Costa Grande, entre el impacto del huracán 'Otis' y el crimen organizado

La emergencia por el paso del ciclón en Guerrero se extiende a lo largo de 50 kilómetros desde el puerto y la zona rural de Acapulco.

Costa Grande, Guerrero (Amílcar Salazar Méndez) Diseño: Mauricio Ledesma
Guerrero /

En la región de Costa Grande, Guerrero, el huracán Otis se llevó palos y techos de lámina, y dejó a la gente sin nada. Donde la afectación fue menor, el fango empantanó casas y la arena borró los caminos; y en las zonas rurales la tormenta acabó con pangas y huertas de coco.

La emergencia por el paso del ciclón en Guerrero se extiende a lo largo de 50 kilómetros desde el puerto y la zona rural de Acapulco, hasta los límites de Coyuca de Benítez con Atoyac de Álvarez, dejando un cinturón de damnificados y abandono gubernamental sobre la carretera federal Acapulco-Zihuatanejo.

Daños tras el huracán Otis (Amílcar Salazar Méndez)

MILENIO recorrió este tramo encontrando comunidades enteras sin agua, luz o con alguna comunicación con el exterior; retenes ilegales sobre la carretera, robos y saqueos; y un peregrinar de familias bajo el rayo del sol en busca de agua, alimentos o gasolina.

Hogares destruidos y sin servicios básicos, escuelas y clínicas dañadas, embarcaciones, huertas arrasadas; los recursos, agua, despensas, gasolina no han podido llegar; y en pueblos aledaños, donde incluso no golpeó el meteoro, ya escasea la canasta básica y el combustible.

“Estamos lavando aquí los trapos para quitarles el lodo, porque no tenemos ni trapos que ponernos”, dice Gloria mientras lava su ropa interior en las laderas del río Coyuca, que arrasó con su casa de madera. Vive, o vivía, en la colonia Zumpango, en el municipio de Coyuca de Benítez, a 38 kilómetros del puerto de Acapulco.
“De milagro la andamos contando. Ni agua tenemos, solo nos queda la del río”.

Durante el paso de la tormenta, la colonia fue evacuada por marinos y militares, y el fango cubrió las casas que quedaron de pie. Su evacuación evitó una pérdida humana, pero cuando regresaron a sus casas ya les habían robado. “Teníamos una tina y un tinaco, están saqueando", denuncia Natalia, mientras barre el lodo que sale de su cocina.

¿Y el presidente municipal?, se le pregunta.

“De él no sabemos nada desde que mataron a los policías", y recuerda la emboscada de 13 agentes asesinados, entre ellos el comandante de este municipio apenas hace siete días.

Mientras que en el mercado, este fin de semana el casillero de huevo alcanzó los 150 pesos, mientras el kilo de arroz llegó a los 52 pesos.

“Y la gente que tiene dinero, acusa Pedro, habitante de esta comunidad, compra 5 ó 10 casilleros y deja sin comer al de atrás”.
La gente tiene falta de alimentos y comida (Amílcar Salazar Méndez)

El olvido se extiende hasta la localidad de Playa Azul, una comunidad de arena, también en Coyuca de Benítez. Aquí las enramadas de palma no resistieron los vientos de 250 kilómetros por hora, y la arena cubrió los caminos. Y son los mismos damnificados quienes se tuvieron que organizar ante la ausencia del estado.

“No hay agua, es lo indispensable… Aquí en un pueblo antes, hay una purificadora de agua, pero no hay garrafones, y tomamos la iniciativa con una planta de luz echamos a andar la purificadora y empezar a repartir”, confirma Marlon, quien utiliza la poca gasolina que le queda para repartirle agua a sus vecinos.
Y advierte: “Toda la gente lo que necesita es agua, víveres también, pero estamos viendo la manera de, porque no han podido llegar recursos aquí a Coyuca, todo se queda en Acapulco y lo que mandan de Acapulco a Coyuca, se lo están robando, los camiones están asaltando. Todo está feo”.

En las comunidades rurales de El Espinalillo, San Nicolás, Barrio Nuevo o Cahuatitán, las pérdidas se vieron en los cultivos, maíz, cocos y mangos: meses de cosecha perdidas.

Hacia Zihuatanejo, la última comunidad afectada e ignorada en este cinturón de damnificados, es la localidad de pescadores Colonia Vicente Guerrero, en los límites de Coyuca de Benítez y Atoyac de Álvarez.

La laguna de Mitla se comió pangas y trasmallos, bloqueó el camino hacia la laguna y dejó a la comunidad sin la pesca de robalo. Y ya en localidades más lejanas, como Técpan, la tormenta no pegó, pero ya se presenta escasez de productos básicos… y de gasolina.

“Que sí se acordaran de nosotros, porque no tenemos de donde echar mano, tiendas ya cerraron, y unos por falta de economía no alcanzamos a comprar nada”, reclama Odila, desde esta comunidad de pescadores que se quedó sin redes.
La anarquía continua en el estado de Guerrero (Amílcar Salazar Méndez)

Con dirección al puerto de Acapulco, la anarquía continua sobre las localidades del Conchero, Ejido Viejo, El Pedregoso y San Isidro, en esta última, fue instalado un retén ilegal con hombres armados. Y a un costado de la carretera, en una bodega, la gente formó una larga fila para recibir un suero, latas de atún, o arroz, sin ninguna institución gubernamental presente. “Son ‘Los de San Luis”, -según explican pobladores a MILENIO.

La ruta de la devastación de este tramo carretero concluye en Pie de la Cuesta, donde las afectaciones fueron para casas, restaurantes, posadas y balnearios. Las pérdidas hasta el momento solo son materiales, pero el reclamo es el mismo, que se apoye a la gente.

"Se necesita apoyo y no lo han dado… y dicen que ‘no pasó nada’, ¿Y esto qué es? nomás pónganse en nuestros zapatos", reclama Víctor, quien perdió su hogar y su fuente de trabajo.

RM

  • Amílcar Salazar Méndez

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