Salvador Rangel, obispo emérito que detuvo el fuego entre grupos criminales de Guerrero

Las administraciones estatales se han deslindado públicamente de su inclinación a buscar el diálogo con los grupos delictivos.

La tregua que pacificó Chilpancingo, entre sus más recientes intervenciones. | Cuartoscuro
Rogelio Agustín Esteban
Chilpancingo, guerrero /

Desde su arribo al estado de Guerrero como obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza fue incómodo para las autoridades locales, por su inclinación a buscar el diálogo con grupos del crimen organizado para generar acuerdos de paz.

La última intervención pública que se recuerda, es la interlocución entre Tlacos y Ardillos para lograr la tregua que desde finales de febrero pasado permitió que cesarán los enfrentamientos que habían paralizado al transporte y al sector educativo de la entidad.

Quién es el obispo que llevó la paz a Guerrero

En una entrevista con MILENIO, el obispo Salvador Rangel Mendoza confirmó que la paz la habían pactado Celso Ortega Jiménez, líder de Los Ardillos, con un enviado de Onésimo Marquina, alias "El Necho", a quien se refirió como Trini, supuesto jefe de plaza en Amojileca.

Respecto a la violencia que se desató en Chichihualco, Salvador Rangel Mendoza confirmó que los enfrentamientos los sostenía el Cártel del Sur, de Isaac Navarrete Celís, con un grupo conocido como Los Jaleacos, lo que no ponía en riesgo la paz alcanzada en Chilpancingo.

El obispo emérito tenía buena relación con Isaac Navarrete, líder del Cartel del Sur, y quien al parecer permanece atrincherado en Tepozonalco, comunidad de Chichihualco.

Otro grupo con el que estableció buenas relaciones fue con Los Ardillos, que dirige Celso Ortega Jiménez, a quienes incluso llegó a referirse como "narcos buenos", ya que mantienen la paz en sus territorios.

Desde 2018 fue evidente su animadversión por el grupo de Los Tlacos y el Frente Unido de Policías Comunitarias del Estado de Guerrero (FUPCEG), que a través de un comunicado llegó a señalar que el obispo Salvador Rangel Mendoza era considerado como un objetivo para detenerlo y someterlo a reeducación.

En varias entrevistas, el prelado había hecho largas relatorías sobre sus viajes hacia Medio Oriente y el trabajo realizado en estados como Michoacán, donde al igual que Guerrero, se enfrentan serios problemas por la fuerza que tiene el crimen organizado.

EDD

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