En busca de sus orígenes, luego de que sus antepasados de ascendencia judía llegaron a México en donde cambiaron su identidad para integrarse en una sociedad, Juan Martínez López a la edad de 11 años comenzó a indagar quiénes eran, pues sólo sabía por sus propios padres que eran descendientes de familia hebrea.
Su familia al llegar a México, señala, perdió su esencia por entrar a un país diferente, olvidando todas las costumbres judías.
“Yo desee conocer cómo eran los judíos, porque no los conocía y por razón de mi familia, que ellos habían comentado que eran descendientes judioespañoles y por causas de desprecio, causas mayores, se habían borrado los apellidos e identidades”.
Ante el interés y la inquietud que tenía por conocer su descendencia, sus padres se pusieron en contacto con la comunidad judía de Cuernavaca a donde lo mandaron a estudiar, pues en ese momento sus papás no podían aportar más debido a que eran ajenos a las costumbres judías, pues las habían dejado tiempo atrás.
Primero fue llegar a la embajada de Israel
Llega primero a la embajada de Israel en la Ciudad de México en donde se le otorga la carta para poder estudiar, como B´nei Anusim (hijos forzados), nombre que se les da a mexicanos, alemanes, personas que son de origen judío pero que se encuentran en otros países y viven una vida judía.
“Yo viví allá como un judío ortodoxo, mi vestidura fue judía ortodoxa y estudié allí por temporadas, conozco la cultura, conozco el hebreo, algunas ramas que son parte de la integridad del pueblo hebreo como los tratados de los sabios el talmud, conozco la cábala, comienzo a vivir una vida de separación”.
Después de cierto tiempo y tras haber llevado sus estudios en la comunidad judía, regresa a Torreón con un cambio radical en su vida y en el de su familia, quienes buscaron a la comunidad judía en La Laguna en donde fueron bien recibidos y fue cambiando el estilo de vida.
“Mi familia comenzó a hacerse religiosa, hasta donde la comunidad en la que vivimos nos lo permite, pero siempre guardando o recordando, el año nuevo es rosh hashaná y tenemos comida especial del año nuevo judío, o vamos a la sinagoga a rezar por este día, ya fue cambiando el estilo de vida”.
Fue en Cuernavaca en donde conoció la lengua hebrea, los usos y costumbres en la sinagoga, así como la cábala, el talmud, guemará, alhaja, entre otras ramas.
“Llegué totalmente empapado y cuando una cosa te gusta se te pega y comenzamos aquí con las familias judías, eran pocas, muy discretas, la mayoría de ellas conservan sus apellidos hebreos, otras no, son B´nei Anusim que tuvieron que cambiar su identidad, sus antepasados”.
Médico de profesión
Ya en la comunidad judía empezó a compartir sus conocimientos, así como servir a los que lo necesitan, pues su profesión como médico también ha sido para ayudar a las personas.
“Siempre hubo una chispa por servir, en este caso de la medicina si alguien necesita y ahí estoy, siempre hubo una chispa para enseñar la Torá, la biblia hebrea desde sus raíces, su significado, su numerología”.
Sufrió de "burlas por ignorancia"
Encontrarse con su descendencia y orígenes judíos no fue fácil, pues asegura que por ignorancia fue parte de burlas y mofa en el mundo exterior, lo que consideró antisemitismo.
“Yo sabía que había un costo por adoptar una cultura de mis antepasados, que creo que por ese costo ellos prefirieron adaptarse a una sociedad no judía, les fue más fácil decir no somos judíos y nos adaptamos”.
Actualmente es maestro de hebreo, cábala, filosofía, programación neurolingüística, entre otras relacionadas con la materia eclesiástica judía.
aarp