El grupo de Matlachines ‘Guadalupana’ número 3 de Chapala está conformado por una familia con la danza en las venas; desde los bisabuelos, los padres y ahora los hijos bailan al ritmo del tambor movidos por la Fe.
Rubén Valles y Teresa Dorado se conocieron cuando cada uno danzaba en grupos diferentes, después se unieron y hace 24 años crearon este grupo, en donde ahora también participan sus hijos, y otros familiares.
- Te recomendamos De niño fui danzante y en la UAdeC hoy recuperamos esas tradiciones: Salvador Hernández Estados
Ángel Issac Valles es hijo de la pareja fundadora, empezó a los 4 años a danzar y ahora después de más de dos décadas, es el coordinador de la agrupación. Al cuestionarlo sobre los motivos que llevan a un joven a permanecer en este tipo de expresiones principalmente religiosas, dijo: “Es la fe que nos han cimentado nuestros padres desde pequeños, es una emoción muy grande, desde que se acercan las fechas, desde que empieza el tamborero a tocar la tambora, créame que es una emoción muy fuerte, el corazón nos empieza a palpitar al mil, más que nada la fe nos mantiene aquí todavía”.
En el Día de San Judas Tadeo, no podían faltar a danzarle a uno de los santos más queridos por los creyentes católicos y en una de las casas de la colonia de donde son, desde temprano empezaron.
El sonido del tambor, en combinación con el guaje, además de los cascabeles y carrizos de las nahuillas, atraen a toda persona cercana, mientras van marcando el paso con fuerza y en cada golpeteo de su huarache de cuero en el cemento, otro sonido más estremecedor.
aarp