Hincha de Diablos Rojos siendo un hombre de Dios

Lado B

Julio Carrillo Gaucín, párroco de la Catedral de Guadalupe de Gómez Palacio, quien asegura que su pasión, además del servicio a Dios, son los deportes.

También se identifica con el Atlas, por su juego muy alegre y dinámico. (Manuel Guadarrama)
Luis Alatorre
Gómez Palacio, Durango /

Desde pequeño le atrajeron las causas sociales y ayudar al prójimo. De no haber sido sacerdote, hubiera sido médico para ayudar y estar cerca de la gente que menos tiene.

Es Julio Carrillo Gaucín, párroco de la Catedral de Santa María de Guadalupe, vicario y actualmente con funciones de Administración de la Diócesis de Gómez Palacio, quien asegura que su pasión, además del servicio a Dios, son los deportes, particularmente el futbol y beisbol y presume al tener las playeras de sus equipos favoritos como Atlas y su mayor contradicción los Diablos Rojos en el juego de pelota.

Tiene 52 años y nació en el poblado Villa Insurgentes del municipio de Sombrerete en el estado de Zacatecas, pese a lo pequeño de su territorio y población conserva todas sus tradiciones como muchos pueblos de México.

¿Cómo recuerda su niñez?

Muy alegre, de mucho compañerismo de quienes vivían en el barrio. De niño siempre se me dio por el deporte, recuerdo que al no tener para balones hacíamos bolas con costales de yute o rafia, donde las porterías eran dos piedras en cada extremo ¡Y a darle!

¿A que equipo le va?

Desde muy joven me identifique con el Atlas, por su juego muy alegre, dinámico, muy hacia adelante. No me gusta ningún deporte donde sus jugadores vayan hacia atrás, ni tampoco un juego conservador. Me gusta el deporte que vaya hacia adelante.

¿Usted es arrojado?

Si también, me gusta echar hacia adelante mis propuestas, en la misma vida, donde lejos de estar uno atrás a ver quien se lanza, yo lo hago. Hay que lanzarse y el deporte tiene esa proyección y con aquellos por su forma de jugar y de ver el deporte es como uno refleja su vida.

¿Y en beisbol?

Yo todo mi tiempo de seminario jugué beisbol. Soy beisbolista de corazón. Y en equipos nacionales desde niño le fui al Diablos Rojos de México, aunque suene a contradicción que como beisbolista le vaya a ese equipo siendo un hombre de Dios.

Ya de adulto me identifico con la liga americana con los Yankis de Nueva York y en la nacional con los Dodgers de Los Ángeles, donde además de jugarlo me encanta verlo. Además me gusta el basquetbol y desde niño he sido Lakers.

De americano le entiendo poco, no sé jugarlo. De chavalo era fan de los Delfines de Miami pero ahora de grande Potros de Indianapolis y hoy en día con la tendencia de los Patriotas de Nueva Inglaterra.

¿De no haber sido sacerdote, que profesión hubiera tomado?

Es una pregunta que siempre me hago como perspectiva. Pues yo siempre tuve el deseo de ser un buen médico y sentía una vocación alterna, pues con tanta carencia humana, de la gente muy pobre que a veces no tiene donde curarse, a donde ir a atenderse y tenía esa compasión por la gente pobre.

¿No cura el cuerpo, pero cura el alma no?

Pues sí. Ahora desde esta misión como sacerdote es otra forma de compadecerse de la gente a través de la escucha, de la orientación, del sacramento de la reconciliación. Es una vocación tan bonita que usted escucha a la gente que viene hacia uno y quizá no pueda uno solucionar su vida, pero ya el hecho de escuchar ya ayudó muchísimo.

Se dice que tenemos todos algo de músico, poeta y loco. ¿Comparte usted esto?

Sí esa es clásica. Yo de músico me identifico, aunque sólo con la escucha. Me gusta mucho la música clásica, la música mexicana. 

Toda mi vida estuve en el coro, fui barítono y fuera de las canciones de iglesia me gusta la música vernácula mexicana, me encanta escuchar las grandes bandas. Me gusta leer grandes literatos y de loco no tanto, pero sí tengo una forma de vivir dentro de un sacerdocio alegre y feliz.

¿Se hace la carnita asada?

Muy poco. La alimentación trato de cuidarla mucho porque siempre he tenido problemas de colesterol y cuido mucho de no comer las carnes rojas, aunque a mí la cocina me gusta mucho, pues de niño aprendí a cocinar, pues fuimos cinco hermanos y solamente mi mamá y aprendí a hacer la comida, lo mismo que en el seminario me lavé y me planché. Es decir, sé que hacer, cuando hay quehacer.


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