Los restos de las embarcaciones encalladas en la bahía de Acapulco recuerdan los días oscuros que vivieron en este destino turístico tras el paso de Otis. El aceite que emerge y se esparce por la superficie acuática deja ver un nuevo problema para este puerto: el desastre ambiental.
Desde Pie de la Cuesta hasta Puerto Márquez, se extiende la apatía para retirar los escombros de las embarcaciones; pesqueros, turísticos, yates de lujo y hasta petroleros esperan a que alguien se los lleve, mientras los aceites y combustibles que aún se filtran de los restos y se esparcen por toda la bahía, alcanzando ya a los buzos y a los sembradíos de ostiones en el fondo de mar.
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“Nos están afectando porque todo ese combustible que están soltando afecta al marisco, más que nada al ostión, que está en la orilla y que se contamina”, explica a MILENIO César Robles, buzo de este puerto.
En la Bahía de Santa Lucía, explica, “hay muchas embarcaciones a las que no les han sacado las baterías, que son las que contaminan; además, los tanques que tienen diésel, gasolina, están saliendo y todo eso está contaminando, por eso hay en todos los lugares aceites, todo eso está saliendo”.
Y deja la advertencia para comerciantes, restauranteros, turistas que viven de los pescados y mariscos: “Si se llega a enfermar, luego van a decir que soy yo el que los está enfermando”
Lo mismo denuncia Natividad Ramírez, comerciante de ostiones, callo de hacha y caracoles en Caletilla: “Ya para seis meses se tardaron demasiado, porque hay bastantes yates, las pilas están soltando sustancias que pueden matar la especie marina.
“Están acabando con el mar, con la naturaleza que hay bajo del mar, con todo lo que hay”, añade.
Incertidumbre que se traduce en disminución en la actividad pesquera en la zona, exacerbando aún más la recuperación económica tras seis meses del desastre.
La roqueta
Uno de los puntos más alarmantes de este desastre ambiental en ciernes se localiza en la Isla de la Roqueta, donde encallaron tres embarcaciones mayores, y que no han sido removidas desde hace medio año.
Se trata de los barcos remolcadores de Petróleos Mexicanos Pemex LII (IMO: 8819251) y el PEMEX XLVII (IMO: 8109307), que quedaron varados el día de la tormenta; y un tercer barco encallado, el "SHENG XING DA" (IMO: 9071791) de Mongolia, averiado desde el 25 de agosto de 2022 y hoy convertido en basura marítima esperando que autoridades de ese país algún día vengan a retirarlo.
“La raíz de todo esto son estos barcos, que están contaminando toda la bahía, y ninguna autoridad ha hecho nada por resarcir el daño”, declaró a MILENIO Óscar Fausto Samayoa Dorantes, presidente de la Federación del Comité de Buzos y Pescadores de Acapulco.
Esta organización, que agrupa a por lo menos 13 cooperativas y representa cerca de 400 familias de buzos, pescadores y vendedores de almejas, ostiones y percebes, moluscos bivalvos y crustáceos, hoy reclama la urgente necesidad de retirar las embarcaciones pues de no hacerlo, el impacto económico podrá ser peor, pues es precisamente en la zona conocida como La Ensenada donde bajan los buzos.
Piden, además, que los tres niveles de gobierno intervengan. Y al sector salud “que se ponga a trabajar”, que haga muestreos de marisco bivalvo para ver qué contaminación tiene.
“El temor de nosotros, como cooperativistas, es que nos deslinden responsabilidades a nosotros, que nosotros somos culpables de toda la contaminación que hay en el mar.
“Hay embarcaciones que están hundidas, embarcaciones que están tirando los desechos, y son esas embarcaciones las que están contaminando todo el lecho marino”, denunció.
La cifra negra del yate hundido
Aunque no existe una cifra exacta del número de embarcaciones que se hundieron cuando Otis impactó en la costa guerrerense, se estima que unas 800 embarcaciones quedaron bajo el agua, según la Cámara de Comercio de Acapulco.
Tan solo la Secretaría de Marina ha ubicado 380 y ha retirado por lo menos 80 embarcaciones menores, estimaciones de capitanía del puerto alcanzan las 700, y la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) tiene el registro de 212 embarcaciones con daños.
Lo que -en cualquiera de los casos- representa litros y litros de combustibles que se están derramando en el fondo del mar.
La ley de marina establece tres meses como tiempo límite para retirar una embarcación hundida, so pena de pagar una multa, pero ya pasaron seis.
El problema es que nadie está reclamando las embarcaciones. A unas capitanías ya les han notificado, en otros casos se desconoce quiénes son los propietarios, pues muchos eran extranjeros.
Otras no han podido ser removidas porque hay juicios promovidos contra las aseguradoras, o simplemente el dueño no reconoce su barco porque sale más caro sacarlo que comprarse uno nuevo.
“Al rato van a decir que nosotros somos los culpables de que el marisco esté infectado”, reclama el líder de pescadores y buzos.
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HCM