Una llamada telefónica amenazante fue la que recibió 'El jefe Silva", después "los mandó a la 'chingada'", describió un policía sobre la valentía de su compañero, a quien asesinaron por la espalda el 14 de mayo después de salir de su casa rumbo a la zona centro de la ciudad, donde era jefe de Distrito.
En esta ciudad fronteriza, los agentes de la Policía Municipal no se atreven a dar entrevistas revelando su identidad por miedo a represalias administrativas de sus mandos por explicar cómo todos los días deben enfrentarse a criminales y además con déficit de elementos.
Prefieren callar y así tener la oportunidad de salir a las calles a patrullar para poder arrestar a quienes delinquen, ya sea un ladrón que robó un bolso a una mujer o un ‘sicario’ armado, antes o después de atentar contra sus rivales en la venta de drogas.
La pistola roja por la que mataron a 'El Jefe Silva'
“Fue una arma roja, búscale, por eso mataron a Silva. Da coraje y la policía ahorita está enojada porque él no iba contra un grupo nomás, le pegaba a todos, solo hacía su ‘jale’”, detalló un mando operativo de la corporación con más de 20 años de servicio.
La noche del 1 de mayo, se reportó un ataque armado contra dos hombres en la colonia Altamira Sur, una colonia cercana a la oficina de X-1, como se le conoce popularmente al Distrito Zona Centro, cuyo jefe era Julio César Silva Herrera, de 44 años, ‘El Burrito’ o ‘El Jefe Silva’ como le llamaban con respeto sus compañeros.
Vía radio, dio instrucciones a sus agentes para implementar un operativo con la información que tenían de una camioneta Nissan Murano, color negro, en la que huyeron, según describió un ciudadano al llamar al número de emergencias 911.
A los pocos minutos, detuvieron a un hombre identificado como Jesús de 33 años, así como a los jóvenes Emmanuel, Rigoberto y Brandon, de aproximadamente 24 años. Traían dos fusiles de asalto y dos pistolas, una pintada de rojo y en blanco los logotipos de Louis Vuitton.
Tras los arrestos, vía telefónica amenazaron a Silva Herrera, exigiendo dejarlos en libertad a cambio de no matarlo. Eso no lo intimidó; los cuatro quedaron a disposición de la Fiscalía General del Estado (FGE).
“Él solo cumplía su labor, como todos aquí, aunque la gente diga que no hacemos nada contra los ‘malandros’”, mencionó un agente.
A la corporación le dolió el atentado del que fue objeto Julio César la mañana del martes 14 de mayo. Siempre catalogado como un policía honesto y de gran calidad humana. Le dio la oportunidad de ser jefe de policía el Teniente Coronel Julián Leyzaola Pérez, un ex secretario de seguridad que salía con los agentes a patrullar las calles de 2008 a 2010; cuyas acciones permitieron disminuir los homicidios y robos.
Los ataques no paran desde el Día del Policía
El asesinato de ‘El jefe Silva’ se suma a una veintena de ataques armados durante este 2024 en contra de agentes de su corporación.
Las agresiones comenzaron el 6 de enero, Día de Reyes Magos. Por la mañana, la Secretaría de Seguridad y Prevención Ciudadana Municipal celebró el Día del Policía con una carrera atlética, aunque oficialmente se cambió para no afectar la operatividad.
Un matrimonio de policías llegaba a su hogar, en el cañón Jhonson cuando fueron emboscados por los tripulantes de una camioneta, ambos repelieron la agresión y lograron abatir a uno de sus atacantes.
El matrimonio se salvó. Ni un rasguño, sus reflejos y habilidades los salvaron. Todo quedó grabado por una cámara de seguridad. A partir de ese día, los policías no han dejado de escuchar las ráfagas de metralla y los llamados de auxilio a través de sus radios por atentados contra sus compañeros.
Enfrentar al crimen organizado o a delincuentes comunes tiene un alto costo en esta ciudad fronteriza; aun así, los policías salen a patrullar las calles todos los días, a diferentes horas.
“Yo lo viví. Doy gracias a Dios porque sobreviví a un ataque, donde también perdió la vida mi compañero Escobar, que Dios lo tenga en su santa gloria”, recuerda Wilfrido García Cervantes, veterano policía que está incapacitado desde septiembre de 2016 cuando enfrentó a un estadunidense y a un hombre deportado que andaban armados en las calles de la Zona Norte.
Una bala le destrozó la pierna izquierda, por eso camina lento con ayuda de un bastón. Como él, cientos de policías, exagentes y funcionarios públicos llegaron a la funeraria Gayosso la noche del jueves pasado para despedir a Silva Herrera y darle el pésame a su esposa e hijos.
“Acabaré con la delincuencia", decía Silva
“Él siempre que salía de la casa, todos los días me decía: ‘Hoy voy a acabar con la delincuencia’ y se lo decía a mis hijos. Él decía ‘esa es mi misión, yo voy a hacer las cosas, el cambio decía. A mí nadie me va a corromper’”, recordó su esposa Ana Claudia Guadarrama.
Si no llora, comentó, es porque es una mujer de fe, como lo era Julio César, aunque esa fuerza se rompía en llanto cuando estaba frente al féretro rodeado de decenas de coronas.
Policías armados con rifles y pistolas abarrotaron las salas del velatorio. Silva Herrera nació y se crio en la colonia más conflictiva de Tijuana: ‘La Sánchez Taboada’, considerada el epicentro de los asesinatos en esta ciudad fronteriza.
Para la Fiscal General de Baja California, María Elena Andrade Ramírez, la primera línea de investigación en este y todos los casos de policías, es su trabajo y el entorno personal.
“Este trabajo es complejo, este trabajo es de detener a criminales, agresores, a generadores de violencia. Así como también aseguramientos de drogas, de armas. Es nuestra principal línea de investigación y sobre esa nos tenemos que ir”, declaró.
“Era honesto, muy honesto. Estamos dolidos, pero vamos a seguir adelante con su ejemplo”, describió una oficial con apenas 10 años en la policía, que conoció a Silva Herrera como parte de su trabajo.
‘El jefe Silva’ estaba por cumplir 24 años de matrimonio y de ver pronto a uno de sus dos hijos graduarse como médico.
“Mi esposo se sentía orgulloso de él. Y ahorita dice él, ‘yo voy a terminar, mamá, le voy a traer su título a mi padre’”, mencionó Ana Claudia.
“¡Silva Herrera Julio César!, ¡Presente!”, se escuchó tres veces en el patio central de la Dirección de Policía en Tijuana, donde le rindieron honores todos los mandos, agentes y uniformados de otras corporaciones.
Tras este crimen, esa misma noche balearon a otro policía cuando patrullaba el bulevar Díaz Ordaz. Salió ileso, pero a la mañana siguiente se reportó el asesinato de otro policía municipal en el interior de su predio en construcción en una colonia carente de pavimento. Estaba fuera de servicio cuando le dieron un tiro en la cabeza.
“Ser policía en Tijuana es vivir bajo riesgo día y noche”, refirió un agente que aún no sabe cuándo se jubilará, pero tiene presente que hoy debe volver a ponerse el chaleco antibalas, pedir su arma de cargo, subirse a su patrulla y atender los reportes de disparos o conflictos entre vecinos.
LG