sus bancas de hierro para contemplar el diseño del Templo de Nuestra Señora de Guadalupe o del Reloj del Gallito.

Paseo Bravo con actividad de familias. (Melanie Torres)

En dichos sitios desaparecieron los globos multicolores que ahí se expendían y qué decir de los emblemáticos lustradores de calzado que en dicho pasaje compartían la vendimia con los repartidores de periódicos, taquitos de canasta o los expendios de cigarros, regalos y puros.

Desoladas quedaron también la avenida 6 Oriente, y sus locales de dulces típicos; y la calle 5 de Mayo, siempre repleta de viandantes quienes entre paso y paso lo mismo pueden adquirir unos zapatos, un vestido, que una playera o un producto importado de novedad que en sus manos muestran los vendedores ambulantes, también conocidos como “toreros”, pues como estos diestros artistas de la tauromaquia tienen que sortear las embestidas de las autoridades quienes deben de impedir su labor ilegal.

Calle 6 Oriente con actividad de vendedores ambulantes. (Melanie Torres)

En dicho rúas desaparecieron también las llamativas y vistosas sombrillas o parasoles de los vendedores informales, que en una esquina y otra ofrecen desde fruta fresca picada, tamales o frituras aderezadas con salsa.

La pandemia trajo silencio, esa que se escuchaba al observar desde un rincón el tan bohemio y pintoresco Barrio del Artista.

La ausencia de ruido que por fe se mantiene en la Catedral poblana, que el confinamiento social y la contingencia sanitaria la privó de sus fieles y maravillados visitantes, quienes sorprendidos la recorrían con cámara fotográfica en mano para llevarse un pedazo de su belleza plasmada en una toma.

Pasaje Francés durante el confinamiento. (Andrés Lobato)

Afortunadamente, el manejo de la pandemia combinada con la aplicación de vacunas anticovid —también se habla de que ya adquirimos inmunidad de rebaño, se refiere al contagio cercano o superior al 70% de la población, lo que genera una inmunidad masiva— poco a poco estos y otros sitios retornan a la cotidianidad.

Las aceras del Centro Histórico y de sus sitios emblemáticos se llenan de transeúntes. La actividad económica se hace presente y con ella los gritos de los comerciantes, el ruido de los motores de los vehículos y los pasos que resuenan por el piso, alejando o acercando a la gente a su destino.

mpl

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