La vida polifacética del 'Padre Pistolas': de la parroquia a construir carreteras en Michoacán

Afirma haber sido suspendido verbalmente del sacerdocio, pero sigue sirviendo a la comunidad, mientras promueve la posesión de armas como medida de seguridad.

El padre Pistolas: Sacerdote polémico de Michoacán | Diseño especial | Foto: César Cabrera
César Cabrera
Michoacán, México /

Desde su parroquia, ubicada en el corazón de Chucándiro, Michoacán, el Padre Pistolas habla directo y sin tapujos, recordando sus inicios dentro del sacerdocio donde también fue suspendido, aunque de manera verbal, viéndose obligado a mudarse a diferentes partes del país.

“Me levantaron muchos falsos, de que yo no pagaba impuestos –y tengo recibos-, que yo no hacía juntas, y resulta que las juntas más caras eran las mías. Yo nunca me he cogido a nadie, yo nunca he robado un centavo y atiendo mi parroquia y cinco más”, así inicia la charla con MILENIO, el sacerdote Alfredo Gallegos Lara, mejor conocido como Padre Pistolas.
El padre Pistolas: Sacerdote polémico de Michoacán | César Cabrera

De sombrero, vestido de vaquero, con su arma al costado que después pone sobre la mesa y collares que le cuelgan, Gallegos Lara sostiene que nunca le ha hecho daño a nadie y que siempre ha tratado de seguir la palabra de Cristo, atendiendo a los más desprotegidos con misas en comunidades lejanas, entregando medicamentos y ahora también, empleando a gente del pueblo con obras que financia.

Aquí vinieron padres y yo aquí estaba curando enfermos, estaba haciendo mis carreteras, que me gasto 25 mil pesos diarios –es de medio metro de piedra con cemento- que va a durar miles y miles de años y que no va a requerir mantenimiento, aparte otras que van a ser pavimentadas, no van a ser de piedra con cemento y por aquí van a pasar 19 municipios desde Morelia y de Morelia para acá, y también 'a huevo' voy a hacer una bajada de la autopista”, compartió.
El padre Pistolas de Michoacán: Sacerdote, constructor de carreteras y vendedor de remedios caseros | César Cabrera

Insistió en que no había motivos suficientes para la tercera suspensión en su contra porque, además, dijo, “para suspender a un sacerdote. solo el papa. y uno es sacerdote para siempre, hasta el infierno, cuando lo ordenan a uno eso dicen”.

Además de oficiar misas, Gallegos Lara vende remedios caseros que “curan” el cáncer y otras comorbilidades. También comercializa un mezcal, del cual toma un trago después del desayuno, y lo mismo compone canciones, canta, construye carreteras y rehabilita caminos.

“Traigo 50 trabajadores haciendo carreteras, haciendo remedios y de albañiles, peones, electricistas, herreros para que vayan a arreglar todo lo que hace falta en este pueblo y sus alrededores”, sostuvo.

Sobre sus remedios, la idea nació hace meses y a la fecha, sin un dato exacto, aseguró “se han curado miles” y a la semana cerca de 200 personas atiende. Algunas hierbas son traídas de África o del mercado de Sonora en la Ciudad de México, siendo procesadas al interior de la parroquia con precios que ascienden hasta los 10 mil pesos.

“Son de 10 países: 25 hierbas para la diabetes, 25 para el cáncer y 10 para la próstata, me sale de 20 mil a 40 mil pesos cada costal”, dijo.
El enigma del padre Pistolas: Religión, negocios y armas en Michoacán | César Cabrera

En algunas paredes del inmueble, cuelgan cartulinas con consejos para prevenir estas enfermedades, centradas en la alimentación.

Conforme transcurre la charla, el Padre Pistolas defiende su idea de que la gente esté armada como una manera de evitar el acoso de los criminales, tal como él lo hizo en su momento y ahora, a la fecha, hasta del respeto de los grupos delincuenciales goza y en ocasiones accede a confesar, dice.

No sé si me protejan o no, pero no me hacen nada. Me dijeron que no me iban a molestar a mí ni a mi gente. Yo aquí les saqué la pistola, yo los amenacé, pero ya ahora ellos mismos me mandan decir que no me van a molestar y también los sacerdotes, el obispo no quiere que hable porque hecho maldiciones”, comentó.

Al ahondar en este tema, no duda en mostrar su arma frente a la cámara y ponerla sobre la mesa en la última parte de la entrevista, previo al recorrido por el lugar.

A modo de cierre, confiesa su interés por convertir su parroquia en “la más bonita de Michoacán”, a la cual le ha restaurado las bancas, cuadros, piso e iluminación. Con la bendición a su modo, el Padre Pistolas recorre la que es su casa, compartiendo datos históricos y bromeando cuando pasa frente a fotografías de su juventud.

Soy amigo de Dios, él es el que me socorre”, finalizó.
El padre Pistolas de Chucándiro: Entre la fe y las armas | César Cabrera

MO

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