Jesús Gerardo de la Cruz de 22 años, quien juega fútbol semi profesional, sostiene dos vidas, la suya y la de su suegro, Carlos Eloir Hinostroza de 43, a quien hace un año le donó un riñón que le fue trasplantado en la Torre de Especialidades de la Clínica 71 del IMSS de Torreón.
Para Carlos Eloir, su yerno es el ángel que Dios le mandó para que siguiera viviendo, con más entusiasmo y amor a la vida.
“No hallo cómo pagarle esta oportunidad de vida, no sé cómo hacerlo”, refirió con un nudo en la garganta.
“Al güero, lo que pida, lo que quiera”, dijo con fuerza.
El renovado Carlos Eloir, explicó con detalle el crudo proceso de su enfermedad, que lo orilló casi a renunciar a la vida.
Cuando tenía entre 21 y 22 años, fue diagnosticado con “diabetes juvenil”, por lo que sus hábitos de vida cambiarían drásticamente, pero debido a la inmadurez de su edad, este no se atendió en los próximos 10 años.
Durante ese lapso de tiempo, consumió grasas, harinas, azúcares y alcohol, al llegar a sus 32 años de edad, comenzó lentamente el deterioro que terminaría con sus riñones inservibles. A los 36 años, ya era un hombre incapacitado, no podía valerse por sí mismo y desde ese momento comenzó el terrible calvario, que lo llevaría a sufrir durante 6 años, hasta que apareció ese ángel que lo mantiene con vida y energía.
Carlos ¿La muerte sería la mejor medicina para aliviar tu enfermedad, en ese terrible momento de tu existencia?
Sí, fíjate que sí. Cansado y agotado de tantas diálisis, tantas inyecciones que lastimaban mi piel, mi cuerpo, mi alma, prefería morirme y no seguir sufriendo. Incluso le dije a mi esposa, ‘por favor ya déjame partir, ya no quiero saber nada, esto no es vida’.
¿Creíste en ese ángel que bajara del cielo y rescatara tu vida?
Sí, sí lo creí firmemente, pero reconozco que en algunos momentos de desesperación, mi fe que se quebrantaba y tenía que confiar en Dios para reforzarla. Es complicado creer lo que no ves, lo que no existe, lo que no es tangible. Yo decía, quién tendrá las agallas para donarme un riñón, o sea, que alguien se quite una parte de su vida y la regale así porque así. ¿Quién, Dios mío? Pues sí hubo alguien y ese mi yerno que sin pedírselo, me lo donó.
¿Le creíste que en verdad te lo donaría?
Mira, la verdad, sí lo creí y desesperado le tomé la palabra, que por cierto cumplió hasta que tuve uno de sus riñones en mi cuerpo. Sin duda, Dios sí existe, él me envió a su ángel y tuvo misericordia de mí, ahora mi perspectiva de vida es muy diferente y sobre todo mi amplia. No hay nada más valioso que la vida.
¿Amas a tu yerno y cuánto lo amas?
Claro que lo amo y lo amo como la vida misma. Fíjate que tanto no me ama él a mí, que me ofreció una parte de él y fue para mí. No tengo palabras para expresar mi agradecimiento.
¿Crees que uno de los riñones de Jesús Gerardo, estaba destinado para ti o todo esto es producto de la casualidad?
Sí, ya estaba destinado para mí, no creo en las casualidades. Lo que sí creo que es un joven valiente, de mucha calidad moral y de espiritualidad. Ahora tenemos algo en común, mi nieta es hija de él. Llevamos la mezcla de genes, mi hija y él, están casados.
¿Qué guardas en tu corazón con respecto a tu yerno?
El sentimiento de un hijo y es mi hijo hasta la muerte. Él está en mí y yo estoy en él.
Carlos volvió a la vida
Tras una serie de estudios que se realizaron previamente al trasplante, se determinó que Jesús era compatible con Carlos.
Hace un año, el 24 de septiembre de 2018, Carlos Eloir y su yerno Jesús Gerardo, fueron preparados para ser intervenidos quirúrgicamente, en las instalaciones de la Torre de Especialidades del IMSS.
El primero que entró al quirófano fue Jesús, a quien le retiraron uno de los riñones. Era un órgano potable, fuerte y sobre todo joven. Carlos también ya estaba listo para recibirlo y el trasplante se efectuó.
Los médicos especialistas lo conectaron en la humanidad de Carlos, sin ninguna complicación. Como por arte de magia, el riñón del güerito, respondió con fuerza y sin problema alguno.
En cuestión de unas horas, Carlos volvió a la vida, ya que sus demás órganos se restablecieron de inmediato. A un año del trasplante, el riñón del güerito no ha sido rechazado por Carlos Eloir.
“Nadie me obligó a donarle un riñón a mi suegro”
“Fue una decisión propia, nadie me obligó a donarle un riñón a mi suegro, tampoco influyó mi mujer para hacerlo”, dijo con mucha franqueza, Jesús Gerardo de la Cruz, yerno de Carlos Eloir.
Con vista fija y convencido de sí mismo, no se arrepiente de haber tomado una de las decisiones más complicadas de su vida, desprenderse de una parte de él.
“Yo me siento muy bien y hasta juego fútbol semi profesional, tengo con qué y me gusta mucho”, enfatizó “el güerito”.
Explicó que Carlos es su suegro y en el último año de su enfermedad, posterior al trasplante, lo vio muy mal, con ganas de morirse.
Comentó que una vez, lo conmovió tanto que fue en ese momento que tomó la decisión de donarle un riñón.
Le dijo a su suegro que le donaría uno, para que se aliviara y disfrutara a su nietecita que pronto vendría en camino.
Además de tener la oportunidad de estar más tiempo con su familia, conformada por su esposa y tres hijas, una de ellas casada con Jesús.
Tres meses antes del trasplante, Jesús tuvo que someterse a unos exámenes médicos previos para saber si era compatible con su suegro.
Cuál sería la sorpresa para Carlos que su yerno sí era compatible y posible candidato a donar un riñón.
“En ningún momento dudé, yo dije se lo tengo que donar para que se alivie pronto y podamos convivir todos en familia”, expuso.
Cuando se le informó sobre la fecha del trasplante, Jesús le dijo a su abuelita que donaría un riñón para su suegro y ella estuvo de acuerdo y respeto la decisión.
Jesús reflexiona ante este evento de su vida y asegura que fue una acción de buena voluntad, altruista y quizás más adelante le desea recompensado en su alma y espíritu.