Río Atoyac es víctima de ecocidio y contaminación de cultivos en Puebla

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Animales de la zona han muerto por la contaminación del afluente, ocasionada por la mancha urbana, el agua con residuos químicos y tiraderos clandestinos.

Río Atoyac, víctima de ecocidio. | Andrés Lobato
Leslie Mora
Puebla /

Doña Margarita Rojano recuerda los pastizales llenos de vida, verdes y sin contaminación del río Atoyac, en Puebla, pues desde que era niña acompañaba a su abuela a los campos para alimentar a su ganado, actividad con la que se sostienen económicamente desde hace años. Pero ello quedó en el recuerdo, actualmente, la mancha urbana, el agua llena de residuos químicos y la aparición de los tiraderos clandestinos, son responsables del ecocidio de borregos, chivos y cabras que iban a comercializar.

Bajo la sombra de un árbol, es como la mujer cuida a su manada de 15 borregos que, en los últimos meses, ha incrementado la muerte de estas especies. Doña Margarita todavía no sabe la causa exacta por la ingesta, pero refirió que hay días en los que sólo comen del pasto de estos terrenos, ubicados al sur de la ciudad, y de un momento a otro caen y mueren inmediatamente.

“Ahorita están aquí comiendo el pasto, hay poco ahorita porque ya está muy seco, pero sí se han enfermado, hay veces que comen poquito, pero de repente caen y ya no sabemos qué fue. Están comiendo y caminan poco, caen y ya no se salvan”, dijo en entrevista.
Doña Margarita Rojano | Andrés Lobato

El equipo de MULTIMEDIOS Puebla se aventuró en diversos puntos de la ciudad para detectar estas problemáticas. En el primer punto, que es la 11 Sur con camino a Azumiatla, prolifera la suciedad y los contaminantes que salen a flote del agua, mismos en los que beben los borregos, cabras y chivos, de igual forma se alimentan del pasto que se encuentra en los pastizales.

Los mismos pastores han realizado acciones para parar la masacre contra su ganado, pues incluso ya no dejan que beban del agua que en su mayoría del tiempo es verde, pero puede tener tonalidades negras o moradas, esto depende de los horarios de descarga de algunas industrias de la zona.

“Ya no les dejamos que beban de esa agua, porque ya tiene aceite o líquido que les hace mal, ahora ya solo les traemos agua de garrafón para que tomen, pero luego si hay veces que nos ganan y toman de esa agua, que también los enferma, por eso ya no los dejamos que tomen de esa”, dijo la pastora.

Desde el vientre de su madre iba a los campos para cuidar a su ganado, que poco a poco fue disminuyendo por estas causas, la contaminación y también la calidad de la carne que venden.

“Yo desde que era una niña he venido a estos lugares, yo ya no conocí a mi mamá porque se murió cuando estaba chiquita, era una niña, pero me crié con mi abuelita que apenas murió de 102 años de edad, siempre los hemos dedicado a esto y vengo ahorita con mi comadre que cuida su ganado y aquí las dos lo vemos pero ya no es nada como era antes”, manifestó.

Estos campos los recuerda limpios, verdes, sin invasión de la mancha urbana, con un río más extenso y ancho, y sin las montoneras de escombro que ya se adueñaron de este espacio que poco a poco se fue rellenando.

“Sí, allá también hay, todo eso hay escombro, lo vienen a tirar aquí y se hace el polvo, pero si es todo eso que se hacen los montes de la arena, hasta allá no vamos, porque los animales no tienen qué comer allá y apenas me lastimé”, aseguró.
Atoyac | Andrés Lobato

Doña Margarita, relató que hace unos meses iba caminando como de costumbre con su ganado, al pasar encima de un bulto de tierra, su sorpresa fue lastimarse con un clavo de siete pulgadas que se enterró en su pie derecho al dar el paso.

“Al principio no supe qué hacer, ya después fui al doctor y me lo cure con sal, sábila, sal, agua caliente y me lo saque pero después fui al doctor para que me curara, porque sé era un fierro el que se me enterró”, dijo.

Del otro lado de la carretera, fue encontrando un borrego muerto, que fue el que cobró factura por los desechos que son arrojados al drenaje y que algunas empresas no pagan el tratado de este líquido que usan para un beneficio, comercializar algún producto u ofrecer un servicio.

“Luego solo caen y ya, pero qué podemos hacer, igual es pérdida, a unos no se salvan o como nos lo llevamos ya muerto, igual no lo podemos vender así, porque en muchas ocasiones se inflan, y ya no podemos sacar esa carne”, refirió.

Cultivos crecen con agua contaminada del río Atoyac

En el otro extremo de esta zona, se encuentran terrenos que son rentados para cultivo de diversas verduras como hortalizas, cebolla, lechuga, maíz, frijol y calabaza, estos crecen con el agua que proviene del río Atoyac, misma que se compone de heces fecales, químicos de las industrias, colorantes, basura, escombro, prendas y hasta calzado.

Atoyac | Andrés Lobato
“Esos terrenos los rentan para que de ahí saquen sus cosecha y la vendan, principalmente en mercados o que abastecen a recauderías de las colonias del sur, que se encuentran cerca de la zona, todo el tiempo están ocupados y generan verduras. Pero en ese mismo lugar están los animales muertos y el agua corriendo”, dijo un colono que prefirió el anonimato.

A un lado de estos terrenos se encuentran cadáveres de animales muertos, montoneras de basura, escombro y la corriente de agua verde o negra con la que se abastecen de líquido estos terrenos.

En algunos puntos ya están marcados los espacios para las descargas ilegales de los camiones que llegan por diversas entradas a estas colonias, e incluso ya tienen un parque vehicular y zonas explosivas en las que se marcan las resbaladillas de ladrillos, blocks, arena y materiales de construcción.

“Muchas de estas casas se dedican a eso, ya tienen como puntos para tirar todo el residuo o van a estos puntos y dejan los montones que le han ganado terreno al río Atoyac”, aseguró un habitante.

Comparativa del río Atoyac con 2007

Fue el 29 de marzo del 2007 que MILENIO Puebla se hizo presente en este mismo sitio, y la diferencia es gigantesca: un río más ancho, más vegetación, ganado sano y sin el terreno ganado de la mancha urbana.

Un par de fotografías del periodista Andrés Lobato, son el fiel testigo del daño que se ha causado a la tierra, en este caso al río Atoyac, que poco a poco se está convirtiendo en sólo un riachuelo ante los montones de escombro y basura que han ido tapando su cauce.

En Puebla, son cinco mil viviendas que están invadiendo terreno federal y en riesgo de derrumbe por la cercanía con el Atoyac, alta probabilidad de enfermedades y diversos factores que ponen en riesgo su salud.

Atoyac | Andrés Lobato

CHM

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