En Chihuahua, hallan a migrantes en fosa clandestina tras dos años desaparecidos

A finales de agosto de este año, la Fiscalía General del Estado de Chihuahua y la Comisión Estatal de Búsqueda de Chihuahua localizaron restos óseos de 10 personas.

Migrantes | Archivo Milenio
Ángel Hernández
México /

Hace casi dos años que Irma no sabía nada de Amador y de Emmanuel, su padre y su hermano. Salieron juntos para cuidarse el uno al otro. El 25 de septiembre de 2021, con un grupo de 10 migrantes y dos coyotes, salieron desde Chihuahua rumbo a la frontera con Estados Unidos, pero sicarios de un cártel secuestró a la mayoría de ellos, los ejecutó y enterró en una fosa clandestina.

A inicios de este mes, Irma reconoció la vestimenta y algunos artículos personales de sus familiares. Días después, pruebas genéticas confirmaron que su papá y su hermano estaban entre los restos que habían sido enterrados.

“Mi hermano tenía la ilusión de ir porque tenía su pareja y una niña, tenía la ilusión de tener su casa propia y superarse, mi papá decidió acompañarlo porque no quería dejarlo ir solo. Los dos se despidieron, iban con muchas ganas de triunfar, con la esperanza de que iban a cruzar a EU”, contó Irma en entrevista con MILENIO.

A finales de agosto de este año, la Fiscalía General del Estado de Chihuahua y la Comisión Estatal de Búsqueda de Chihuahua localizaron restos óseos de 10 personas en el predio El Mimbre, en Coyame, Chihuahua.

Según se presume en las investigaciones, encabezadas por la fiscalía estatal, la tragedia comenzó el 15 de septiembre de 2021, cuando los coyotes que contrató el grupo acordaron salir hacia Estados Unidos.

Sus familiares les perdieron la pista tras llegar a una zona de brechas cerca del municipio de Coyame del Sotol, pero todo parecía normal, pues los migrantes aseguraron que se comunicarían tiempo después. Pero no lo hicieron. Habían pagado aproximadamente 4 mil dólares cada uno, cerca de un millón de pesos en total.

La última foto que se tiene de ellos, es en total oscuridad y solo se aprecian las luces de una camioneta y algunas siluetas. Lo que ocurrió después se desprende del testimonio de un adolescente que viajaba con ellos, que actualmente es un testigo protegido.

Contó que sujetos armados bajaron al grupo lo bajaron de la camioneta, los hincaron, les ataron las manos y les taparon los ojos, pero al adolescente lo dejaron ir. Asegura que tiempo después escuchó disparos. Su historia parece cobrar sentido pues los restos óseos tienen disparos en la nuca, es decir, tiros de gracia.

“No se encontraban calcinados, no nada, se encontraron los restos, la causa de muerte aparente ha sido a causa de violencia, es decir no fue muerte natural, fueron asesinados, estamos a la espera de que se nos dé más información”, dijo en entrevista con MILENIO la coordinadora del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres de Chihuahua, Ruth Fierro. La organización actualmente representa a las madres, esposas, hijas y hermanas de los migrantes desaparecidos de Coyame.

De los 10 cuerpos que se pudieron recuperar en la fosa, 9 ya fueron confirmados como parte del grupo de migrantes de Coyame y uno más está parcialmente ya que la vestimenta corresponde a la de Elías Girón, de Chiapas, aunque aún falta una prueba genética. Para agilizar la identificación de los restos, los familiares primero identificaron la ropa y pertenencias de sus seres queridos.

“Él traía un colguije de San Juditas, claro que ya no traía la cadenita, era de hilo, pero sí estaba donde venía la imagen. Era de piel y el color que traía”, contó Rocío Martínez, esposa de Benigno Álvarez y prima de José Luis Pallares.

Griselda Piña, esposa de Javier López, dijo que “el día de la fosa no pudimos ver bien, pero al momento que nos enseñaron reconocí su ropa, y pues en caso muy específico es que mi esposo tenía una placa en su brazo derecho con 8 tornillos, el día que nos dieron las características de cada uno de los restos yo supe que era él.”

Mientras que Irma, hija de Amador y hermana de Emmaniel Aguilar, dijo que “de mi hermano reconocí la vestimenta y de mi papá también y un escapulario que utilizaba en la mano.”

La principal línea de investigación es que fueron víctimas de la disputa entre La Línea, brazo armado del Cártel de Juárez, y el Cártel de Sinaloa: “Ellos son prácticamente víctimas de la disputa por el control de la zona del tráfico de personas entre los grupos del crimen organizado que operan en la zona, fundamentalmente la Línea y Sinaloa”, dijo en conferencia de prensa el fiscal de Chihuahua, César Jáuregui.

Se presume que sicarios del Cártel de Sinaloa confundieron a los migrantes con sicarios de La Línea y los asesinaron, o consideraron que estaban invadiendo su territorio. Pero todos los migrantes tenían un solo propósito: tener una nueva oportunidad de vida en Estados Unidos: “Mi esposo tenía un taller mecánico, era cuando estaba la pandemia y le bajó mucho el trabajo. Tiene un sobrino en EU, platicó con él y le dijo que viniera unos meses”, contó Griselda Piña sobre su esposo Javier.

Roció, cuyo primo, José Luis Pallares era de hecho uno de los coyotes, recuerda que no estaba convencida de que el viaje de su esposo, Benigno, fuera seguro. Y tenía razón: “Yo renegaba, yo no quería, pero pues me convenció, me dijo que si no lo contactaba yo los contactaba él, ya contactó a mi primo y llegamos al acuerdo de cuánto cobraba, cómo pasaba, en cuánto tiempo llegaba. Se reunió un poco de dinero y se le pagó para que hiciera ese viaje. Mi primo tenía años haciendo eso, tenía experiencia porque su papá era coyote, entonces como que le heredó el negocio, desde chiquillo hacía eso.”

A pesar de la identificación plena de 9 migrantes, y parcial de uno, aún hay tres desaparecidos de los que no hay indicios: los coyotes, José Luis Pallares y Luis Carlos Islas y el migrante Daniel Villa.



HCM


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