A raíz de la pandemia por covid-19, los padres de familia debieron convertirse, de la noche a la mañana, en educadores de sus hijos; si bien contaron con el apoyo virtual de los maestros, la carga se centró en ellos, y no significó que otras obligaciones como el trabajo y el hogar desaparecieran.
Un año después, la mayor parte aún se preguntan: ¿lo hice bien, las calificaciones de mi hijo reflejan el trabajo que realicé? e incluso en algunos casos, cuestionan si lo hecho en esta crisis de salud se puede comparar a un sistema casi desconocido en México pero que desde hace años se aplica en Estados Unidos: el Homeschool, o la educación en casa.
La respuesta es no, y aun más, lo ocurrido en estos meses pasados no puede estar más alejado del homeschool, pero sirvió para que surgiera un interés genuino por aprender más sobre esta opción educativa e incluso, la pandemia le ganó adeptos como nunca antes.
Aunque existe en Saltillo desde mucho tiempo atrás, poco es lo que se conoce acerca de la comunidad de homeschoolers y su alcance en la sociedad; al menos serían 100 las familias integradas de manera personalizada según uno de los testimonios que recabamos, pero en el segundo caso, la apertura de un sitio virtual da cuenta de al menos 4 mil adeptos que ya están solicitando información e incluso incursionando en esta forma de aprendizaje.
Pese a que la pandemia catapultó el interés, la escuela en casa no es para todos, pues exige un nivel de compromiso con la preparación que los hijos utilizarán para enfrentar el mundo real.
“Hay algunos que dicen: me enojé con la maestra y ahora lo educo yo, pero en el camino van encontrando que este es su sistema”; dice Isabel Rocha Aguillón, quien inició el plan de Escuela en Casa hace 11 años, en el 2010, y que actualmente apoya a dos familias con sus hijos otorgándoles clases en el nivel preescolar. “Con la pandemia fue la locura, yo recibía cinco llamadas diarias, sí se disparó”.
¿En qué consiste el homeschool?
El sistema consiste en aplicar un plan educativo de acuerdo a la decisión de cada familia respecto a lo que quiere que aprenda su hijo, que no necesariamente debe ser cien por ciento académico, acoplándose también a la personalidad y el gusto del niño; lo que le hace muy personalizado.
Para acreditarlo hay diversas formas, una de ellas es el Instituto Nacional de Educación para los Adultos, y las familias pueden asumirlo como un módulo más que debe pasarse, o bien hacer una pausa para enfocarse en la certificación de los grados.
Se debe aclarar que los aspectos básicos de la educación se asumen, mediante materias, currículums o plataformas, ya que en el INEA se certifica todo el nivel escolar, como la primaria que puede hacerse desde los 10 hasta los 14 años, o la secundaria, en este último rango de edad.
Otro sistema es acudir a escuelas en Estados Unidos, donde los niños se pueden inscribir y reportar los avances a través de evidencias, ya sea con un currículum diseñado por el padre o por la propia institución, lo que es perfectamente válido en México.
Y es que existen distintas técnicas, entre ellas la de aplicar el aprendizaje en la vida diaria, desde ver televisión ó jugar, hasta asistir al supermercado o viajar en automóvil, donde se pueden aterrizar las matemáticas, biología, ciencias naturales, y toda la gama de materias.
“No dependemos de alguien que nos dé calificaciones, los padres nos hacemos cargo, tomamos el control de la educación de nuestros hijos”, dice Nataly Adriana Peña Martínez, que se decidió adherirse al modelo hace seis años.
En realidad se trata de varios esquemas según las necesidades de las familias y sus hijos: el Homeschooling parte de los intereses del niño, aunque se lleva un currículum estructurado; el Oneschooling promueve el aprendizaje libre y no lleva un currículum, pero exige que a diario se atiendan las necesidades del alumno según su interés; el Flexischooling aplica un sistema mixto de asistir a escuela pero continuar en casa lo aprendido; y el Worldschooling se aplica en familias que por cuestiones de trabajo deben viajar continuamente y aterrizan la educación de sus hijos en la experiencia de ir de un lugar a otro; pero en realidad las vertientes son tantas como familias lo apliquen.
Una de las bases es que el niño aprenda a través del uso de plataformas, de allegarse de las herramientas para aplicar su conocimiento y de crear sus propias técnicas efectivas de aprendizaje.
Es por ello que no se necesita tener un nivel académico por parte de los padres para enseñar a sus hijos y éstos pueden empezar su aprendizaje en casa a cualquier edad, siempre y cuando la decisión sea acompañada por una adecuada planeación.
También se trata de estar en constante monitoreo con los hijos, lo que no significa aplicar una evaluación, sino entender que todos los niños tienen capacidad de aprender, pero no con el mismo sistema.
Desde maternal hasta preparatoria, familias otorgan educación
Con dos hijos, Gadiel de ahora 17 años y que cursa la preparatoria en línea en el Instituto Tecnológico de Monterrey, y Suyay de casi 14 que lleva la secundaria en casa; Isabel Rocha Aguillón inició el plan hace 11 años.
“Antes de tener hijos yo veo una película que se llama Mi Novio Atómico, y en ella una familia se mete a un refugio nuclear pensando que iba a caer la bomba, se encierran por 35 años, la mamá está embarazada y educan a su hijo ahí abajo”.
De religión cristiana, Isabel empezó a escuchar testimonios de diferentes pastores de su comunidad que tenían a sus hijos en este sistema, lo que la llevó a observar las diferencias de una educación desde los padres de familia, a la tradicional escolar.
“Yo veía que los de la escuela en casa eran más sociables con los mayores, volteaban a verte a los ojos y te contestaban, y me empiezo a enamorar del Homeschool; en el colegio de mis hijos en inglés llevaban un libro hecho para los homeschooler de Estados Unidos, empiezo a conocer más de ese mundo y digo: me encanta la idea”.
Fue durante unas vacaciones que hicieron simulacros y luego de sensibilizar a sus hijos, como familia tomaron la decisión. Poco antes, ella había notado una angustia en su hijo mayor respecto a logros escolares; “me lloraba porque no le salía un trazo; entonces me ofrecieron un material que se llama carácter primero, y decido que su primera etapa sea aprender, trabajar y desarrollar el carácter, y quito todo lo demás”.
Isabel considera que lo más difícil es el inicio, ya que las críticas de familiares y vecinos no se dejaron esperar, “no estaba bien visto, fue difícil estar explicando”; pero además se topó con aplicar el sistema, porque quiso traerse una escuela a su casa, lo que no era posible.
“Lo más difícil es acoplarse a que tu mamá y tu papá son tus maestros, pero cuando ya haces tu planeación, todo fluye; ahorita ya mis hijos hacen su propia planeación, se hicieron autónomos e investigan ellos solos”.
La base en su caso han sido los deportes y aunque hace poco su hija tuvo la inquietud de acudir de manera presencial a secundaria, al saber que no podría continuar con otras actividades que son de su interés como el boxeo, desistió.
“Solamente por eso que le llaman convivencia, pero esa la tiene o en la iglesia, con sus primos o con los grupos a los que asiste”; hoy en día lleva la secundaria en una plataforma especial para Homeschoolers.
Nataly Adriana Peña Martínez, se decidió hace seis años, cuando una familiar publicó en internet el certificado de su hija al culminar su preparación; en ese entonces tenía dos hijas, una en primero de preescolar y otra que apenas empezaba a caminar.
El sistema no era algo ajeno a ella, pues fue criada en Estados Unidos donde es usual; sin embargo tuvo que tomar varias decisiones, entre ellas dejar de trabajar para poder enfocarse al cien por ciento en la educación de sus hijas.
Como maestra de inglés, impartía clases regulares en un colegio y conocía bien que las calificaciones no reflejan en realidad lo que el alumno sabe; “si el niño saca nueves y dieces, en realidad sabe mucho más que ese nueve y diez; su potencial se refleja en lo que el niño vive y los problemas que es capaz de solucionar; igual si saca cinco o seis, a lo mejor lo que tú le estás evaluando no es su fortaleza, nosotros vemos las fortalezas de nuestros hijos y nos guiamos más por sus intereses”.
Lo primero fue sensibilizar a su hija y prepararla mentalmente para lo que iba a ser su educación en casa, que aclara, no significa confinar a los hijos en cuatro paredes: “aunque también nos quedamos como los demás en la pandemia, hace poco nos reactivamos y tenemos como cuatro salidas una vez por semana: a una escuela ecuestre, tenemos un club de inglés con 15 niños ahorita, ya fuimos a un museo en grupo… hay muchas oportunidades de socializar”.
A raíz de la pandemia, familiares y vecinos empezaron a acercarse a ella para conocer más sobre el Homeschool. “Nos decían ¿esto que estoy haciendo es homeschool?, es muy pesado; y nosotros les explicábamos que no, es muy diferente”.
Ante el cúmulo de solicitudes de información, en conjunto con una amiga lanzó la página “Vida Homeschool”, que en muy poco tiempo empezó a crecer en seguidores, al grado que ahora ya se atienden dudas de personas que escriben de otros países para conocer más sobre este sistema.
Cualquiera que sea la decisión de los padres, debe ser tomada desde el niño, entender su necesidad, conocer a tu hijo y brindarle la oportunidad de conocerse; esta, es la herramienta más útil del homeschooler, y que le servirá de por vida. ¿Será ésta la opción educativa del presente en nuestra comunidad? El tiempo lo dirá.
EGO