Al enterarse de la noticia del colapso de la mina de arrastre Micarán de carbón, en la comunidad de Rancherías, en Muzquiz, Coahuila y que habían quedado atrapados siete trabajadores mineros, María Isabel Fava Castro, quedó paralizada en su hogar.
Históricamente, la región Carbonífera de la entidad ubicada al norte de México, a sólo unas horas de la frontera con Estados Unidos, ha sido escenario de múltiples tragedias, donde la muerte ha sido la constante. Los nombres de familiares y amigos de María Isabel han quedado inscritos en la lista de trabajadores que al paso de los años han perdido la vida en esta labor.
Los recuerdos le paralizaron por un instante. Sin embargo, Fava Castro entró en razón y comenzó a organizarse poner su granito de arena en las labores de rescate.
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¿De qué forma?
Desde el viernes de la semana pasada, el día del accidente, al darse por enterados de la tragedia, se organizó junto con su familia y amigos, para apoyar en las labores de los brigadistas de rescate, pidiendo apoyo a la comunidad para que aportaran víveres, comida, agua, lo necesario para hacer menos difícil la labor de los rescatistas en este siniestro.
Primero se asentó a las afueras de la mina ubicada en esta comunidad, con el sol cayendo a plomo, repartiendo comida, agua a los trabajadores de esta mina que fungieron como los rescatistas. Quién mejor que ellos que conocían los túneles de esta mina de carbón.
Al paso de los días, le pusieron una lona bajo la cual se protegía de los rayos del sol, y más gente se sumó donando alimentos y bebidas, y sin querer iba siendo testigo de cómo uno a uno, eran rescatados los cuerpos de los trabajadores mineros.
María Isabel vio pasar a autoridades federales, militares, Guardia Nacional, de la Fiscalía de Coahuila: “Aquí estamos esperando a que saquen el cuerpo del último héroe que queda abajo de la mina”, previamente a que fuera extraído el último trabajador que murió atrapado. Fue el pasado jueves por la noche.
“Somos personas de la comunidad, aquí estamos esperando. Se siente una tristeza, porque los mineros dan todo por sacar carbón, y son mal pagados. A veces no tienen seguro social”.
Las inclemencias del clima fue lo menos que tuvo que enfrentar en esta labor que realizó. Lamentó que algunas autoridades de gobierno hayan querido aprovecharse de su iniciativa, queriendo quitarle la comida que obtuvo con el apoyo de la comunidad, para llevarla dentro de la mina, y aparentemente entregarla a nombre del gobierno “para llevarse el crédito, no es justo”, comentó molesta.
Finalmente expuso tajante: “Le haría un llamado al presidente de la República. Que traiga nuevas fuentes de trabajo para Coahuila, para que ya se acaben tantas viudas, que ya no haya madres sin hijos o niños huérfanos. Aquí se vive del carbón, pero no es posible que haya minas clandestinas que cobren la vida de los héroes que vienen a trabajar para obtener el sustento para sus familias, para que al final queden abajo de las minas sin vida”, finalizó, para que casi la medianoche del viernes, desmontar la lona en la que por días, estuvo ofreciendo su granito de arena, en favor de los que dan la vida por otros.
EGO