Fue una gira de ir puebleando. Cada comunidad sacó sus mejores guisos, frutas, cosechas y atole. También las peticiones más urgentes y los agradecimientos. El Presidente pasó al menos 10 horas recorriendo La Montaña de Guerrero, parando en cada comunidad que lo esperaba.
En todos los lugares había comida y collares de flores, sombreros y niños esperando al que la comunidad identifica como el único que los ha visitado. Y por eso aprovechan y salen peticiones de todos los tipos: apoyos sociales, becas, servicios de salud, un terreno y hasta salarios para la Policía Comunitaria.
Venancio Sánchez, de la comunidad de Paraje Montero en Minaltepec, estaba parado a un costado de la carretera Tlapa-Marquelia escopeta al hombro controlando el tráfico. Tenía unos minutos que había pasado el convoy del Presidente y las decenas de vehículos de funcionarios todavía marcaban una larga fila en una carretera que comúnmente es poco transitada.
Venancio, como casi todos en La Montaña, también tiene una petición: recibir un salario.
"Nosotros no estamos ganando nada, pues, trabajo social estamos haciendo nosotros, es que hay mucho ratero, pues, por eso estamos cuidando nosotros y no estamos ganando nada", dijo.
¿Lo hacen por cuidar a su comunidad?
"Sí y nada de sueldo, nada", dice enfundado en su sudadera café de la CRAC, el acrónimo de la Coordinadora Regional de Autoridades Municipales que se extiende por una docena de pueblos de la región.
El comunitario de bigote y gorra es parte de los 12 vigilantes de su pueblo y a nombre de sus compañeros insiste antes de caminar para agilizar el tránsito que empieza a avanzar que le podrían pagar como a cualquier policía del país, o al menos el salario mínimo.
La carretera estatal, de dos carriles, ida y vuelta solamente, se queda inmóvil por varios minutos mientras el Presidente llega a un pueblo, saluda desde la camioneta, se baja, vuelve a saludar, escucha peticiones y recibe regalos, sombreros, comida, flores y música, siempre música y mucha comida regional: atole de shoco, atole dulce, plátanos, totopos y un limón gigante, de medio kilo.
Dice unas palabras y retoma su camino. Pasando apenas el medio día López Obrador ya había bajado de su camioneta al menos 15 veces y todavía le faltaban como tres horas de camino y una decena de poblados en la que ya había gente improvisando consignas "es un honor, esperar a Obrador".
Mientras que otros, efectivamente se quedan esperando. En la comunidad de Cuatzoquitengo se hizo el proyecto piloto para echar a andar el programa de caminos rurales similar al de Oaxaca, en donde el esquema consiste en entregar recursos a un pueblo y ellos compran materiales y dan empleo a la comunidad para construirlo.
En la entrada de esta comunidad ya con el camino terminado estaban esperando al Presidente para que cortara el listón de inauguración del proyecto. Un amlito de caricatura en el suelo, sombreros de palma y como siempre en este recorrido, comida y fruta. Pero el Presidente tomó otra ruta y no llegó.
"Nosotros nos lo aventamos en tres meses, tres meses estuvimos en la obra, a pura mano toda la gente que está aquí. Nos dieron 6 millones y fracción. Pura gente bien organizada", dijo Benito Ponciano Galeana, comisario municipal.
ledz