Contaminación crónica por metales pesados en agua, suelo, sedimentos y aire, persiste en las localidades asentadas a lo largo del Río Sonora, a ocho años del derrame de 40 mil metros cúbicos de lixiviados de sulfato de cobre acidulado, tras fallas en las instalaciones de la mina Buenavista del Cobre, de Grupo México, en Cananea, Sonora, concluyó la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que demandó continuar el Fideicomiso Río Sonora hasta que se logre la justicia ambiental en los ocho municipios afectados.
“En el caso de los metales, rebasa los niveles permitidos, por las normas nacionales e internacionales (...) Los metales pesados en sedimentos indican contaminación por encima de valores asociados a la geología del sitio, en los pozos de agua potable hay presencia de arsénico, hierro y fluoruros que generan acumulación en seres vivos con implicaciones negativas a la salud de las personas”, destacó María Luisa Albores, titular de la Semarnat.
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Al presentar los resultados del Dictamen Diagnóstico Ambiental del Río Sonora, Albores dijo que la Semarnat no aceptará el cierre del Fideicomiso Río Sonora, creado en 2014 con una vigencia de 12 años, para la remediación, reparación y compensación de los daños ambientales y a la salud causados por el derrame de tóxicos, que expira en 2026, ya que el agua sigue contaminada con arsénico, hierro y fluoruros.
“Nosotros, esta institución no aceptamos como cerrado dicho fideicomiso, porque no ha habido en este caso justicia ambiental y remediación ambiental en estos espacios; el día de hoy presentamos un asunto técnico, no ideológico y lo que la gente percibía a nivel de lo que pasaba en su comunidad, muchas tenían ganado, dejaron de ver cuestiones productivas a través de lo que ellos vivían económicamente”.
El dictamen, que fue realizado por el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA) y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), arrojó que las pérdidas económicas por el derrame, ascienden a 20 mil 508 millones de pesos; por lo que ni el monto pagado por la multa, ni las compensaciones entregadas por el Fideicomiso Río Sonora, cubrieron los efectos directos, indirectos y acumulativos en la población, los ecosistemas y la economía; ni los costos de monitoreo y atención de la salud y la calidad del ambiente.
Adrián Pedrozo Acuña, director General del IMTA concluyó que la causa del derrame fue un mal diseño hidrológico del sistema de Tinajas 1, por lo que “hay una responsabilidad clara de la empresa por este derrame; no fue el clima, fue un mal diseño hidrológico”; además, esaltó que la empresa minera ejerce un acaparamiento de aguas subterráneas del 59.7%, una sobreexplotación de los acuíferos en un ecosistema principalmente desértico.
“El diagnóstico de cantidad y calidad de agua nos dice que hay sobreexplotación de acuíferos subterránea por parte de esta empresa, más de 50% del volumen del agua les pertenece. La calidad del agua superficial y subterránea nos presentó una evidencia clara de contaminación en el agua hay presencia de arsénico, hierro y fluoruros y estos metales generan bioacumulación en seres vivos con implicaciones muy negativas a la salud de las personas; los sedimentos c indicaron contaminación por encima de los valores naturales, se encontró mercurio, que es geologicamente inexistente, cómo llegó a estás comunidades”.
Destacó que en el caso de los sedimentos, todos los metales que buscaron: arsénico, cadmio, cobre, manganeso, mercurio, plomo y zinc, todos están presentes en los jales mineros y en todos los casos están arriba de los valores naturales.
Metales tóxicos hasta en el aire de la iglesia
Mariana Morales Hernández, directora del INECC destacó que “para Cananea, la contaminación por metales pesados es alarmante”, el arsénico, un metal altamente tóxico que puede causar diferentes tipos de cáncer, se encontró con valores que superan la normativa nacional e internacional, ya que 79 por ciento de las muestras sobrepasan los valores permitidos y sólo el 7 por ciento cumpliría con los requisitos internacionales solicitados para suelo en áreas urbanas.
“Se puede demostrar que existe una relación entre el incremento de arsénico y de plomo en las muestras analizadas, considerando que la minería de cobre está intrínsecamente relacionada con estos elementos, los datos sugieren que el incremento de las muestras se debe a la actividad minera a cielo abierto”, indicó.
Además, dijo que a partir del monitoreo realizado de mercurio en aire, se identificó que en Cananea, durante la temporada seca, los valores de ese metal superan las recomendaciones de 300 nanogramos por metro cúbico establecidos por la EPA.
“Estos datos indican que el sitio como el hospital, el ayuntamiento o la parroquia, las concentraciones no son adecuadas para la salud de las personas”.
Explicó que el mercurio es un elemento acumulable, lo que significa que una vez que los seres vivos lo absorben, no tienen la capacidad de expulsarlo de sus organismos, y que además es biomagnificable.
En el caso de los metales tóxicos en suelo, se observó que al igual que el mercurio la concentración de estos disminuye conforme se aumenta la distancia al punto donde ocurrió el derrame; dijo que aunque el aluminio del suelo normalmente no es tóxico, sí se acidifica el suelo y pasa a formas biodisponibles para los seres vivos, por lo que se convierte en un riesgo al ecosistema, a la salud de las personas y al bienestar de las comunidades.
“Ademas de determinar la concentración de los metales tóxicos se midió la acidez de los suelos recolectados, se determinó que más del 85 por ciento de las muestras se clasificaron como suelos moderadamente ácidos y considerado que en 2014 se derramaron más de 44 millones de litros de lixiviado ácido, es importante considerar estos efectos”.
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HCM