José Rubén Valles Dorado, desde que tiene uso de razón participa en el grupo de danzantes fundado por sus padres Rubén y Teresa hace 45 años, se crió dentro del seno de una familia católica. Luego de que estuvo a punto de morir en el 2021 debido a un accidente, en este año regresa a tocar la tambora con mayor agradecimiento y fe a la Virgen de Guadalupe.
El percance vehicular ocurrió en el bulevar Ejército Mexicano, él salió proyectado de una camioneta embestida por otro vehículo más grande, debido al impacto José Rubén resultó con diferentes fracturas en cadera, columna, hombro, además de contusiones en la cabeza, “el cerebro me sangró por dentro, y la sangre me salía por los oídos y por las orillas de los ojos, me declararon muerto dos veces”.
Cuando despertó, el panorama era complicado, pues los doctores le aseguraban que no había otro remedio que amputar una pierna. Ahora, después de un año, no perdió ninguna de sus extremidades, toca la tambora, y tiene la esperanza de volver a danzar como antes lo hacía.
“Gracias a Dios nosotros somos muy bendecidos por mi padre Dios, decimos que no hay mal que por bien no venga, y ante los designios de Dios uno no puede hacer nada. Tenemos una fe muy grande”.
Su familia nunca lo abandonó, sus padres y hermanos estuvieron con él, y les reconoce el esfuerzo que hicieron para poder rescatar su pierna luego de cinco cirugías, y aunque le dijeron que nunca iba poder caminar, ahora se prepara para regresar como danzante.
Este 12 de diciembre, cuando los creyentes católicos celebran el Día de la Virgen de Guadalupe, José Rubén junto con los integrantes del grupo de Danza Guadalupano número 3 de la colonia Fidel Velázquez o conocida como Chapala, acudieron a diferentes casas para danzar a la “morenita”, pero en este año con más entusiasmo que en el pasado, como agradecimiento.
aarp