Luego de que en 2007 dejara de utilizarse como cárcel estatal, el Fuerte de Perote en Veracruz necesita mil millones de pesos para llevar a cabo obras de restauración, pues el inmueble, que data del siglo XVIII, padece de un falta total de mantenimiento que han dejado los elementos estructurales, como es la madera de las vigas, a la intemperie, lo que ha permitido filtraciones de agua entre los muros, como constató MILENIO en un recorrido.
“No hay una dependencia que pueda solventar ciento por ciento el rescate (...) hemos hecho cuantificaciones. Nada más en una ligera restauración de tenerlo sin funciones, para darle mantenimiento a los techos y muros, y sobrepasan los mil millones de pesos”, dijo en entrevista Gilberto Castillo, ex alcalde del municipio de Perote (2005-2007).
El fuerte se terminó de edificar en 1777, en las colindancias con Puebla, por órdenes del virrey Joaquín de Montserrat. En la actualidad, este histórico lugar está a punto de quedar en las ruinas por la falta de recursos para su mantenimiento.
El castillo fue construido como protección ante una posible invasión extranjera en caso de que cayera San Juan de Ulúa, la otra fortaleza del estado ubicada a 122 kilómetros de distancia en la costa veracruzana. Este último, a diferencia de lo que sucede en Perote, actualmente es un atractivo turístico para la capital del estado, bajo la protección del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Durante el recorrido, se pudieron constatar zonas del Fuerte donde se han derrumbado techos o los muros están en pésimas condiciones, “vemos esto, que es parte original, y se cayó, son las vigas originales, la construcción. De alguna manera es para mí muy preocupante ver que algo tan importante en la historia de México se esté cayendo”, aseguró Martha Ágape, guía de turistas.
En tiempos de la guerra de Independencia el fuerte sirvió como guarida para las tropas de la Corona española.
De acuerdo con los registros históricos, ya iniciado el siglo XIX en el lugar estuvieron presos personajes como Fray Servando Teresa de Mier y Xavier Mina.
En 1823 se fundó el primer Colegio Militar del México independiente y un año después albergó la primera Escuela Naval.
En años posteriores, fue referente de batallas de un país convulso en conflictos internos y externos, como la Segunda Guerra Mundial. En 1942 un grupo de marinos alemanes e italianos, así como civiles de distintas nacionalidades, fueron internados en la estación migratoria que existía en la zona.
Fue hasta 1949, siendo presidente Miguel Alemán, cuando se reinaugura como reclusorio central del estado, estatus que mantuvo 58 años, hasta 2007 cuando una tragedia hizo replantear a las autoridades la permanencia del lugar como prisión.
Tras 12 años de abandono, ahora se busca hacer remodelaciones para instalar ahí tres museos: uno del Colegio Militar, otro de la Escuela Naval y otro de sitio. El problema son las cuentas, pues hasta el momento ninguno de los tres órdenes de gobierno ha mostrado interés por rescatarlo.