Víctor Manuel Bautista Nieves y Próspero Romero Gerardo son dos jóvenes de origen nahua estudiantes del plantel 133 del Consejo Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep) ubicado en Chilapa, Guerrero, y el año que viene irán a Japón para representar a México en un concurso de robótica.
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El 27 de junio, se llevó a cabo el primer Concurso Nacional de Robótica Conalep 2019 en Cancún, Quintana Roo, que ganaron los dos jóvenes indígenas.
Viajar casi una hora para alcanzar sus sueños
Víctor Manuel Bautista Nieves tiene 18 años de edad, es el quinto de ocho hermanos y para garantizar su manutención y estudios, sus padres trabajan en el campo.
Es originario de Pochahuixco, municipio de Zitlala, y para cursar sus estudios en el Conalep 133 diariamente viaja en transporte público por 40 minutos para llegar a la cabecera municipal de Chilapa.
Actualmente cursa el sexto semestre de la carrera en Electromecánica, una vez terminada la etapa del bachillerato refiere que buscará la carrera de ingeniero en mecatrónica, que “va enfocada hacia la automatización de máquinas para el beneficio de las personas, estudiando la física, la mecánica, la electrónica y la programación”, explica.
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Cuando se le pregunta si el concurso ha propiciado un cambio en su vida, el joven señala que existe un cambio de mentalidad positivo, pues ahora tiene elementos para motivar a las personas que de su entorno con el mensaje de que también pueden lograr lo que se propongan.
“Mis padres están orgullosos, también mis amigos, padrinos, tíos…todos”, sostiene.
A partir de la difusión que se ha dado al tema en las redes sociales, Víctor Manuel tarda más tiempo en llegar de su casa hacia la estación del transporte público, que lo traslada hacia Chilapa, muchas son las personas que lo detienen para felicitarlo y darle un apretón de manos.
“Me detienen, me saludan de mano y a veces me dan un abrazo, me dicen que también quieren ir a Japón”, señaló.
Tecnología para combatir la inseguridad
Próspero Romero Gerardo también tiene 18 años, es el menor de ocho hermanos y es originario de Ixcatla, municipio de José Joaquín de Herrera, mejor conocido como Hueycantenango.
Él no viaja todos los días, su madrina llamada Erika Ruiz Dimas le permite dormir y alimentarse en su casa de Chilapa, aunque los fines de semana se traslada para ayudar en los quehaceres domésticos y en un proyecto familiar que les garantiza el sustento.
“Mis papás son campesinos, pero el fin de semana trasladamos mercancías y también ayudamos a otros comerciantes para llegar hasta Chilapa, eso nos permite sobrevivir”, refiere.
Próspero habla náhuatl, aunque reconoce que no al cien por ciento y también pasa por un momento de mucha popularidad; sus familiares, amigos y vecinos lo saludan cada que lo encuentran en las calles o en el servicio público.
De los ocho hermanos que integran su familia, es el único que ha pasado más allá de la secundaria, pero admite que la explicación es muy sencilla, hasta hace unos años en Ixcatla solamente había una escuela primaria y la mayoría de las familias no contaban con los medios para mandar a sus hijos hasta Chilapa.
Actualmente estudia la carrera de Enfermería y aunque muchos le cuestionan el acercamiento que tuvo con la robótica, el sostiene que son áreas que se pueden unificar para ayudar a las personas.
Aunque reconoce que en la zona que habita se viven momentos muy complicados de inseguridad y la descomposición social, Próspero señala que el interés de los jóvenes por la tecnología es mayor.
“La verdad es que hay mucha inquietud por conocer más sobre tecnología, hay más muchachos que tienen el sueño de superarse y tenemos que apoyarnos entre todos”, aseguró.
Próspero sostiene que pese a la violencia de otros puntos, la suya es una comunidad muy pacífica, ubicada casi en la Montaña con mil 400 metros sobre el nivel del mar, tiene más de 700 habitantes que a diferencia de otros lugares, tienen como mística apoyarse unos a otros para superarse poco a poco.
Un reto, interesar a jóvenes en tecnología
Nybia Solís Peralta, directora mdel Conalep en la entidad, explicó que el concurso realizado la semana pasada busca propiciar la vinculación de la comunidad estudiantil con el desarrollo de las nuevas tecnologías.
Detalló que el planteamiento del concurso era concreto: diseñar, construir y programar un robot que pudiera localizar y extinguir, sin tocar, cuatro velas colocadas al azar dentro de un campo delineado, en un espacio determinado y en un tiempo de tres minutos.
La construcción y programación del robot se llevó 15 días de trabajo, tiempo en que los dos alumnos y su asesor, el profesor Luis Ángel Alonso sostuvieron jornadas de 10 a 12 horas continuas.
No fue la única competencia a la que Conalep-Guerrero se presentó en 2019, antes acudió al Zumbabot, en la que el plantel de Acapulco se quedó con el noveno lugar, en una relación de 24 competidores.
El profesor Luis Ángel Alonso sostiene que hace dos años que comenzó a trabajar con Víctor Manuel Bautista, aunque la robótica que trabajaron fue muy distinta a la línea que se siguió en el concurso.
“Teníamos que presentar un robot con la capacidad de evadir obstáculos y apagar incendios, que no se saliera de la línea determinada y para eso se utilizan sensores seguidores de linear, sensores en escala de grises, sensores de flama, además de motores que van a hacer el trabajo de apagar el fuego”, explica el profesor.
Una vez ganada la competencia nacional, lo que viene es comenzar a trabajar en el diseño de otro robot que sea mucho más completo, con la certeza de que en 2020 se participará a nivel internacional en Japón.
RLO