En Oaxaca, un niño de 12 años realizó mascarillas de acetato que donó a médicos y hospitales en plena pandemia por el covid-19, esto lo realizó con sus propios ahorros.
Jorge Martínez aseguró que fue por iniciativa propia que decidió realizar los primeros equipos de protección al conocer de la peligrosidad del virus y al saber que quienes atendían a los pacientes contagiados carecían del equipo necesario para no resultar contagiados.
“Yo empecé este proyecto al que llame mascareta, y lo emprendí con mis propio ahorros, y logré elaborar unas 100 mascarillas que doné a diversos hospitales para ayudar al personal médico que atiende a los pacientes de covid-19", dijo.
"La verdad que si era muy preocupante que los médicos que combaten esta enfermedad se contagiaran y si no no son ellos quien lo va hacer, por ello trabajé para darle una herramienta de trabajo a su favor”, agregó.
Afirmó que la mascarillas que realizó, las elaboró emulando las máscaras de soldar que cubren todo el rostro, “porque un cubrebocas no lo hace y de ahí que con una impresora 3D hice los primeros modelos”.
Explicó que la impresión de la diadema toma 40 minutos y en 30 minutos más terminar el proceso.
Añadió que tras al concluir el modelado en la impresora, lija la diadema para eliminar las rebabas —antes de ensamblar completamente la mascarilla desinfecta todos los materiales—, después procede al armado y al concluir lo vuelve a desinfectar todo y lo coloca en una bolsa biodegradable para su entrega.
Antes de realizar estas máscaras, el menor trabajaba en diversos modelos de impresos 3D como juguetes y lapiceros que vendía entre sus compañeros de escuela y que le permitían tener sus propios ahorros.
Explicó que el diseño inicial lo trabajo en su computadora, trabajando en una diadema universal, que unió a una mica de cristal y a una esponja que se pueda ajustar a todo tipo de rostro.
Los primeros trabajos los entregó en los meses de marzo y abril y le sirvió para enfrentar de mejor manera la etapa de confinamiento, por que sabe que hizo algo productivo.
A casi cuatro meses de su primera mascareta, el niño se muestra satisfecho, porque considera que aportó algo nuevo a la humanidad, más cuando el modelo de acetatos que ingenio ya se ha generalizado y ya hay más personas que las están elaborando y vendiendolas para transitar hacia la nueva normalidad.
“Aporté una nueva tecnología que antes nadie aplicaba y que ahora ya ha sido lanzada a nivel comercial por otros, eso es bueno porque ayudará a que toda la gente pueda garantizar su seguridad y su salud de mejor manera”.
Jorge Martínez recordó que la activista ambiental de ocho años, Licypriya Kangujam, originaria de la India, le solicitó permiso para el uso de su diseño y replicar prototipo en su país y ya ha creado mil mascarillas de bajo costo, que ha donado a diversos hospitales para protegerse del covid-19.
ledz