En México desde épocas ancestrales se han consumido insectos, en el valle central del país destacan principalmente los chinicuiles, también conocidos como gusanos de maguey.
Estos animales, propios del estado de Hidalgo, florecen en las raíces del maguey y forman parte de la riqueza gastronómica de la entidad, son guisados en salsas, mixiotes o en tamales, pero hay quien los prefiere fritos en comal para servir en taco, con limón y sal; tienen un alto valor nutrimental, pues son ricos en complejo B, así como minerales calcio, magnesio, además de proteínas.
De acuerdo con el Colectivo Cultural Jämädi, su consumo viene desde la época prehispánica en la que eran reservados para los personajes considerados “dignos”, ya que se atesoraban para los dioses. Su nombre náhuat es Chinicuilin que significa "gusano de chile".
Se trata de “una larva de polilla de la familia Hypopta Agavis, (que) habita en el maguey, específicamente en el Agave Angustitofolia y el Agave Salamiana”.
Además de su sabor único, los chinicuiles aportan una cantidad significativa de energía calórica, pues según estudios, estos gusanos pueden proporcionar más energía que alimentos tradicionales como frijoles, trigo y maíz.
“Pero su historia es compleja, ya que, en su estado adulto, los chinicuiles se convierten en palomillas de hábitos nocturnos, que llegan a depositar hasta dos mil huevecillos. Esta dualidad los convierte en una plaga para el maguey, el mismo agave que nutre nuestras tradiciones, como el pulque”, revela el colectivo.
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La naturaleza los llama
La temporada de los chinicuiles es entre septiembre y octubre, cuando truenos, anunciando las lluvias los empujan hacia el exterior porque ellos nacen y crecen en las raíces de los magueyes, es ese momento cuando son recolectados por pobladores de los valles del mezquital, Actopan Tulancingo, ya sea para satisfacer su antojo, pero sobre todo para aliviar su economía.
Sin embargo, la sequía que se vive en gran parte del país impactó hasta esta especie, pues este año no hubo truenos que los sacaran de sus guaridas, ni lluvia que regara los campos.
“Se ha escaseado un poco, pero pues sí nos ha dado un poco de producción, cuesta mucho sacarlos, recolectarlo, cuando está saliendo, por eso es caro”, reconoció Norma Cruz, vecina de Actopan y quien realiza la recolección de chinicuiles en temporada.
Sabina Chavarría, vecina de la comunidad de La Estancia, señaló que, aunque no hubo lluvias, sí tuvo producción de chinicuiles, pues estos se desarrollan en las raíces de los magueyes.
“Los gusanitos se mantienen del maguey, sí produjeron gusanitos del maguey”.
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Devastados
La recolección de esta larva también es el sustento para las comunidades de escasos recursos de esa zona, por lo que ante la falta de truenos no se podían quedar cruzados de brazos y en su afán por solventar su economía, las afectaciones a las plantaciones de magueyes no se hicieron esperar.
Monserrat, vecina de la comunidad de El Porvenir, del municipio de Santiago de Anaya, explicó que, sin truenos, el método para recolectar los gusanos ha sido removiendo de raíz los magueyes afectando a productores como Jesús Avilés Roldán, de San Antonio Oxtoyucan, municipio de Zempoala, localidad ubicada a unos 60 kilómetros del valle de Actopan.
Desde hace 52 años Jesús Avilés se ha dedicado a la plantación de magueyes, como lo ha hecho toda su familia desde su bisabuelo y una de sus plantaciones afectadas por los recolectores de chinicuiles apenas tiene cinco años.
“Se tiene la creencia que el día 10 de septiembre llueve y se salen todos los chinicuiles, pero ahorita no ha llovido y la gente sigue viniendo a hacer daños”.
Relató que, en una parcela de 10 hectáreas, tiene una plantación de unos 35 mil magueyes, entre maduros y recién plantados, de estos últimos, dijo, alrededor de dos mil 500 fueron tirados por chinicuileros.
Mientras Jesús Avilés lamenta sus pérdidas, los recolectores de chinicuiles se dan su agosto: venden una docena de estos gusanos en 40 pesos; mientras que medidas de un vaso tequilero los ofertan en 100 pesos; una lata de sardina en 750; un vaso de litro en mil 800 y un kilo puede valer hasta dos mil 500 pesos.
La demanda del gusano es tal que incluso hasta por redes sociales los están ofertando.
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Maguey, una especie protegida
Para que un maguey madure puede pasar entre ocho y 14 años. Es un proceso muy largo y ahora la devastación de estos agaves para sacar los chinicuiles es más que evidente, el campo, antes verde, ahora se muestra café por la deforestación.
En Hidalgo, el Código Penal Estatal establece en el Artículo 349 BIS, que: al que extraiga, corte, utilice, destruya, comercialice, transporte o almacene alguna de las especies de maguey pulquero, sus derivados y/o subproductos, sin la autorización requerida por la Norma Técnica Estatal NTESAGEH-001/2006, se le aplicará una sanción de uno a tres años de prisión y multa de cincuenta a cien veces la Unidad de Medida y Actualización vigente.
Además, en sus artículos 71, 74, 74 y 76 de la Ley para el Manejo Sustentable del Maguey del Estado de Hidalgo, se establecen sanciones que contemplan desde el aseguramiento precautorio de los magueyes y materias primas derivadas, así como de los bienes, vehículos, utensilios, herramientas, equipo y cualquier instrumento directamente relacionado con la acción u omisión.
Así como clausura temporal, parcial o total de las instalaciones, maquinaria o equipos, según corresponda, para el aprovechamiento, almacenamiento o transformación del maguey y materias primas derivadas; amonestaciones, multas suspensión temporal, parcial o total, de las autorizaciones de aprovechamiento o de las actividades de que se trate.
La imposición de las multas va de las 20 a las 5 mil veces la Unidad de Medida y Actualización y a los reincidentes se les aplicará el doble.
Con esto, don Jesús Avilés Roldán comentó que “encontramos a una pareja la semana pasada tirando el maguey, ya hicimos la denuncia correspondiente y esperemos que se haga algo, porque es un daño bastante considerable”.
Mientras tanto, el colectivo Cultural Jämädi llamó a hacer conciencia sobre el daño que provoca la deforestación, a plantar más magueyes para que se sigan disfrutando esos manjares, así como para preservar el equilibrio ecológico.
MO