Como si se tratara de un ‘spring breaker’, de esos que solo se quedan un fin de semana, el huracán Norma pasó por Los Cabos, espantó a los turistas y se llevó los techos de restaurantes y hoteles, para luego marcharse y seguir su trayectoria hacia el Pacífico.
Norma le arruinó la fiesta a este puerto mexicano que vive de noche, y antes de que siquiera comenzara el fin de semana ya había acabado con los paseos en yate y las fiestas de playa, dejando vacía una ciudad que cada temporada vacacional alberga hasta 50 mil turistas de todo el mundo.
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Y aunque no había temporada alta, la tormenta de este fin de semana bastó para dejarle un boquete al bolsillo de esta pequeña localidad que prefiere dólares que pesos, obligando a vinaterías, farmacias, joyerías, tiendas de autoservicio o cualquier otro establecimiento con vidrios en sus fachadas a cerrar de manera temprana.
El primer chubasco de la tarde inundó las calles del centro, de por si ya anegadas con arena, lo que mostró las primeras señales de que la tormenta sería larga, le siguió el cierre del aeropuerto y una afectación para 12 mil personas que simplemente no pudieron despegar.
Los restauranteros y antros tuvieron hasta las ocho de la noche para vender la última botella de alcohol, y expulsaron a las calles a sus comensales, lo que impulsó al turismo a buscar fiestas privadas y explotar al máximo las pulseras ‘all inclusive’ de los hoteles, que cerraron sus puertas por dentro.
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Los comercios activaron el protocolo de rutina, el de cada huracán, y colocaron costales con arena, tablas y cinta en los cristales; el turismo peregrinó en chanclas y pantalones cortos buscando la última cerveza del puerto; y las calles fueron patrulladas por municipales, estatales, ministeriales, guardias, soldados y marinos.
Huracán Norma deja saldo blanco
Aún no amanecía y ya se podían ver los estragos de Norma; las ráfagas de viento alcanzaron los 180 kilómetros por hora, suficiente para arrancar árboles, palmeras y postes que ocasionaron cortes intermitentes de luz e internet en viviendas y hoteles del municipio.
Ya en la mañana, el huracán categoría 2 en la escala Saffir-Simpson tocó tierra con sus bandas nubosas, provocando oleajes de hasta 7 metros que golpearon al poblado de Todos Santos, sin víctimas que lamentar, según confirmaron autoridades estatales.
En los Cabos, por lo menos seis albergues fueron habilitados por el municipio, como el CBTIS 256, en la colonia del sol, que convirtió sus aulas en dormitorios para darle alojamiento a 150 personas en situación de calle y adultos mayores que ahí pasaron la noche, mientras que algunos turistas ‘damnificados’ prefirieron cambiar de hotel a uno con mejores amenidades.
Después de medio día, Cabo San Lucas, quedó atrapado en el ojo del huracán, sin cantinas y sin tequila. La lluvia y el viento dieron tregua a la ciudad, y con ello, una nueva oleada de turistas salió a las calles para buscar algún lugar para comprar cerveza, otros, los menos, encendieron sus trocas y casas rodantes y se regresaron al norte.
Pero apenas hubo un par de horas de sol y por la tarde regresó la tormenta que avanzó a paso lento.
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Según trabajadores del volante, la pared del ojo es lo más peligroso, pues es cuando la tormenta arrasa con lo que había quedado de pie.
Al caer la noche del sábado, Norma ya se despedía de Los Cabos, y el mensaje de autoridades de protección civil era el mismo, a no bajar la guardia, a resguardarse y a no salir, sin razón alguna.
Ya degradado a huracán categoría 1, Norma continuó su camino y su fiesta, pero ahora hacia Sinaloa, a donde se espera que llegue este domingo.
GGA