“Estamos viviendo en una letrina, conforme no morimos de tanto inhalar el agua en la mañana que vaporiza el olor fétido”, relata a MILENIO Flavio Morales, un campesino de la zona de la presa de Valsequillo, mientras mira pastar a su yegua.
Esta es su realidad, pero también la de miles de pobladores que viven a lo largo de la llamada Cuenca del Alto Atoyac que abarca 84 municipios de Puebla y Tlaxcala.
De acuerdo con un estudio del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) se ha convertido en una de las 30 regiones de emergencia sanitaria y ambiental del país, debido a su alta contaminación.
En entrevista para MILENIO, Gabriela Pérez, del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente de la Universidad Iberoamericana Puebla, afirmó que:
“Prácticamente todos los ríos de este territorio denominado Cuenca del Alto Atoyac están contaminados, particularmente los tramos que pasan por las zonas más densamente pobladas como es la capital de Puebla”.
Los especialistas señalan que la contaminación inició hace 40 años con la construcción de la autopista México-Puebla que dio paso al boom industrial y con ello cientos de descargas no reguladas.
Se estima que diariamente las empresas lanzan 146 toneladas de materia orgánica, 62.8 toneladas de sólidos suspendidos y 14 kilogramos de metales pesados a sus 400 kilómetros de longitud, señala en su página web el Sistema Operador de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado del municipio de San Martín Texmelucan.
La ambientalista Eugenia Bustos, que por años se ha dedicado a hacer conciencia sobre el daño que empresas causan a al río Atoyac y otros afluentes, afirmó que a lo largo de la cuenca “hay cloro, cromo, bólido, cianuro, todo revuelto y en cantidades que superan los índices permitidos… en donde el drenaje fluctúa acá, en donde los desechos de las empresas fluctúan acá”.
Contaminación del Atoyac causa cáncer en seres humanos
El estudio del Conahcyt revela que en el agua de la Cuenca del Alto Atoyac existen 42 elementos y compuestos tóxicos que incluyen metales pesados, arsénico, halogenados y plaguicidas, todos causantes de enfermedades como cáncer, fallas renales, daños cardíacos y hasta alteraciones en el desarrollo óseo de infantes.
“Estos metales pesados que están en el agua, pasan al suelo y del suelo pasan a la planta y de la planta pasan al herbívoro y del herbívoro pasan a la leche, en el caso de una vaca, o quesos, digamos nos estamos exponiendo a esos metales pesados a través del consumo de hortalizas que son regadas con estas aguas contaminadas, a través del consumo de la leche de vaca o de los quesos o de los productos que se elaboran de estos animales porque esos metales se bioacumulan y se pasan de un nivel trófico a otro entonces si es un peligro”, afirma Gabriela Pérez, de Ibero Puebla.
Actualmente los campesinos de la zona, como Flavio Morales, ven con tristeza cómo lo que en otros tiempos fue fuente de vida, hoy se ha convertido en prácticamente veneno para todos los seres humanos.
“Todavía hace como 30 años había unos semejantes pescadotes, y ha venido evolucionando la caída del pescado y últimamente ya ni animalillos hay en el agua, y ya no se ve nada que se mueva, hasta el ajolote, todo muere, es veneno", remata Flavio Morales.
LSC