La tecnificación de cultivos para aprovechar de mejor manera el agua y reducir el uso de fertilizantes; la captación de lluvias para permitir la recarga de mantos freáticos; y detener las descargas de contaminantes, se presentan como las principales acciones para comenzar el rescate de la cuenca del Alto Atoyac que alimenta a la presa de Valsequillo.
En los puntos anteriores coincidieron, por separado, Ernesto Mangas Ramírez, coordinador del Laboratorio de Ecología y Restauración de Sistemas Acuáticos de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), y Raciel Flores Quijano, director del Área de Química de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep), para quienes es posible el rescate de la cuenca que abarca 70 municipios, de los cuales, 22 se encuentran dentro del territorio poblano y 48 en el estado de Tlaxcala.
En el marco del Día Mundial del Agua, este 22 de marzo, ambos investigadores, coincidieron en que, si no se implementan acciones ahora, en un lapso de entre cinco y 10 años, la zona metropolitana de Puebla vivirá una crisis.
Por un lado, Ernesto Mangas Ramírez, investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas de la BUAP, recuerda que hace 45 años existían 13 acuíferos sobreexplotados; es decir, se les extrae más agua de la recargada por efectos de la lluvia. En la actualidad, la cifra se incrementó nueve veces, en Puebla sólo hay dos acuíferos sin sobreexplotar: uno cercano a la ciudad de Puebla y otro en la Sierra Negra. El primero baja un metro cada año por sobreexplotación.
El integrante del Cuerpo Académico Ecología y Toxicología Acuática de la máxima casa de estudios del estado destacó la importancia de tecnificar los cultivos para reducir la pérdida del agua y evitar su contaminación.
“Alrededor de 98 por ciento de los cultivos se riegan de manera tradicional, generando canales donde el agua se evapora o se infiltra antes de llegar directamente a la zona de cultivo. Si nosotros tecnificáramos el riego por aspersión o goteo podríamos ahorrar entre un 75 y 90 por ciento de agua usada para irrigación”, comentó.
Señaló que en la región en las áreas de cultivo del municipio de Tecamachalco que es alimentada con el agua de Valsequillo, se podrían colocar barras rompeviento con árboles, para permitir que el agua esté más tiempo en el suelo por el efecto sombra generada.
Al mismo tiempo, el investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas de la BUAP llamó a reforestar ante la pérdida de cobertura vegetal, ya que los bosques atraen la lluvia. “Casi todos los bosques del centro del estado ya no existen, sólo en algunas zonas en La Malinche y la Sierra Nevada”.
Por su parte, y Raciel Flores Quijano, director del Área de Química de la Upaep, resaltó la importancia de detener las descargas de contaminantes como primera acción para contrarrestar el problema que se presenta en la cuenca del Alto Atoyac.
“La calidad del agua que viene arrastrando el Atoyac es muy deplorable. Actualmente, el agua del Atoyac tiene un uso agrícola. Es importante detener las descargas de contaminantes para poder tener una mejor calidad del agua de los ríos que cruzan por la zona metropolitana de Puebla”, apuntó.
El investigador coincidió en la importancia de tecnificar los campos y en aprovechar el agua de la lluvia para permitir la recarga de los mantos freáticos y, al mismo tiempo, para reducir la contaminación.
“Definitivamente, estamos ante un estrés hídrico. Ante ello, se trae agua de otros municipios. Estamos en una ciudad dinámica y está creciendo la dinámica del agua. En ese sentido, es importante racionalizar el agua. El aprovechamiento del agua de lluvia y la tecnificación del campo sería fabuloso. Son dos opciones muy importantes”, apuntó.
AFM