El cura Isaac Barajas recuerda el día en que todo terminó por joderse en Aguililla: 19 de marzo de 2019.
Ese día, cuenta el padre, se enfrentaron los “Jaliscos” y Los (Caballeros) Templarios en el río que separa Naranjo de Chila de San José de Chila, a unos cuantos metros de su iglesia.
“Después del encontronazo, empezó el desorden, la inseguridad y el tener que abandonar las rancherías".
Naranjo de Chila está enclavada en la Tierra Caliente de Michoacán. En esta comunidad serrana, ubicada en el municipio de Aguililla, nació Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
De acuerdo al cura, “en la mirada” del dirigente de la principal organización criminal de México, su hogar siempre “ha sido un lugar importante”.
“No es que esté viniendo o que tenga un ejército de su gente ahí plantado, no es eso, yo creo que quiere asegurarse que su tierra esté bien, libre de enemigos”.
El padre dice que aunque los “Jaliscos” dominaban estas tierras no se metían con los pobladores.
"Se acostumbra uno a pasar entre ellos, a mirarlos y ver que están haciendo su trabajo".
Pero cualquier paz se terminó cuando Los Viagras y Los Caballeros Templarios comenzaron a pelear la plaza.
“Estamos hablando de pura guerra, puros truenos, puro horror, entonces los pobladores tuvieron que salirse".
Dos de los pocos habitantes que quedan en San José de Chila cuentan -sin querer dar sus nombres-, que “los armados” se reunían en la entrada del pueblo, a unos metros del río, frente a la cancha de basquetbol.
“Hay veces que estaban tranquilos pero cuando había cierta sospecha de que podía venir el enemigo empezaban a levantar polvo y andaban muy nerviosos porque cuidaban, a como daba lugar, sus territorios”.
Desde entonces, recuerdan, el infierno comenzó.
“Estábamos secuestrados: aquí estaban Los Jaliscos, del otro lado Los Templarios, del otro Los Viagras, y más para allá la gente del Abuelo; entonces, estábamos rodeados”.
Los habitantes de San José de Chila recuerdan que Los Viagras asfixiaron a esta población dominada por los “contras”, pues, apostándose en barricadas, decidían quién pasaba y quién no, o cobraban para dejar pasar material de construcción o lo que sea que transportaban.
“Nos llegaron a quitar nuestra despensa”.
El padre Isaac Barajas cuenta que incluso le llegaron a disparar cuando transitaba por la carretera.
“Cuando Los Viagras se metieron hasta acá, un poco más allá del Aguaje, se subían a las montañas y de ahí nos tiraban, nos disparaban no tres balazos, a veces hasta 10, 20 balazos y uno pasaba al carretón sintiendo como que aquello era un tiro al blanco, pasábamos con mucho miedo”.
Hace un par de semanas, cuando las fuerzas federales incursionaron en la región, incluido el hogar de El Mencho, estás comunidades apartadas dejaron de ser un campo de batalla para los grupos del crimen organizado.
"El Ejército vino a liberarnos”, exclama el cura de Chila.
“Se desapareció todo el movimiento que había, totalmente, como que la tierra se comió a los armados", abunda.
Pero las huellas de esta guerra están por todos lados en la tierra del El Mencho: casas, escuelas y hasta en la iglesia hay marcas de balas de distintos calibres, hay vehículos calcinados a media calle.
La mayoría de las casas están abandonadas y saqueadas, algunas incluso marcadas con las siglas CJNG, las calles de terracería están vacías: “son héroes los que se quedaron”, dice el padre, quien pide que las fuerzas federales se queden en la región para que nunca más regrese la guerra.
"Estamos ahorita con una libertad normal, podríamos decir, extraordinaria, porque ya no podíamos ni siquiera transitar las carreteras y ahorita, ¿cuántos días nos irá a durar esa libertad?, es lo que todos nos preguntamos".
ledz