El artista urbano 'Pancholin', quien por casi una década se ha sentado en la entrada de lo que fue el Casino de La Laguna, para entretener a familias con su espectáculo de ventriloquia, ahora mantiene problemas con sus vecinos por sentir empatía con los perros que son abandonados, además de que sufre de una enfermedad, por lo que ya no puede hacerse cargo y está en busca de un hogar para ellos.
Carlos Rodríguez, vive en la colonia Quintas Los Nogales de Torreón, junto con su esposa y 16 perritos, algunos incluso de raza, ya que no cuentan con hijos propios.
“Acabo de entregar unos en adopción, pero los tiraron de nuevo y atropellaron a uno lo mataron. Han llegado vecinos a rentar las casas que están cerca de donde yo vivo y esas personas dejan abandonados a los perros".
“Yo siento feo al ver que los dejan en la calle, por eso al principio les ponía su comida y su agua afuera de la casa, pero los empecé a meter a la casa. Ahora están en la sala, en el patio, en el frente. Son 16, y una de las perras que recogí estaba embarazada. Tuvo tres cachorritos medianitos”.
Pulcro, bien vestido y peinado, Pancholin abrió las puertas de su vivienda a los animales. Ahora busca apoyo ya que los conflictos con los vecinos se han avivado y además presenta una enfermedad que mata los tejidos ante la falta de circulación sanguínea o por una infección.
“Nomás somos mi esposa y yo, es lo bueno, y a los dos nos gusta esa labor. No es que yo quiera deshacerme de ellos sino que estoy enfermo y yo ya no puedo mantenerlos. De hecho lo que saco de aquí (de su espectáculo), es para ellos y para nosotros".
“Tengo mal el pie, tengo gangrena y ya no puedo con esto porque la vista también ya la estoy perdiendo. No tengo seguro y ya hace tiempo que me diagnosticaron la enfermedad. Aquí voy para nueve años. Batallo mucho con mi estómago, pero de mi enfermedad no quiero decir nada para que no se oiga como que estoy lucrando con eso, no. Trato de salir adelante y de estar al cien”.
Las quejas de sus vecinos son porque se escuchan muchos ladridos, en tanto que él se siente ya muy cansado como para mantenerse en confrontación con ellos, pues asegura que incluso han matado a algún perro cuando salen sin que se dé cuenta.
Refirió que una joven que estudia derecho lo amenazó y le dijo que un catedrático sugirió ya una demanda. Ella, sin tener contexto de la situación que el artista vive, subió a sus redes sociales una denuncia pública.
Debido a esto, Pancholin llamó a una asociación civil para pedir ayuda pero lo único que le ofrecieron fue un hospedaje con costo.
“No quiero problemas pero nadie ayuda. Llamé a una asociación protectora de perros y sentí feo porque pedí que me tendieran la mano y me dijeron que me cobran mil pesos por cada perro y un bulto de croquetas por cada uno, y yo no puedo porque es como si fuera una pensión de 16 perros".
“Nunca he tenido perros míos, son todos de la calle y todavía se me hace difícil porque volvieron a tirar a los perros que yo di en adopción y fui a recuperarlos. A ninguno lo tengo malo, todos están sanos… fíjese (muestra en su celular), a ese perrito le cortaron la pierna hace poco porque la traía mal, tiene nomás tres patitas y me dicen mucho: ‘Es que está loco, está fregado, malo usted y todavía tendiéndole la mano a los perros.
Pero yo sé que Dios me ayuda, él bendice, no me puedo dar por mal servido porque mucha gente me ayuda sin saber la labor que hago, por el propio trabajo, yo no les digo nada”.
Entre la conversación, cada cierto tiempo asume su postura y de su muñeco hacia los niños sólo salen palabras de aliento, “ánimo, ánimoooo... qué la pasen muy bonito. Adiós... gracias, que dios la colme de bendiciones y les dé mucho más”.
Carlos Rodríguez realizó un llamado a la ciudadanía para que lo apoyen adoptando o para que puedan ayudarlo a canalizar a los perros a alguna institución sin que éstos sean sacrificados, por lo que aportó su número de celular para cualquier duda: 871 4519 436.
Cabe mencionar que al no contar con Seguro Social, debe comprar sus medicamentos con sus propios recursos, mismos a los que con cierta regularidad renuncia para costear la manutención de los perros.