Los mexicanos nos caracterizamos por unirnos ante la adversidad, por solidarizarnos en momentos difíciles y si es necesario viajar para ayudar a quienes están lejos, no lo pensamos dos veces y levantamos la mano para brindar nuestro apoyo.
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Así le ocurrió a Salomón Cruz Castillo, brigadista de Protección Civil Regional de Tamaulipas que como muchos de sus compañeros levantaron la mano cuando se requirió su apoyo para acudir a la Ciudad de México tras el sismo del 19 de septiembre del 2017, dejando 228 personas fallecidas, decenas de heridos y edificios que habían colapsado, algunos con personas en su interior.
Por la mañana del miércoles 20 habían emprendido su viaje llegando alrededor de las 8 de la noche a la capital del país para integrarse de inmediato a los trabajos de búsqueda y rescate.
El primer día se logró el rescate de una persona y los cuerpos de dos fallecidos. Con el tiempo en contra, cada vez era más complicado encontrar a gente con vida debajo de toneladas de cemento.
“En el terremoto, a una familia, a tres metros de la salida se les cayó el edificio, estamos hablando que era el papá, la mamá y el hijo, los encontramos a los tres abrazados y lamentablemente fallecidos, es algo fuerte y ahorita que te estoy comentando esto se me enchina la piel”, acepta Salomón.
El también bombero, salvavidas y ayudante de paramédico, manifiesta que cuando se está frente a una tragedia como la que enfrentaban llega la motivación para ayudar. Aunque el objetivo era rescatar personas tristemente encontraban solo cuerpos debajo de los escombros, pero asegura se hizo lo imposible por ayudar.
“Cuando hay una convocatoria para ayudar, los mexicanos siempre levantamos la mano, ahí me encontré a la abuelita que nos llevaba un dulce, padres de familia que nos llevaban un sándwich, una galleta o un refresco y nos decían ¡Sí se puede muchachos! y nos alentaban”, comenta.
Después de 8 días con largas jornadas de trabajo y siendo el último en la ciudad de México, pudo apoyar a los rescatistas de Israel operando una cortadora de cemento gran tamaño, la cual utilizó por cuatro 4 horas que bien valieron la pena, pues se dio el último rescate de una persona con vida de un edificio derrumbado en el cruce las calles Ámsterdam y Laredo de la colonia Roma.
Puente bilingüe en los Estados Unidos
Ramón Antonio García Lorenzana es un joven cocinero de profesión pero que desde los 15 años se integró como voluntario de Cruz Roja Mexicana en la zona sur, posteriormente como paramédico en atención pre hospitalaria y después como voluntario en la distribución de ayuda humanitaria a nivel internacional.
En agosto de 2017 fue convocado por Cruz Roja Americana tras las afectaciones del huracán Harvey en Houston, para ser el puente bilingüe con la comunidad hispanoparlante y poder entregar ayuda humanitaria.
“En aquel entonces había la política de Donald Trump donde no era bien vista la población inmigrante y por esa razón no querían acercarse a la Cruz Roja Americana, porque pensaban que eran parte del gobierno e iban a dar aviso a las autoridades policiacas y llevárselos”, señala Ramón García.
Indica que al llegar a Houston vio el desastre, la mayoría eran casas de madera que no soportaron la humedad y el viento por lo que estaban destrozadas, similar al paso de los tornados.
“Se impresionaban realmente porque no creían que fuéramos de México aunque veían nuestros uniformes nos preguntaban si éramos de México y de qué lado. Habían muchos trabajadores allá que no habían regresado al país y lo extrañaban, algunos de Tampico, yo les platicaba como estaba la ciudad”, platica Ramón García.
Otra ocasión en la que acudió a brindar ayuda humanitaria fue tras el paso del Huracán Ian que golpeo en Fort Meyers, Florida, estado dedicado a la agricultura por lo cuenta con mucha comunidad de mexicanos en comunidades alejadas, cerca del campo, pero alejados de la ciudad.
La mayoría vivía en campers por lo que tuvieron grandes afectaciones “Todas las mañanas era salir del campamento donde estábamos a las 6 de la mañana, ir al centro de distribución donde estaban todos los kits de ayuda humanitaria, cargar los camiones y manejar a las comunidades que se vieron afectadas”.
Fueron 15 días distribuyendo hasta 6 camiones al día y haciendo tres horas de trayecto para llegar a las zonas más alejadas.