Desde la sierra de Guerrero, comunidad de Tetela del Río reza misa en el frente de batalla

MILENIO acompañó al padre Fili en este recorrido, quien -en entrevista- reconoce que “sí existe miedo”, pero no como pretexto para dejar a las comunidades en el abandono.

(Ilustración: Mauricio Ledesma)
Tetela del Río, Guerrero /

Aunque escuchemos los disparos, escuchemos las bombas… tengamos una manera de sentirnos acompañados en este sufrimiento, porque Jesús igual sufrió”, son las palabras de consolación que pregona el padre Fili desde el púlpito para la comunidad de Tetela del Río, que, desde marzo pasado, se convirtió en el frente de batalla de una guerra con armas largas y drones, en la sierra de Guerrero.

La grey, en su mayoría mujeres, niños y ancianos, pide por los hombres de la comunidad, quienes dejaron de pescar y sembrar para cargar un arma y realizar guardias en puestos de vigilancia, para impedir que ingresen los michoacanos, como ahora le llaman al cártel que dirigen los hermanos Johnny y José Alfredo Hurtado Olascoaga, El Pez y El Fresa.

En esta iglesia no se oficiaba misa desde mayo pasado cuando comenzaron los ataques con explosivos artesanales. Desde entonces solo se usa para guarecerse de la lluvia de plomo que cae desde los cerros, y de vez en cuando, para que un misionero escuche a la gente y ore con ellos.

Pero este martes hubo esperanza en esta localidad de Apaxtla. Volvieron a repicar las campanas para llamar misa, y desde las orillas del Balsas se pidió porque todos los actores de esta guerra alcancen el “diálogo” y pongan fin a esta “guerra de baja intensidad”, como la llama el padre Filiberto Velázquez, director del Centro de Derechos de las Víctimas Minerva Bello.

Las plegarias llegaron tras un viaje de seis horas desde Chilpancingo, por un camino de arcilla vigilado con ‘cuernos de chivo’. La caravana llevó también bolsitas de arroz, latas de atún, frijol, azúcar, avena y huevo para las familias, despensas del DIF de Guerrero gestionadas por la sociedad civil. Donaciones de la gente que se convirtieron en el primer y único apoyo que ha recibido esta comunidad.

Misa en comunidad de Tetela del Río (Foto: Amílcar Salazar Méndez)

Para llegar al poblado, el sacerdote Filiberto buscó apoyo del gobierno del Estado. Sólo le destinaron una escolta de policías, que tuvieron que esperar afuera de la comunidad en un camino bloqueado con piedras y arena. Y es que en este pueblo no son bien vistos los uniformes ni los policías estatales. Aquí todos desconfían.

MILENIO acompañó al padre Fili en este recorrido, quien -en entrevista- reconoce que “sí existe miedo”, pero no como pretexto para dejar a las comunidades en el abandono.

“La guerra, la violencia, no debe paralizarnos. A veces ponemos eso como excusa para no solidarizarnos, para seguir en la comodidad… y sabemos que hay riesgos pero pues nuestra misión, nuestro compromiso como sacerdotes, pues debe de ser ese.

“Estar ahí. El Papa Francisco lo ha dicho muchas veces: hay que estar con las ovejas y estas ovejas están sufriendo, y pues hasta aquí hay que llegar. Hay miedo… sí hay miedo pero pues estamos en el trabajo y así tiene que ser”, reconoce.
Misa en comunidad de Tetela del Río (Foto: Amílcar Salazar Méndez)

Después de las oraciones, el padre entrega de mano los víveres que trajo para las familias, que se abarrotan por un kilo de lo que sea, bajo el bochornoso calor de la sierra. La desesperación y la pobreza de la comunidad es palpable.

El sacerdote advierte de una clara falla en el modo de atacar el problema, y es que todos los días es testigo presencial del abandono gubernamental: “El Estado desde hace muchos años antes de ser Morena, ahora siendo Morena, ha estado rebasado… a niveles políticos, incluso económicos y estratégicos”.

Y subraya: “Vemos que los jóvenes no se disuaden por recibir una beca para dejar un fusil para ganarse un dinero”.

La localidad de Tetela del río y el mismo Balsas, marcan los límites del territorio de Los Tlacos con el de la Familia Michoacana, que también marca los límites entre los municipios de Apaxtla y Heliodoro Castillo, donde las organizaciones iniciaron su guerra.

Misa en comunidad de Tetela del Río (Foto: Amílcar Salazar Méndez)

“Son armas, armas de grueso calibre, son drones, son artefactos que solamente ves cuando escuchas una guerra en Irak, Afganistán, y este tipo de situaciones y ahora y que ahora las tengamos aquí en nuestros pueblos.

“Sí es para ponernos a pensar que estamos en una guerra de baja intensidad”, subraya el religioso.

Este martes se escucharon nuevas ráfagas en la sierra, y es la misma comunidad la que le pide al padre resguardarse… pero sabe que si no va él, nadie más lo hará, y confirma: “El abandono hace qué estos grupos hagan suyo este territorio y se hagan los señores”

En el municipio vecino de Heliodoro Castillo, en la comunidad de El Nuevo Caracol el Padre Fili es recibido con lágrimas que exigen una respuesta ante el abandono institucional.

“No entiendo padre… los malos llegan a Tetela del Río y de ahí se vienen, aquí a ser males aquí y nosotros no les hacemos nada padrecito, nada, nosotros ni les estamos haciendo nada sus pueblos de ellos…”, interrumpe durante la misa una de las ancianas de la comunidad, entre lágrimas.

El padre, sin una respuesta clara, le responde y trata de consolarla: “Me gustaría que todos llegaran a un acuerdo y se dejaran de esto, pero está fuera de nuestras manos”.

Misa en comunidad de Tetela del Río (Foto: Amílcar Salazar Méndez)

Para este pastor, la guerra tiene solución, pero es cuestión de voluntades y diálogo: “Hay un modelo para poder construir la paz y es el diálogo. El diálogo es la clave de que aquellos que no se entienden pueden llegar a entenderse.

“Muchas veces el conflicto es una oportunidad para llegar a acuerdos y esto es una oportunidad para que se vea verdad cuál es de fondo el problema en esta región, en esta zona, en este estado”, dice, entrega una bendición al pueblo pues su regreso a casa aún es largo, y quién sabe cuándo será el día que pueda regresar.

Hoy, desde la región se reza por la vida. Con fe y esperanza, se pide por las ovejas, porque llegue a su fin esta guerra, porque los señores, como le llaman a los capos, alcancen una tregua que deje en paz a la población y para que el gobierno voltee a ver las laderas del río, que se han convertido en un frente de batalla.

“Vamos a pedirle a Jesús que aleje a los enemigos, que aleje aquellos que hacen daño y que ilumine a las autoridades para que se pongan a querer solucionar este problema de fondo”, es la homilía.

aag


  • Amílcar Salazar Méndez

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.