El ataque de una jauría de perros que cobró la vida de un hombre durante la madrugada del lunes pasado en Gómez Palacio, así como a un hombre con lesiones que fue sorprendido ante la actuación de los ocho canes posteriormente, es entendible desde el momento mismo en que se considera que los animales al vivir en la calle son considerados salvajes
Así lo considera el experto en comportamiento canino, Rogerio Novelo Ojendes, director de Re Educan, quien en entrevista para MILENIO detalló que la manada actúa en función de su bienestar. Su selección es natural y con ello garantizan la supervivencia colectiva.
“Cuando se junta un grupo grande o un grupo de perros acostumbrados a que si pasa alguien en su territorio, si la persona corre, ellos consideran que se invade su territorio por lo que actúan para asegurar la seguridad de la manada y del territorio, y quien corre, se convierte en su presa”.
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El educador de perros explicó que cuando una persona se detiene e intenta hacer correr al perro tomando una piedra y amenazándolo, este simple acto funciona. Pero si el animal enfrenta a la persona y tiene a su lado a una manada, los demás podrían verlo como líder y seguirlo en el ataque.
“Si uno mordió, el otro muerde y si capturan a su presa, comienzan los problemas. El perro callejero es un perro silvestre. Se seleccionan entre ellos mismos para sobrevivir como cualquier animal silvestre, como una liebre o coyote, ellos ven y relacionan al humano con el dolor, se asustan. Esa sensibilidad al ser humano les permite alejarse de problemas pero cuando cuando un perro ya empieza a atacar al ser humano y le funciona, se piensa que hay que hacerlo para que puedan sobrevivir”.
El ataque repetido, se vuelve una conducta de sobrevivencia. Rogerio Novelo afirma que al igual que los seres humanos, el perro está dotado de tres cerebros o formas de pensamiento; el primero es el instinto, que les permite medir riesgos y evaluar conducta de sumisión o ataque para enfrentar el peligro.
El segundo considera la emoción, por el cual manifiesta miedo, alegría, hastío o incluso tristeza. Cualquier emoción humana la puede sentir el can. Y el tercero es el razonamiento. Rogerio aseveró que cierta parte del cerebro del perro razona y es por ello que aprende. socializa y encaja en el mundo.
“Por ejemplo, si me meto a un patio donde hay dos perros, si uno me ataca el otro le va a seguir. En el caso de ser cinco o diez perros, me podrán morder los pies o donde caigan, el daño que irán haciendo por volumen será muy grave y ellos están acostumbrados a comer lo que caiga. Se les activa el instinto y automáticamente se convierte a la persona en una presa”.
Otro ejemplo de dicho comportamiento es cuando la gente ve a un perro y de inmediato se activa el miedo corre. Ese simple comportamiento se traducirá en ataque porque se ha colocado en el papel de la presa.
“El perro te perseguirá por muy chiquito que esté porque tiene programado en su ADN el ser cazador y si tú corres te vuelves una presa. Si los enfrentas, el enfrentamiento se da entre dos depredadores y podrá ganar el que sea mejor cazador”.
En suma, el experto mencionó que la cuestión a evaluar sería el saber qué hicieron los hombres para ser atacados porque la respuesta de la manada obedece a una conducta natural y el que sea agresivo también es parte de su naturaleza.
EGO