'Narco' asedia a religiosas que trabajan con jesuitas en la sierra Tarahumara: "amenazan con violarnos y matarnos"

Una de las principales causas de estas amenazas se da porque las religiosas tratan de impedir que los niños sean reclutados por el crimen organizado.

Religiosas han denunciado que son amenazadas. (Jorge Carballo)
José Antonio Belmont
Chihuahua /

Tan sólo meses antes de que dos sacerdotes jesuitas fueran asesinados por el crimen organizado en la comunidad de Cerocahui, en la sierra Tarahumara, religiosas que trabajan con clérigos de esta orden católica ya habían sido amenazadas, denunció el padre Luis Gerardo Moro, Provincial de México, máxima autoridad de la Compañía de Jesús en el país.

Una de las principales causas de estas amenazas del narco que opera en la sierra Tarahumara se da porque las religiosas tratan de impedir que los niños sean reclutados por el crimen organizado.

Y es que en estas comunidades apartadas coexisten dos proyectos: el educativo que, desde hace años, lleva la Compañía de Jesús; y el del narcotráfico que necesita manos para la cosecha de la "chutama", como los rarámuris llaman a la mariguana.

"Uno les dice que a eso no se dediquen, que es malo, entonces llega a oídos de esas personas y la amenaza es que si seguimos diciéndoles a las personas que no trabajen para ellos, entonces nos van a violar, nos van a matar y sí tememos por nuestra vida”, contó a MILENIO una religiosa que lleva más de 20 años trabajando con la Compañía de Jesús.

Estos colegios jesuitas, describió la religiosa, "están en lo más profundo de la sierra", en zonas donde la autoridad del gobierno es nula y dominan los grupos delictivos.

La hermana aseguró que el asedio del crimen organizado contra esta orden católica ha sido tal que incluso han tenido que cerrar escuelas en la sierra Tarahumara.

"Fue una amenaza para mí y para las personas que colaboraban en la escuela, entonces tuvimos que cerrar la escuela porque ellos andaban rondando cerca y, por temor, preferimos cerrarla porque venían jovencitas de diferentes partes de los estados de la república a colaborar, a hacer un voluntariado y nosotros sí teníamos por las vidas de ellas", relató.

(Fotos: Jorge Carballo)

Otras religiosas, como sor Carmen, dejan en manos de su fe lo que ocurre en estas tierras serranas.

"Es triste, es triste, pero hay un Dios que todo lo ve, todo lo escucha y pues ante Dios todo esto se va a vivir en la fe, no sabemos por qué pasan las cosas, solamente nos duele mucho", recalcó.

Ya durante el fin de semana, el padre Pato, como es conocido el sacerdote jesuita Javier Ávila, quien desde 1975 radica en la montaña de Chihuahua, sostuvo que la ejecución del padre Gallo y padre Morita no había sido "un hecho aislado".

Pero a pesar de este clima de violencia, la Compañía de Jesús descartó irse de la región.

"Vamos a seguir aquí, apostando por la gente, trabajando por la gente, para nosotros es importante que se sepa, no solamente nos interesa recuperar los cuerpos o que se capture al presento responsable, sino lo que pueda venir para después para la Tarahumara", enfatizó el Provincial de México.

“No somos tampoco suicidas pero no nos da miedo estar aquí a pesar de las amenazas”, abundó.

El padre Moro atribuyó al abandono de los gobiernos que esta situación de violencia e inseguridad prevalezca en la montaña de Chihuahua.




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