El contar con el mejor clima del mundo le permite al municipio de Atlixco de las Flores tener un Jardín Mágico: un espacio de poco más de 8 mil metros cuadrados donde se exhiben más de mil 500 especies de plantas y flores divididas en 21 islas, donde se busca reproducir su hábitat original.
Dicho sitio, además de brindar la oportunidad de conectarse con la naturaleza y aprender sobre la biodiversidad vegetal del país y del mundo, enseña sobre el cuidado de cada una de las especies, los lugares de donde provienen y un poco de la historia sobre cómo llegaron algunas a tierras mexicanas.
En este sitio también se puede disfrutar 25 esculturas elaboradas con plantas y flores, ingeniosos diseños con los que se reproducen flamencos, mariposas, ranas, pavorreal, armadillo, cocodrilo, peces, tucán, colibrí, flores y una regadera de agua.
Otros de sus atractivos son los mini jardines de estilo francés y japonés, destinados para la celebración de eventos sociales, tales como bodas, quince años o peticiones de mano. De igual forma, se puede poner a prueba en un laberinto realizado con bambú.
Asimismo, podrá visitar la zona del orquidiario o contemplar el lago artificial, el cual es un apoyo para la reproducción de anfibios y algunos insectos, como la libélula morada, una coleóptera difícil de poder observar y cuyas tonalidades deslumbran por combinar el azul con el morado; y que algunas personas confunden con los Caballitos del Diablo.
Además de conocer de diversas especies, en el espacio se pueden adquirir nuevos y prácticos conocimientos sobre el mundo de la jardinería y cómo iniciarse en él, pues los guías e ingenieros que encabezan los recorridos ofrecen una charla pormenorizada de las características de cada una de las plantas y de sus cuidados.
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Mario Santos Juárez, integrante del equipo de jardineros y guía del sitio, revela que este proyecto suma ya cinco años de vida: “Para nosotros es fácil decir cinco años, pero en realidad ha sido mucho trabajo y esfuerzo. Sin mis compañeros no habría sido posible conseguir todo este trabajo y tampoco sin el apoyo de los socios y propietarios”.
Menciona que el sitio es hogar de más de mil 500 plantas y flores juntas, las cuales son muy difíciles de encontrar en un solo lugar.
“Divididas en veintiún islas o jardines, que están divididas por tipo de clima, que vienen siendo jardín desértico, frutales clima cálido, frutales-tropical, rosales, laberinto, jardín estilo oriental, bugambilias, jardín Atlixco y las figuras, que es lo que le llama la atención a la gente”.
Indica que las secciones también pueden referirse como de plantas desérticas, árboles frutales, área de coníferas y las orquídeas, entre otras. Por ello, el poder juntar todas estas especies en un solo sitio fue una gran labor y “difícil en la que fue necesaria la colaboración de mucha gente, desde socios hasta trabajadores, porque el plantar y traspasar no ha sido muy fácil ya que para ello algunas plantas o especies sí se han afectado porque al cambiarlas de lugar se resienten”.
Dentro de su inventario se encuentra un rosal de más de 50 años de vida, lo que se puede constatar al observar el ancho de su tallo:
“Este se consiguió con el apoyo de un ingeniero que se dedica a la recolección de plantas. Fue algo muy importante para él, porque fue muy difícil mantener este rosal por más de 50 años”.
Añade que fue el mismo ingeniero el que la trasplanta en el jardín o isla de rosales, donde se puede observar desde las típicas variedades en tonos rosas, rojas, amarillas y blancas, hasta las silvestres, rosales antiguos, miniatura, trepadoras y los rosales modernos, en los que se registran una amplia gama de colores.
Por ello, cada isla o jardín requiere una atención especial, coincidiendo solo en el riego diario si es que el clima es muy cálido, “pero si está más fresco el clima se riegan (por lo común) cada tercer día dependiendo también de su clima. En el caso de las suculentas, se riegan una vez por semana ya que mucha agua hace que se pudra la raíz y matemos la plantita”.
Otra de las secciones que debe cuidarse con atención es la de los rosales “porque son los que más plagas les entra ya que en el tiempo de lluvias les entra la cenicilla; luego les entra el chahuistle y tienden a secarse”.
Aunque se siente muy identificado con los bonsáis, asegura que todas las plantas merecen su afecto y dedicación, “porque tenemos que hacer que estén y luzcan bien para que sea la atracción de la gente”.
Recorrido por la flora de México y leyendas
El recorrido de este jardín botánico, en el que se puede ver, aproximadamente, 80 por ciento de todas las plantas que crecen en nuestro país, dura alrededor de una hora.
Durante el transitar por los senderos, el guía hace hincapié en las plantas emblemáticas de nuestro país, empezando por los magueyes y mezcales, y siguiendo por los ahuehuetes, el Árbol Nacional de nuestro país.
“Es un árbol milenario y muy respetado por nuestros ancestros (…) en él lloró Hernán Cortés luego de ser derrotado en Tenochtitlán”.
Mención especial le merece el árbol conocido como La Ceiba o Pochote, ya que es sagrado para los mayas pues representa al Inframundo:
“Para la cultura maya, cada brazo del árbol o cada rama es un distinto nivel para llegar con sus dioses. Aquel que lograra llegar a la punta del árbol o la punta más alta se encontraría con sus dioses, es lo que para nosotros significaría llegar con nuestro dios (o al cielo)”.
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Otra de las plantas en exhibición son el Ginkgo biloba, también conocido como el árbol de la vida, “ya que después del 6 de agosto de 1945, en el idílico jardín Shukkeien en la ciudad de Hiroshima, fue el único que sobrevivió y volvió a florecer. También es conocido como de la vida gracias a sus propiedades, que son destinadas a productos de belleza y también en cápsulas para la memoria”.
Santos Juárez informa que para las esculturas se requiere mucha dedicación. Todo inicia con el empalmado, que consiste en hacer la forma de la escultura con una estructura, misma que se llena de la tierra y se cubre con una malla o tela de color negra con perforaciones cocida a los extremos de la estructura con cáñamo.
Después, se efectúa el plantado, “esto es plantita por plantita en las que se considera la combinación de colores y las características de las hojas”. Estas son conocidas como plantículas, que se obtienen tras la realización de almácigos.
El último paso es la poda y el reforzamiento del empalmado para que las esculturas queden firmes y no excedan su tamaño proyectado. En el jardín Colibrí hacen un alto para contar la leyenda de esta ave, misma que tomaron en su logotipo.
“Se dice que cuando los dioses crearon las plantas, animales, agua y al ser humano se percataron que hacía falta algo o alguien que mandara los mensajes de un lugar a otro, como ya no tenían ni más maíz, ni barro para crear a otro animal encontraron una piedra de jade de color verde. Decidieron tallarla en forma de flecha y al soplar de ella es como salió el hermoso colibrí. Por eso es que cuenta con sus plumajes verdes”.
Añade: “Al bajar a la tierra el humano se percató de ello y quiso atraparlo para vestirse con sus plumajes. Los dioses se enojaron y soltaron una maldición que decía que aquel que osara atrapar, encerrar o vestirse con el plumaje del colibrí sería castigado con la muerte, es por ello que desde entonces hasta hoy no se ha visto ningún colibrí ni en la mano de un hombre ni en nuestras vestimentas ni atrapado”.
A la leyenda se complementa la creencia de que estas aves son emisoras de la gente para comunicarse con sus seres queridos: “Se dice que cuando ves uno es que estás recibiendo un mensaje de buenos deseos desde lugares muy lejanos”.
Por otra parte, da a conocer que junto al jardín está el restaurante y una paletería; y en el extremo opuesto un vivero con más de 40 mil plantas exhibidas permanentemente para su venta además de accesorios para jardín. El lugar cuenta con un estacionamiento gratuito.
El horario de atención es de 9 a 18 horas, de lunes a domingo con un costo de 50 pesos. El Jardín Mágico se localiza en el número 206 de la carretera Atlixco- Izúcar de Matamoros, colonia Ricardo Flores Magón.
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