Meivi y su esposo han recorrido más de 3 mil 250 kilómetros desde que decidieron dejar atrás la vida de miseria y falta de trabajo en Venezuela.
Aferrados a su fe y con su biblia en la mano, han sorteado cada uno de los retos que implica viajar sin documentos legales; dicen que Dios los protege y guía en este camino, en búsqueda de llegar a los Estados Unidos para trabajar y mejorar su calidad de vida.
A diferencia de otros migrantes, Meivi centra su camino en el amor y bondad que Dios ha tenido para ellos desde que iniciaron este viacrucis.
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece y creemos en ese ser maravilloso que es nuestro creador, nuestro padre verdad, que nos ha venido trayendo desde donde nosotros venimos y donde estemos, porque él es omnipresente”.
Sin más pertenencias que un par de mochilas y algunas cobijas que ocupan como tapetes para dormir donde les llegue la noche, Meivi aprovecha cualquier espacio para instalar su pequeño campamento; su pareja se encarga de pedir ayuda en algunos cruceros, donde ofrece la venta de “chupetas”.
Ellos se encuentran en el Istmo de Tehuantepec, esperan continuar juntando dinero, para que sea el próximo viernes cuando continúen su camino, que ante la falta de posibilidad de viajar en autobús, lo harán de municipio en municipio, lo que representa más gastos y más retraso para llegar a la Ciudad de México, donde esperan obtener la cita de la CBP-One
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