"No creíamos lo que estaba sucediendo porque hubo disparos, hubo muchos disparos", narró Castillo, el secuestro de más de 30 migrantes en la frontera de Tamaulipas a manos de hombres armados, enmascarados y vestidos con ropa militar quienes irrumpieron en el autobús y exigieron a los pasajeros que se identificaran.
El migrante hondureño Noel Castillo escuchó detonaciones poco antes de ver cómo unos camiones rodeaban el autobús, un 30 de diciembre llegando la noche.
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Poco después se lo llevaron a él y otros 31 migrantes más, seis hondureños y 26 venezolanos, todos fueron secuestrados.
Esta es la primera información compartida por las víctimas, Noel y su hermana Dilcia tras cruzar a los Estados Unidos legalmente.
Ellos relatan que huyeron de su país, Honduras durante el verano para escapar de las bandas de narcotraficantes que intentaban reclutar por la fuerza a las dos hijas de Dilcia.
Durante meses intentaron llegar al norte de México, donde planeaban esperar la cita mediante la aplicación CBP One, que les permitiría entrar legalmente al país norteamericano.
Sin embargo, al tomar un autobús Monterrey-Matamoros fueron interceptados.
De acuerdo al relatado de Castillo, el autobús pasó por dos retenes oficiales, donde dijo que él y otros migrantes fueron extorsionados por funcionarios por 500 pesos o 30 dólares por persona cada vez.
Al pasar por la ciudad de Reynosa, hombres armados rodearon el autobús.
Diversas redes delictivas controlan franjas de esta región fronteriza y suelen extorsionar y secuestrar a los inmigrantes que transitan por su territorio.
Los delincuentes se llevaron a Castillo, a su sobrina y a otros migrantes en un camión, mientras que Dilcia, su hija mayor y otros miembros del grupo fueron trasladados a otro lugar.
Dilcia no tuvo noticias de su hija menor por cuatro días. Lo único que oyó fueron las amenazas de los secuestradores: Si no pagas, no volverás a verla.
"Uno se imagina lo peor: ¿Qué le estará pasando? ¿Qué habrán hecho con ella?", recuerda. La experiencia fue "aterradora", añadió.
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Plagados de ratas, cucarachas, sin agua, ni comida pasaban los días en una estrecha casa. Mientras que, Castillo y su sobrina fueron llevados a un rancho con una casa tan abarrotada de migrantes secuestrados que a veces ni siquiera había espacio suficiente para sentarse, recuerda.
Fueron despojados de sus teléfonos, dinero en efectivo e incluso de sus zapatos.
Mientras que en su país, sus familiares recibieron una serie de llamadas en las que los secuestradores exigían miles de dólares de rescate.
La familia vendió la casa de Dilcia y reunió otros fondos para pagar unos 7,000 dólares a los secuestradores, que pidieron que el dinero se enviara a una serie de cuentas bancarias, que la familia cree que tenían su sede en Perú.
Rescatan a migrantes
El 3 de enero, los 32 migrantes fueron subidos a un autobús y abandonados en el aparcamiento de un centro comercial no lejos de la frontera, "van a venir por ustedes", fue lo único que les dijeron antes de irse, recuerda Castillo.
Tras 10 minutos, llegaron las autoridades mexicanas, que afirman que descubrieron al grupo tras una llamada anónima de emergencia al 911.
Añaden que los migrantes fueron liberados debido al gran despliegue de fuerzas de seguridad y a la consiguiente persecución.
Autoridades calificaron de "atípico" caso de migrantes debido al gran número de plagiados a la vez, aunque reconocieron que los migrantes son secuestrados habitualmente en esta parte de México.
Cuando abandonaron el rancho, decenas de otros migrantes seguían recluidos allí, dijo Castillo. Las autoridades afirman que la investigación está en curso, pero que por el momento no ha sido detenido nadie.
SJHN