El índice de negativa familiar para la donación de órganos en persona fallecidas ha sido de un 30%, en lo que va de ese año, en la Torre de Especialidades de la Clínica 71 del IMSS de Torreón.
Claudia Érika Padilla, coordinadora de Donación de Órganos y Tejidos, de este hospital de especialidades, enfatizó que un promedio de 14 a 20 pacientes deja de existir por “muerte encefálica”, en el periodo de un año.
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Recalcó que como estándar nacional, se tiene el 30% de índice adecuado de negativa familiar al abordaje de la misma familia.
Aseguró que el índice aceptación está por encima del 69%, pero en ocasiones la negatividad se eleva considerablemente y esto es variante.
Explicó que algunas veces no se tiene idea de las cifras tan crudas que registra el Seguro Social, con respecto a la espera de un órgano.
“Hay alrededor de 16 mil pacientes en la lista de espera en todo el país”, expuso.
Argumentó que el área de influencia de la Torre de Especialidades, es Chihuahua, Coahuila, Durango y Zacatecas, en esta clínica hay 1 mil 200 pacientes en espera de un riñón y 625 de una córnea. En la 71, el 85% de un universo promedio de 130 donadores por año, dona un riñón, el resto otros órganos o tejidos.
Dijo que se tienen donaciones multiorgánicas, tales como, corazón, hígado, riñón, hueso, córnea, entre otros, sólo en “muerte encefálica” de pacientes muy especiales que fallecieron por un traumatismo, tumor, enfermedad, etc.
En este caso, el cerebro deja de funcionar y al ser un órgano rector, en ese momento se declara la muerte, cuya acción de “muerte encefálica” está dentro de la Ley General de Salud.
Expuso que es una muerte muy específica que ocupa el 3%, del total de las defunciones de una unidad hospitalaria.
“Nosotros seguimos fomentando la donación en todo momento y estamos conscientes que sin donador no hay trasplante”, recalcó, además todos pueden ser donadores, desde los 2 a los 85 años.
¿Cuál es el proceso de convencimiento para que una familia permita la donación de órganos, cuando acaba de perder a un ser querido?
Se lleva a cabo de una entrevista familiar, con apoyo tanatológico y psicológico para la aceptación. Nosotros abordamos al paciente una vez que el médico tratante certificó la “muerte encefálica”. En ese momento que el médico ya explicó adecuadamente, que el paciente es un cadáver, que no está en un estado vegetativo ni en un coma. Se le explica que es un acto de altruismo de gratuidad, que no hay remuneración de ninguna índole, ni parte del donador, ni por parte de receptor. Todo esto es un proceso plenamente aislado y se conduce de la manera más legal y honesta posible.
¿Cómo concientizar al público en general para fomentar la donación de órganos y sobre todo que tenga una respuesta sustentable?
Tenemos estrategias para concientizar, con personal calificado en este tema tan delicado y difícil para los que alguna vez enfrentamos una crisis de este tipo. Trabajamos muy duro para fomentarlo y por eso emprendemos acciones tales como la credencialización, difusión e involucramos a pacientes trasplantados, donadores vivos, familias, miembros de organizaciones sociales, entre otras actividades. Una vez que el paciente que recibe un órgano, ya sea proveniente de una muerte encefálica o de un donador vivo.
¿Cómo cambia su estado anímico en primera instancia?
El paciente ya tuvo contacto con un equipo médico multidisciplinario dentro de la unidad donde se le atendió. Sabe que hay proceso que debe seguir al pie de la letra y sabe en qué condiciones tiene que recibir el órgano a trasplantar, ya que sea de un órgano vivo o cadavérico. La evolución del trasplante renal, que es el que más se realiza, varía mucho en las condiciones previas del paciente y normalmente en los 180 días posteriores, el paciente se reintegra a sus funciones habituales.