“¡Pacten la paz!” fue el ruego plasmado en una manta por Ceci Flores Armenta, representante del colectivo Madres Buscadoras de Sonora.
La manta fue colocada en el kiosco de la plaza central de Chilpancingo, capital de Guerrero, y estaba dirigida a los grupos criminales que operan en la región.
En la colocación de la manta participaron varias personas, incluyendo a Adrián LeBarón y Carlos Azeem, quienes acompañaron a la activista durante la presentación del libro “Madre Buscadora, crónica de la desesperación”.
Esta presentación tuvo lugar durante la 45ª edición de la Feria del Libro de Chilpancingo, que en esta ocasión homenajeó al escritor José Agustín.
El kiosco se encuentra justo frente a la catedral de la Asunción de María, en el corazón de la capital de Guerrero.
La señora Ceci eligió este lugar para dejar su mensaje, con la esperanza de obtener una respuesta por parte de los grupos que generan violencia en la entidad.
Recordó el caso de Sonora, donde una manta similar llevó a que supuestos integrantes del crimen proporcionaran de manera anónima la ubicación de una fosa clandestina con más de 50 cuerpos de personas desaparecidas.
“Los grupos criminales ocupan mantas para mandar mensajes, yo las ocupaba para cubrir del frío, pido tregua entre cárteles, no necesitamos más muertos. Todos merecemos ver crecer a nuestros hijos y celebrar sus cumpleaños con pasteles y no buscándolos entre la tierra”, dictó en su mensaje.
Finalizaba con un llamado directo: “¡Pacten la paz!”, firmado por las Madres Buscadoras de Sonora.
La señora Ceci expresó que la manta colocada el miércoles en el centro de Chilpancingo fue escrita con profundo dolor, ya que tenía un objetivo muy claro.
“Te duele tener que escribirles a las personas que son los causantes de todo lo que vivimos, pero no nos queda de otra, porque si ellos son los causantes, son quienes escondieron la verdad que tanto buscamos, pues son los que nos pueden decir donde escondieron esa verdad”, anotó.
Agregó: “Esta manta es por amor a mis hijos, por esas madres que ya perdieron la vida o que están desaparecidas por estar en la lucha”.
Subrayó que los integrantes del crimen organizado tienen madres, hermanas, esposas e hijas, y deberían cuestionarse qué harían si un ser querido desapareciera.
Incluso destacó que si los propios delincuentes desaparecieran, al final serían sus madres, esposas o hermanas quienes los buscarían, lo que resalta la necesidad de que reflexionen sobre la posibilidad de pactar la paz.
MO