Refugio para mujeres violentadas al tope en La Laguna; no cuentan con presupuesto

En el refugio 'Vivienda de Paz' se acompaña a mujeres que han vivido agresiones físicas, psicológicas y económicas, que prácticamente "salen huyendo de un riesgo inminente".

A las mujeres no se les deja solas cuando salen del refugio y se instrumenta un plan para continuar con acciones de seguimiento. (Manuel Guadarrama)
Gabriela Vázquez
Torreón, Coahuila /

Los refugios para mujeres víctimas de violencia extrema se convierten en el único espacio para intentar sentirse seguras, para tomar un respiro y tratar de romper con un contexto en donde la vida peligra, al igual que la integridad de sus hijos.

La Fundación 'Cambiando Vidas, Cambiando Mentes' abrió un resguardo para atender a núcleos familiares en situación de crisis, es el segundo con el que cuenta La Laguna de Coahuila, mismo que casi siempre está al límite de su capacidad.

Mientras conversamos en una cafetería, Gisela llega acelerada ante su afán de no presentarse tarde a la entrevista. Debe idear una manera para transportar a algunos menores a recibir atención pero la Fundación no tiene vehículo propio, entonces hay que pedir favores, es evidente que el sostenimiento del refugio es una tarea compleja.

Jamás ordena una bebida, su mente está atendiendo varios asuntos a la vez, siempre urgentes. Este resguardo para víctimas de violencia extrema es un reflejo de la forma en que la propia sociedad se organiza para atender esa problemática.

En el caso de Fundación Cambiando Vidas, Cambiando Mentes, solamente cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Matamoros, Coahuila, para el pago de renta del inmueble que ocupan y con el trabajo voluntario de algunos de sus colaboradores.


Sin embargo, para la alimentación y otros gastos necesarios para el sostén de las familias albergadas, se cuenta solamente con donaciones particulares y, en recurrentes ocasiones, costeados con los ingresos propios de los integrantes de la Fundación. Ahora, esperan que se abran los mecanismos que el Gobierno Federal instrumenta para que refugios accedan a financiamiento público, aunque aún el tema es muy hermético.

Abusos, agresiones, suelen ir acompañadas de consumo de drogas

El refugio llamado 'Vivienda de Paz', fue creado en junio de 2020 y en ese mismo año atendieron a 16 familias. El perfil de edad de las usuarias es diverso, aunque la mayoría refiere un historial de violencia de más de dos años, con agresiones físicas, psicológicas y económicas; en buen porcentaje acompañadas por el tenso ambiente generado por el consumo de drogas ilícitas por su pareja y, ciertamente, por el resquebrajamiento de su red de apoyo familiar lo que las deja prácticamente solas ante la extrema gravedad de los abusos que padecen día tras día.

Entre las complejidades que las víctimas presentan, es cada vez más común el uso de drogas ilícitas, lo que requiere la atención especializada en el tema, es decir, un tratamiento adicional al de la violencia.

“Muchas de ellas sufrieron abuso sexual”, reconoce Gisela. Señala que las mujeres que reciben sencillamente estarían en un peligro inminente de no llegar al refugio.

Huyendo: así es el proceso desde que llegan al refugio

Las reciben sin pertenencias, llegan huyendo, no hay tiempo de tomar ropa u objetos ni para ellas, ni para sus hijos, en condiciones emocionales muy complicadas que requieren tiempo, espacio y la actuación de un capacitado equipo multidisciplinario para abordarlas.


Junto a sus hijos, permanecerán al menos tres meses en el refugio, recibirán una atención integral que incluye asesoría jurídica, atención a su salud emocional y física, orientación de trabajo social, atención educativa para sus hijos y para ellas, capacitación en talleres que fomenten el autoempleo y otros adiestramientos para si así lo deciden, se postulen para ocupar algún empleo y entonces, con ingresos propios, retomen su vida libres de violencia.

Normalmente reciben núcleos familiares canalizados por el Centro de Justicia de las Mujeres o instancias municipales de atención a la mujer o por cuerpos de Seguridad Pública. Para su arropo, se activa un protocolo que sigue el modelo de atención de refugios de ONU Mujeres.

Su primer contacto es con el área de Trabajo Social, donde se les asignan pertenencias para su alojamiento y recorren las instalaciones, una vez que estén en condiciones pasarán a una serie de entrevistas con las diferentes áreas para que cada una de ellas desarrolle su plan de intervención.

Son las mujeres quienes luego de ser asesoradas determinan si presentan o no una denuncia por la violencia.

La llegada de las usuarias y sus familias a las instalaciones debe seguir un mecanismo de traslado seguro por el sigilo que se requiere sobre su ubicación, por protección propia las personas albergadas no conocen la dirección donde se encuentran, tienen comunicación telefónica con quienes ellas solicitan, pero mientras permanecen en el lugar deben cumplir con el protocolo establecido.

Falta de política integral y presupuesto del Gobierno Federal

Gisela es respaldada por Luz Elena, integrante también de la Fundación Cambiando Vidas, Cambiando Mentes y quien posee una sólida trayectoria en temas de género, feminismo y que ha participado en múltiples espacios de empoderamiento femenino, quien apunta que permanecer por al menos 3 meses en un refugio es caminar por un proceso de empoderamiento en el que un equipo multidisciplinario diseña un plan de intervención en donde además de atender a la mujer, se da un seguimiento de sus hijos, para que éstos continúen con su preparación académica y reciban la atención emocional que requieren.

Y en ese sentido, señala, que la contención del personal en contacto con los núcleos familiares sigue también un protocolo para atender el impacto que representa la aproximación a casos de violencia extrema, pero además, participando continuamente en talleres y capacitaciones para asegurar que se sigan los protocolos que garanticen su seguridad y la de las personas en resguardo.

Fue Luz Elena quien guió a Gisela y la acompaña en la operación del refugio, ambas coincidieron en el Centro de Justicia para la Mujer y ahí enlazaron esfuerzos para lograr la operación del inmueble, ambas sabían de la importancia de contar con este espacio de paz para mujeres y sus familias.


Luz Elena señala que para atender el grave problema de violencia hacia la mujer no hay una política integral en el país, puesto que considera que existe un Gobierno Federal competente pero con una falla enorme: no asignar presupuesto a las organizaciones ciudadanas que ya se dedicaban a atender estos temas, justo donde el Gobierno no llegaba.

Considera que "podrían establecerse mecanismos de mayor supervisión y revisión, y lograr que los gobiernos se interesen más en lo que se hace, lograr más alianzas con la misma sociedad, ya que la mayoría no saben que aquí solo existen dos refugios”.

Quizá el momento en que la alegría de ambas entrevistas regresa a la charla es cuando se les cuestiona sobre los resultados que se ganan tras el proceso de mantenerse en el refugio, coinciden que las mujeres cambian radicalmente y se nota un antes y un después.

Nunca se les deja solas a las víctimas, sobre todo si deciden volver con su agresor

Tampoco se les deja solas cuando salen, se instrumenta un plan para continuar con acciones de seguimiento. Esta Fundación ha logrado convenios con empresas privadas para ofrecer empleo a las mujeres que concluyen su proceso, se teje además una red de apoyo cercana y se vigila la forma en que sus hijos se desarrollan, es innegable que en algunos casos decidan regresar con su agresor, pero saben que pueden volver a recibir apoyo en cuanto lo decidan.

aarp

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