Nuevo Jericó, el pueblo abandonado de Durango

Ubicada a 27.8 kilómetros al norte de Gómez Palacio, aún en el año 2010 se contabilizaban en el pueblo sólo dos personas habitando el lugar, según estadísticas oficiales.

Ejido Nuevo Jericó, pueblo abandonado. | Roberto Amaya
Lilia Ovalle
Gómez Palacio, Durango. /

Aún en el año 2010 se contabilizaban en el pueblo Nuevo Jericó sólo dos personas en las estadísticas oficiales. Hoy queda al centro de lo que fuera esta comunidad un edificio de concreto con techo firme, que fue en el pasado una escuela, en tanto que a su alrededor resisten algunas paredes de adobe de las viviendas que se han negado a ceder ante el paso del tiempo y el peso del abandono, y en donde se resguardan algunas liebres y ardillas.

Ubicada a 27.8 kilómetros al norte de Gómez Palacio, en esta zona la vida se torna difícil y es por ello que los habitantes de otros pueblos como Estación Seis de Octubre, Providencia, Progreso o La Luz, subsisten de la producción de leche de cabra, situación que se torna complicada ante la falta de suministro de agua. Los pobladores más jóvenes salen de sus comunidades a trabajar a la ciudad como operarios en las maquiladoras.

Román Carrillo trabaja apacentando cabras en el ejido Progreso y al menos desde hace veinte años tiene su residencia en este pueblo donde le dio vida a cinco hijos. De los dos primeros ya no se ocupa, pero los tres últimos están en edad escolar y hay que trabajar muy duro para sacudirles la parsimonia con que se vive en el rancho, alejado de todos los beneficios sociales que se obtienen al vivir en Gómez Palacio, la cabecera municipal.

“Me casé y me vine para acá hace como veinte años. Tengo cinco hijos, me dedico a los animales; en veces no sale pero ahí nos la rifamos, aquí en el rancho, en el monte. Aunque hace un calorón y ahorita no sale agua, nomás en la noche, y eso poquito, pero yo la agarro en tanques, de ahí tomamos para los animales y para el quehacer”.

Román se levanta así en la madrugada a ordeñar sus chivas. Es a las cuatro y media cuando comienza sus labores. Algunos días puede retomar su descanso a las once de la mañana porque además durante la madrugada debe acopiar el agua. Con algo de suerte, sale de las tuberías durante las noches y él y su esposa se deberán poner, al igual que sus vecinos, a almacenarla.

“A mí me ayuda mi esposa, vivimos de los puros animales que son cien chivitas, hasta eso vienen aquí (los compradores) por la leche. Ahorita la están agarrando a 10 pesos el litro, ya nos la aumentaron porque antes nos la pagaban más barata, en 9 pesos, pero estuvo subiendo de 8 cincuenta a 9. Nos subieron 50 centavos, tiene poco, como unos cuatro meses que nos la pagaron en 9 y la subieron a diez. La verdad batalla uno mucho. Aquí en el ranchito de La Luz viene Coronado, que a ellos se las pagan más barata, pero a nosotros nos compra Chilchota”.

Román es optimista y disciplinado cuando se trata de los hijos. Para que su hija se vaya a la escuela debe cerciorarse de que tome el camión que sale a las siete de la mañana hacia El Vergel, pues se trata de una chica de quince años y él la lleva en la moto hasta el ejido La Luz para que llegue a la preparatoria.

“Mi hijo, el otro más chico, está en la secundaria aquí en La Luz, también lo mismo, lo llevo en la moto. Yo tengo dos grandes y uno ya está casado y ahorita uno anda trabajando, pero la más chiquita está en segundo y la lleva mi esposa. Es lo que le digo, aquí los que no tienen animales ni pa qué quedarse porque todas las muchachas deben salir para estudiar. Y las señoras salen en las motitos a llevarlas a las escuelas. De aquí el ir a Gómez se batalla porque en veces ni camiones vienen al rancho, a La Luz. En veces nos vamos hasta Pastor Rouaix, van y las llevan en las motos al Nueve o a Brittingham para que agarren un carro para Pastor Rouaix porque aquí pasan menos camiones”.

Comunidades agrícolas en crisis


El subsecretario general de Gobierno en la región Laguna, Raúl Meraz Ramírez, reconoció que la crisis que se vive en el campo lagunero hace estragos entre los habitantes. Y en cuanto a la desaparición de Nuevo Jericó, dijo, se trata de un asentamiento humano que estableció una colonia agrícola de donde la población emigró buscando nuevas oportunidades de vida.

“Con toda franqueza no se si esta comunidad haya sido ejido, a mí me parece que solo es una colonia agrícola, pero le verifico el dato. Lo que sí, es que hay una clara migración de las comunidades más pequeñas de donde la gente se traslada o se mueve a las áreas habitacionales más pobladas, lo vemos en todo el estado".

El subsecretario refirió que el municipio de Gómez Palacio tiene 108 comunidades en el área rural entre ejidos, colonias agrícolas y asentamientos. De éstas, afirmó que es muy poco el porcentaje que tiende a extinguirse, aunque reconoció que estos núcleos poblacionales dependían de la producción agrícola.

“Cuidaban o dependían de cierto territorio de agricultura y que al extinguirse la actividad prioritaria definitivamente la gente migra, se les acaba su fuente de ingresos y se traslada a otras regiones. Estamos hablando aproximadamente, yo creo que no llega ni al 3 por ciento, quizá dos o tres comunidades que tienen menos de 100 habitantes, y en los municipios aledaños igual, deben ser unas 8 ó 10 comunidades entre los municipios de Tlahualilo y Mapimí”.

Asimismo, detalló que en la región Laguna se tiene el municipio con menos población en Durango, y éste es San Pedro del Gallo que de acuerdo al último censo tiene mil 300 habitantes, y esto se explica a través de las migraciones hacia los Estados Unidos, donde los más jóvenes pasan largas temporadas y luego regresan dejando una gran derrama económica.

“Durango es un estado altamente migrante, no sólo hacia Estados Unidos sino también hacia algunas otras regiones que también, por la dificultad de la agricultura y de las condiciones económicas adversas a sus comunidades la gente decide salir a buscar oportunidades en otros lados”, acotó.

En cuanto al desabasto de agua y la falta de otros servicios básicos, Raúl Meraz dijo, que existe una crisis que se atiende porque al norte de Gómez Palacio existe un problema con un pozo de agua que abastece alrededor de 18 comunidades, por lo que ya se construye otra noria con recursos de los gobiernos estatal y municipal.

Además, existe esperanza en cuanto al proyecto de Agua Saludable, que impulsa el gobierno federal con una inversión superior a los 14 mil millones de pesos para garantizar el suministro de agua por medio siglo.

Pero sobre las otras necesidades, acotó que representan un desafío toda vez que la Federación ha recortado sus programas y presupuestos, y de contar con 38 mil millones de pesos en 2019, éste fue bajando a 28 mil millones, luego a 20 mil millones y en este año se aplicarán sólo 16 mil millones de pesos, lo que equivale a poco más de la mitad con lo que se inició en el sexenio actual.

“Como en toda el área rural de México y en todos los estados claro que hay rezago en los servicios básicos, sea el suministro de energía eléctrica que le compete al gobierno federal, el abasto de agua, de drenaje, incluso del transporte que es un tema complejo para los municipios por la falta de recursos, de los estados por la falta de recursos y por la centralización del presupuesto por parte del gobierno federal, se vuelve insuficiente para poder dotar porque las comunidades crecen y no crece así la atención en los servicios que se demandan”.

Existen explicaciones para entender esta crisis, pero vivirla en el día a día se vuelve agobiante. Román Carrillo espera que su hija en la preparatoria pueda acceder a la beca Benito Juárez. Porque la tarjeta ya la tiene, pero dijo, no le ha llegado nada. En cuanto a los servicios dice que por luz no batallan, pero el transporte sí es un problema. Y el tema de desabasto de agua es cíclico, más aún cuando se le tiene que dar de beber a un hato sediento.

“Yo le digo, tengo mis animales y batallo más, ahorita porque anda el agua del río en el canal, y yo ya ahí me arrimo por las acequias donde se tira el agua, entonces llegan y casi ya no toman casi aquí, pero en tiempo sí me estoy toda la noche para poder agarrar y llenar seis o siete tanques, lo que salga para el quehacer y para que tomen las chivas. Eso alcanza para un día y me tengo que levantar para llenar los tanques y todo eso”.

En el rancho son aproximadamente diez casas y unas veinte familias. "Los muchachos que se quedan se ponen a trabajar en lo mismo o en el establo de La Rosita, otros se van, por ejemplo, mi hijo que sigue del mayor trabaja en Penguin y ese también se va a trabajar en su moto".

dahh.

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