Ingenieros militares tuvieron un gran reto cuando se les dio la misión de construir un tren de mil 500 kilómetros que corriera a 160 kilómetros por hora, por lo que buscaron conseguir un millón 500 mil durmientes.
Así comenzó una de las iniciativas más innovadoras del Agrupamiento de ingenieros Felipe Ángeles, lograron desarrollar un durmiente monolítico e instalar una fábrica donde hoy se producen 800 durmientes cada 24 horas, específicamente para el tramo 7 de los frentes dos al frente 7 del Tren Maya que, junto con el tramo 5, que están a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), sumándose al puñado de empresas que fabrican durmientes para trenes en México.
Los ingenieros militares inventaron un concreto balístico y un durmiente -ambos ya patentados- que cumple con normativas internacionales y cuenta con certificaciones de laboratorios de infraestructura como PLUSLAB en Italia o CITIGROUP, que colabora estrechamente con la Universidad de Chicago; y a la par de los mejores del mundo, según explica a MILENIO el Capitán Orlando Gutiérrez Obeso, responsable de este Centro de Mantenimiento Militar.
Estos durmientes cuentan con un contenido nacional del 95 por ciento y fueron homologados para su uso en cualquiera de los siete tramos del Tren Maya y de la red ferroviaria nacional, tanto para mantenimiento como para nuevas líneas; “al tener nosotros un proyecto de 160 kilómetros por hora, México pasa de la noche a la mañana a temas técnicos en materia ferroviarios que no se habían visto en décadas”.
“Pasamos de esa piedra de concreto a un durmiente de alta resistencia”
En el Campo Militar Estratégico Conjunto 37-D, en Santa Lucía, Estado de México, varios miles de pilas de durmientes estribados forman una pequeña fortaleza de concreto que rodea el Centro de Mantenimiento de Material Ferroviario del Agrupamiento de ingenieros Felipe Ángeles.
MILENIO visitó esta fábrica que trabaja como un carrusel las 24 horas del día para alcanzar la meta de entregar 200 mil durmientes. Una misión nada sencilla, tomando en cuenta que todavía deben ser trasladados hasta la península. Ahí, laboran 140 civiles, entre ingenieros, técnicos, y albañiles bajo la supervisión de cinco ingenieros militares.
“Tenemos un producto terminado hecho por una mano de obra mexicana local, bajo la supervisión militar que no le pide nada a un durmiente que hubiera sido traído en Alemania, de Italia o de cualquier parte del mundo”, dice en entrevista el capitán Orlando Gutiérrez Obeso.
El proyecto nació con la invención de un concreto capaz de resistir balas de alto calibre para las construcciones militares como parte de un protocolo de investigación en el Centro de Investigación Aplicada y Desarrollo Tecnológico de Industria Militar.
Elaboración del durmiente
Para el durmiente, se contó con la colaboración de científicos del Instituto Politécnico Nacional (IPN), entre otras instituciones, y hoy es una realidad en esta fábrica militar.
Cuenta con seis cables de acero, estribos, elementos de sujeción y tiene un concreto de alto desempeño que tuvo un proceso de secado acelerado mediante vapor.
“Pasamos de esa piedra de concreto, uno de alta resistencia, a un durmiente de alta resistencia", explica el capitán.
El proceso de fabricación incluye la aplicación de una tensión superior a los 100 bares de presión en cada una de las varillas de acero, lo que provoca una elongación en el acero de baja relajación.
Este método permite que los durmientes tengan la capacidad de resistir el paso de trenes de pasajeros a velocidades de hasta 160 kilómetros por hora, o trenes de carga a 100 kilómetros por hora.
“Esta fábrica le permite al país: uno, independencia con respecto al extranjero en material ferroviario, y el otra, el desarrollo de la mano de obra local, la capacitación y la especialización”, presume.
HCM