En Colima, en los alrededores de la Laguna de Cuyutlán, en los municipios de Armería y Manzanillo, hay una región salinera que conserva las formas de extracción más tradicionales, dando como resultado un producto artesanal de características únicas.
La importancia de la sal tiene gran historia, incluso en la región existe el mito de ‘la guerra del salitre’, en la que –antes de la llegada de los españoles– el Imperio Purépecha habría pretendido apoderarse de la sal del territorio de lo que hoy es Colima y el sur de Jalisco.
Foto: Arnoldo Delgadillo
En las orillas de la Laguna de Cuyutlán, desde hace casi cien años una cooperativa de salineros en el municipio de Armería explota este producto.
Pero en 1995 se iniciaron las actividades para trabajar en la producción de sal en el lugar conocido como la curva del Venado, en la localidad de San Buenaventura en el municipio de Manzanillo.
Estas salinas, ubicadas en una localidad pequeña de aires tropicales también al borde de la laguna, es el lugar con mayor producción de sal del territorio colimense, superando a la centenaria agrupación salinera de Cuyutlán.
Foto: Arnoldo Delgadillo
En 2020, se produjeron 32 mil toneladas de sal en grano; y de acuerdo con Juan José Delgado Magaña, representante legal de la salinera del lugar, este año esperan superar esta cifra en más del 30 por ciento, alcanzando las 40 mil toneladas, que serán distribuidas, al mayoreo, en 17 estados de la república, y al menudeo, en prácticamente todo el país.
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Todos los días, desde el inicio de la zafra de sal –entre los meses de abril y mayo– hasta el término de la actividad, con la llegada del temporal de lluvias, 300 personas trabajan piscando 12 mil eras, donde “el sol, el agua, el viento y la gracia de Dios” genera una de las mejores sales del mundo.
Proceso artesanal y “mágico”
El agua que se obtiene del subsuelo de los terrenos salitrosos de lo que seguramente fue parte de la Laguna de Cuyutlán, es extraída y enviada a “los estanques”: piletas rectangulares con medidas aproximadas de siete metros por cinco de largo.
Foto: Arnoldo Delgadillo
Ahí “lo dulce” se evapora, mientras que los metales pesados se solidifican y caen en el piso, con la acción del sol, que en la región alcanza los 40 grados centígrados.
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Después, se pasa el agua a “la taza”, un estanque de mayor tamaño donde el líquido hace otra filtración.
Posteriormente, se vacía el agua en “las eras” de cristalización, cuadros de seis metros por siete una profundidad no mayor de diez centímetros y en tres días –o “tres soles”, como le llaman los salineros, se empiezan a formar los granos.
“Lo que nos enamora de la producción de sal es que se hace con el sol, el viento, el agua y la acción de Dios, porque aquí hay varios procesos que no hemos podido explicarnos el cómo se haga, entonces es algo que nos emociona”, narra José Delgado Magaña.
Las 12 mil eras de producción son piscadas a mano, una por una. Después se junta la sal, formando montoncitos y se deja tres días para que tenga el primer escurrimiento.
Luego se traslada a carretilladas, puño por puño, hasta juntar las toneladas de sal que se distribuyen en todo México.
La mejor sal
Al preguntar a los salineros por la diferenciación de su producto con los de otras partes del país, explican que la suya es sal de mar gourmet extraída a mano bajo métodos ancestrales.
“No existe otra igual, y no por el cariño que tenemos la producto, sino porque conocemos la extracción de otras partes del país, y especialistas, como los chefs han elegido nuestra sal incluso sobre las sales internacionales”, refiere el líder de Sal Real de Colima.
Foto: Arnoldo Delgadillo
Químicamente los componentes de la sal de Colima la hacen única: “se distingue de todas las demás desde que no es tan dura, lo que quiere decir que tiene menos sodio; en el sabor, tiene un sabor aceptable, hay otras sales de mina que el paladar no la acepta; si te vas por el área química tiene más minerales, color blanco, grano homogéneo y todo de manera natural”.
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La sal es sacada al sol y es 100 por ciento orgánica; contiene menos sodio que la sal comercial, además de elementos minerales esenciales para el buen funcionamiento del organismo.
A comparación de la sal de mina, ésta no es dura y se deshace en la boca, además no sala en exceso, lo que la hace ideal para la cocina –el principal uso de la sal a nivel mundial–: resalta los sabores, en lugar de opacarlos con un protagonismo molesto al paladar.
Flor de sal, producto del azar
En este lugar también se produce, con la misma “magia” la flor de sal, que en palabras de Juan José Delgado “es una especie de cristal, de nata que se forma en la superficie de las eras; es una suma de coincidencias, pero influye el cambio de horario”.
Es curioso que en las eras puede estar el mismo trabajador, y obviamente hay el mismo sol, el mismo viento y la misma agua, pero la flor de sal sólo se forma en algunas eras y en otras no.
“La tenemos analizada químicamente y tiene 30 por ciento menos sodio y tiene más minerales: calcio, hierro, magnesio, zinc, partículas de 84 micro elementos pertenecientes al agua de mar; es una formación única a nivel mundial”.
Este año se estima una producción de 70 toneladas de flor de sal, producto de primer nivel, donde el azar juega un papel determinante.
DMZ