Raúl Vera López está preocupado. Este 22 de enero dejará la diócesis de Saltillo y, con su retiro, se cierra un ciclo en la historia de México. Raúl Vera es el último de los prelados de la Teología de la Liberación, entre quienes se contaron Sergio Méndez Arceo y Samuel Ruiz García. El papa Francisco aceptó su renuncia el 21 de noviembre de 2020 y designó al obispo de Linares, Hilario González García, como su sucesor.
En Saltillo, a donde llegó como obispo el año 2000, Raúl Vera López construyó una Iglesia centrada en la defensa de los derechos humanos: un albergue por el que han pasado más de 100 mil migrantes centroamericanos; una organización de búsqueda de desaparecidos; una pastoral LGBT+, y ha impulsado en movimientos por el agua, el territorio y el rescate de los mineros de Pasta de Conchos.
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En una entrevista de una hora, Raúl Vera López dice nueve veces “estoy preocupado” o “tengo derecho a preocuparme”. Teme que se pierda esa estructura. El 21 de junio cumplió 75 años y —como lo obliga el derecho canónico— mandó su renuncia por motivos de edad. Sorpresivamente el papa Francisco le aceptó su dimisión sólo cinco meses después, como si tuviera prisa por sustituirlo. Por el contrario, su antecesor Francisco Villalobos se quedó tres años más, hasta pasados los 78 de edad.
A Sergio Méndez Arceo obispo de Cuernavaca le aceptaron su renuncia sólo dos meses después de que la presentó el 28 de octubre de 1982. El Vaticano nombró como su sucesor a Juan Jesús Posadas Ocampo, que abandonó la línea de izquierda de Méndez Arceo y restituyó una pastoral tradicional.
Son las vueltas de la vida: en 1995 el Vaticano nombró a Raúl Vera López obispo coadjutor de San Cristóbal de Las Casas: tenía plenos poderes para cambiar la estructura que había creado el obispo Samuel Ruiz García, a quien se acusaba de indigenista y de izquierda. Contrario a lo previsto, Raúl Vera apoyó a Ruiz García hasta ganarse el apodo de Jtatik (papá en tseltal); de ser considerado un obispo tradicional se convirtió en un crítico del capitalismo y en un promotor de la transformación social y económica. Por eso, cuando le tocaba tomar posesión como titular de San Cristóbal, en el año 2000, el Vaticano sorpresivamente lo mandó a Saltillo, en el otro lado del país.
En entrevista, Raúl Vera explica su lógica: su proyecto pastoral —así como el de Samuel Ruiz— es el del Concilio Vaticano II; por lo tanto es el proyecto de la Iglesia. Ir en contra de su proyecto es ir en contra de la Iglesia.
Deja un proceso inacabado en Saltillo —se le pregunta.
Pues sí. Estoy preocupado por eso.
¿Ve que monseñor Hilario González quizá no le dé continuidad?
En Saltillo hubo que tomar las cosas desde más abajo y el ir convenciendo fue más fatigoso. Ahora que yo me voy puede surgir la tentación de que digan “podemos ir por otro camino, él nos metió por aquí pero no nos acabó de convencer”. Digo que puede pasar.
¿Se refiere en términos de derechos humanos?
De un trabajo integral y de un trabajo organizado. Sí se caminó, pero no sin resistencias. Entonces no es que llegue un obispo nuevo, pues pueden convencerlo. Sí me preocupa que vaya para atrás eso.
Ya se fue Raúl, podemos regresar a lo de antes…
Tenemos que ajustarnos a lo que el Espíritu Santo le dijo a la Iglesia [en el Concilio Vaticano II]. Y hablando de los derechos humanos, la Iglesia está en el mundo para cambiar al mundo. La Iglesia no se hizo para celebrar sacramentos nada más. Tiene una dimensión mucho más amplia que el altar. Nos lo está diciendo el papa Francisco: una Iglesia que salga a las periferias y no sólo geográficas, sino periferias sociales creadas por un sistema económico y político.
¿El hecho de que el Vaticano le haya aceptado la renuncia sólo cinco meses después de presentarla no es un mensaje en contra de ese proyecto?
Yo tengo que ser suficientemente maduro y ver mi vida delante de Dios para entender cuáles son sus caminos. Jamás yo me atrevería a pensar así como lo estás diciendo, jamás lo aceptaría porque es ir contra la Iglesia misma. Cuando me mandaron como coadjutor [a San Cristóbal], me mandaron con razones que no eran objetivas, pero don Samuel jamás se puso a decirles: están mandando a este obispo para que desbarate lo que yo he hecho, jamás lo dijo, pero sí tenía preparada a la gente para recibirme. Entonces las cosas se fueron dando y el proyecto de don Samuel no se cayó, y con todo con que en efecto no les gustó como yo actué ahí y me mandaron a otro lado (Saltillo), pero en ese otro lado…
…tampoco les gustó.
Eso no me atrevería a decirlo porque a lo mejor hay defectos que tuve, para qué me pongo ahí.
Hace cuatro años que vino el Santo padre a México parecía que usted estaba muy cerca de él, que de alguna manera era de sus intérpretes de este país.
Eso no lo dudo, y sigo estando cerca del Santo Padre. Pero ya allá adentro (de la Iglesia) qué se haya dado, qué haya pasado… si me meto allí lo único que voy a crear es un desbarajuste emocional en mí. Me dijeron ¿qué perfil quiere para el obispo que va a venir aquí? Y yo di un perfil.
¿Y qué tanto se parece al del obispo Hilario González?
Vamos a ver, vamos a ver. Se le dio una autoridad a él, quien le dio esa autoridad es quien debe revisar si lo está haciendo como lo debe hacer.
El papa Francisco llegó con una gran expectativa de reforma…
Y existe, la está haciendo.
¿No se ha quedado corto por todas estas fuerzas al interior de la Iglesia?
No puede cambiar todo. Ha dado buenos golpes de timón muy buenos dentro de la Santa Sede: crear un dicasterio para ayudar al desarrollo integral de la vida humana. Otra: se salió de la creación de los cardenales en las grandes ciudades, y ya no tanto italiano ni tanto europeo, ahora hay un equilibrio más grande en la representación de las Iglesias del mundo. Hay más opciones de tener papas como él, con esta apertura. Ha sido un gran papa, es un profeta.
Sobre México: llevamos dos años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ¿es lo que esperaba?
Desde que ofreció lo que ofreció, pensé: ¿de dónde va a sacar tantos políticos convertidos? El monolitismo político que vivimos por tantos años creó una escuela que va a pasar muchos años para que rompamos con ella.
Y decisiones muy específicas como la militarización y la creación de la Guardia Nacional…
Ha hecho esto porque ve que dentro del orden civil las cosas están muy enclenques para que salgamos de la violencia. Y dentro de las obras que se ha propuesto hacer, tampoco se siente fuerte. Denota que está gobernando con una estructura política muy deteriorada. Considera que solamente con una disciplina que venga desde los militares hay una garantía de que no se tenga tanta corrupción.
Y de la militarización de la política migratoria.
Tampoco enfrentó a Trump.
¿En el Tren Maya quién tiene la razón, AMLO o el EZLN?
Este un asunto muy complicado porque para empezar siguen los megaproyectos. Él lo justifica muy inteligentemente: quiere desarrollar el sureste para que ahí ayudemos a América Central.
Sobre Coahuila, ¿sigue la violencia como en épocas de los Moreira?
En Saltillo sigue habiendo desapariciones de mujeres, ya no existen aquellos encuentros entre narcos y policías, eso ha disminuido un poco pero no ha terminado del todo. Sigue habiendo asesinatos y feminicidios, es un escándalo que todavía se da. Desaparición forzada también la sigue habiendo e impunidad de la desaparición forzada la sigue habiendo. Ahora esas cosas se visibilizan menos, probablemente porque los Moreira no tenían vergüenza.
La última misa de Raúl Vera como obispo de Saltillo
“Más que misas son mítines”, dice Ignacio del Valle sobre la misa de Raúl Vera López. Y es verdad: Vera López dio un encendido sermón de 45 minutos en donde denunció los bajos salarios (y los salarios altos de diputados, senadores y ministros de la Corte); los feminicidios, la falta de empleo que lleva a los jóvenes a enrolarse en el crimen organizado, los secuestros de migrantes centroamericanos, y hasta la comida chatarra. Su homilía es un llamado a la acción: a transformar el sistema político y económico. Ser cristiano, dice, significa hacerse responsable de la Tierra y de la dignidad de los seres humanos.
Apenas termina la misa, Ignacio del Valle se levanta de su asiento y grita: “Atenco vive, la lucha sigue”. Lo acompaña Trinidad Ramírez, su esposa y compañera de lucha. A pesar del encarcelamiento y la represión, Nacho del Valle y Trini Ramírez lideraron el movimiento que llevó a la cancelación del proyecto de aeropuerto que impulsó Vicente Fox en San Salvador Atenco. En el público está también Irinea Buendía, quien logró que la Suprema Corte se pronunciara sobre el feminicidio de su hija Mariana Lima Buendía.
Es 25 de diciembre de 2020, día de Navidad: la última misa de Navidad que Raúl Vera López celebra como cabeza de la diócesis de Saltillo. Pero no está en la capital de Coahuila sino a 850 kilómetros, en Chimalhuacán, Estado de México. A pesar del semáforo rojo, preside una misa en el templo de Cristo Rey en Xochitenco ante 130 personas que guardan la sana distancia y se dan la paz sin tocarse las manos.
El templo está en territorio de Antorcha Popular. A 200 metros empieza la zona de influencia de Guadalupe Buendía, La Loba, fallecida en junio de covid-19, mientras compurgaba una pena de 50 años. El párroco de Xochitenco se llama Juan José Castorena y este 25 de diciembre celebra 25 años de sacerdote. Castorena, el padre Juanjo, es un seguidor de Vera y lo invitó a presidir sus bodas de plata con Dios. Castorena apoyó el movimiento de Atenco, se declara admirador de Irinea Buendía y alienta la organización de Las Otras Ovejas, un colectivo LGBT+.
“No te abrazo por la sana distancia, pero sabes que te quiero”, le dice Raúl Vera a Ignacio del Valle para escaparse del abrazo que le quiere dar el dirigente de San Salvador Atenco. Raúl Vera tuvo covid-19 en junio y se recuperó. Irinea Buendía se recuperó de la enfermedad pero sigue con secuelas. Todos en la misa llevan cubrebocas: el de Irinea dice #VerdadyJusticia. Y no es para menos: a su hija Mariana la mataron en junio de 2010 y el crimen sigue impune: el esposo de Mariana, un policía ministerial de Chimalhuacán acusado del crimen, sigue sin sentencia. “En ningún estado le quieren dar visibilidad al feminicidio porque vienen las elecciones”, comenta Irinea mientras la misa cierra con la canción “Sólo le pido a Dios (que lo injusto no me sea indiferente)”.
Además de obispo, Raúl Vera es fraile dominico. Podría retirarse a un convento con otros frailes predicadores. O bien quedarse en Saltillo como obispo emérito y sostener su línea de acompañamiento a movimientos sociales y de defensa de derechos humanos. Parece que se inclina por la segunda opción. “No me quiero ir de Saltillo”, le confía Raúl Vera a dos sacerdotes mientras comen.
Hilario González apuesta por mantener lo que funciona en diócesis de Saltillo
Hilario González proviene de una diócesis pequeña y tradicional. Tiene 55 años de edad y está por cumplir seis de ser obispo de Linares, en el sur de Nuevo León. Y si Raúl Vera no tiene prisa por irse, Hilario González tampoco la tiene por llegar a Saltillo. En entrevista telefónica dice que mantendrá lo que funciona en Saltillo y lo que no, tendrá que modificarse.
“Vería qué es lo que está funcionando, y lo que está funcionando muy bien sí mantenerlo y promoverlo y lo que no, pues tal vez modificarlo y adecuarlo. Imagino que habrá áreas de oportunidad donde también poner mi mano”.
A Hilario González el nombramiento como obispo de Saltillo lo tomó por sorpresa. “Estoy muy verde e ignorante en muchos aspectos”, dice González. “Apenas los estoy conociendo, y (los estaré) trabajando junto con (Raúl Vera) porque creo que va a mantener su residencia en Saltillo”.
¿Qué tan cerca o qué tan lejos se considera de la línea pastoral de Raúl Vera?
“En Linares mi labor pastoral no tiene comparación (con Saltillo): es muy tradicional, muy rural, no recibimos migrantes, exportamos migrantes. Lo que se llama pastoral social tal vez tiene más que ver con asistencia, un poco de promoción y tengo que cuidar otras (pastorales): la litúrgica, catequética, lo clásico de la vida de la Iglesia. La diócesis de Linares vive a expensas de Monterrey, de Saltillo, de Texas, casi que yo también voy a llegar como migrante.
¿Lo sorprendió su nombramiento?
No lo esperaba. Yo estoy muy a gusto aquí. Mi antecesor estuvo 25 años. Yo creí que iba a estar igual que él. No tenía ninguna perspectiva de cambio.
Le aceptaron a Raúl Vera su renuncia cinco meses después de que la presentó. Pareciera que es un tiempo relativamente corto, que a otros obispos los dejan quedarse hasta cuatro años.
No podría decirte si hay o no una línea.
¿Qué día llega a Saltillo?
Por derecho canónico tengo dos meses para llegar. (El nombramiento) se dio el 21 de noviembre, pero mi aniversario de ordenación es el 22 de enero. Y pedí una prórroga para celebrar mis seis años aquí en Linares pero todavía no me llega de Roma la dispensa. Tengo que hablar con don Raúl Vera para ver la fecha, pero sería la última semana de enero.