La irrupción de ‘Otis’ en la madrugada del 25 de octubre dejó al estado de Guerrero incomunicado y al país sumido en la incertidumbre. Las primeras imágenes tardaron en circular y cuando finalmente salieron a la luz, Acapulco era un depósito de cascajo y el Hotel Princess se convirtió en su bodega principal.
La costa central recibió al huracán más feroz jamás registrado en su historia. Un fenómeno de categoría 5 que arrasó desde la playa de Caleta, pasando por Puerto Marqués y hasta el Revolcadero frente a la exclusiva Zona Diamante. La pirámide de blancos acabados con glifos mayas que por décadas adornó la costa de esta última se convirtió en el primer vistazo de los daños de la tragedia.
La máscara que quedó bajo el escombro
El Princess Mundo Imperial destacó por las referencias a las culturas prehispánicas con las que Leónides Guadarrama la diseñó en 1972.
Fiel al estilo del arquitecto mexicano, la torre principal se construyó en alusión al templo de Kukulcán, en Chichén Itzá, con glifos en la parte superior que también decoraban las sus columnas de concreto. En tanto, la cúpula de cristal del recibidor permitía a los rayos del sol iluminar la Máscara de Malinaltepec plasmada en el piso del lobby principal.
Aquel mosaico — que recreaba la careta excavada hace más de un siglo (1921) en el poblado guerrerense de Malinaltepec — terminó bajo vidrios, plafones, metales y demás objetos que los vientos de Otis arrastraron hasta el recibidor. Un automóvil encima de los escombros daba fe de la furia con la que el huracán había invadido cada una de las habitaciones del resort.
El reloj marcaba las 00:25 horas cuando Otis tocó las tierras de Guerrero. Los centros de convenciones que habían llevado a cabo sus reuniones se convirtieron en refugios improvisados, pero el temor se avivaba con cada tronido, objeto caído y fuga de agua.
Horas después México dejó de saber de Acapulco, pero los videos de huéspedes mostraron la destrucción que el huracán hizo en el icónico Princess Acapulco. Los flashes de celulares rompían la penumbra casi total de los pasillos en cuyos pisos reposaban restos de plafones, paredes, colchones, vidrios y objetos metálicos.
Varias de las habitaciones sucumbieron y aquellas que resistieron terminaron como un campo de guerra. El lobby se convirtió en una bodega de cascajo y el tragaluz del cristal desapareció. Las palmeras de las zonas de albercas cayeron, los automóviles del vestíbulo resultaron dañados y huecos adornaban la fachada que antes relucía por los glifos mayas.
Generaciones se conmovieron por el daño que dejó al Princess Mundo Imperial como un cascarón: “Este hotel ya es historia”, dijo un testigo de la tragedia mientras documentaba los remanentes del ícono de Acapulco que trascendió no sólo por sus amenidades y lujos, también por los eventos, grabaciones y celebridades de los que fue parte a lo largo del tiempo.
El remanente de un ícono
“¡Ayúdame, me quieren matar!”, gritaba Lucero a Luis Miguel. “¡Pronto estarán aquí!“, insistió ante la incredulidad del joven por su llamado de auxilio. La muchacha tomó el teléfono y marcó a la policía: “Es acá, en una de las villas del Princess. No sé cuál es”.
Ése es el diálogo de una de las escenas de la novela “Fiebre de Amor” (1985) protagonizada por El Sol (Luis Miguel) y Lucero. Para ésta, los jardines, campos de golf, recámaras y albercas del Hotel Princess fueron utilizados como escenarios de la escena en que ambos personajes huían de dos asesinos.
Así como en esa ocasión, el resort de cinco estrellas se utilizó para otras filmaciones como la cinta Le Magnifique de Jean-Paul Belmondo y Jacqueline Bissett en los años 70.
Asimismo, el hotel ha sido sede de eventos deportivos y culturales como el Abierto Mexicano de Tenis, Entre Vino Mar y Tierra, y el Surf Open League. También ha albergado reuniones de grupos políticos o del mundo de los negocios, como la Convención Nacional de Banqueros.
ASG