Las últimas 10 vaquitas marinas (Phocoena sinus) del planeta, habitan en una pequeña porción marina de 225 kilómetros cuadrados –definida como Zona de Tolerancia Cero– en el Alto Golfo de California, donde la esperanza de salvarlas de la extinción mantiene los esfuerzos de patrullaje de la organización ecologista internacional Sea Shepherd, que dejó de perseguir directamente a los pescadores furtivos de totoaba, para establecer este año, un trabajo más estrecho con la Secretaría de Marina Armada de México, a través de la “Operación Milagro”.
“No quiere decir esto es todo lo que hay, puede haber más y no lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que logramos identificar a esas 8, eso fue lo que los científicos vieron, a pesar del mal clima. La buena noticia es que la vaquita sigue aquí y la mejor noticia es que éstas acciones que estamos tomando ahora, están siendo realmente efectivas y de ahí viene la esperanza”, dijo Pritam Singh, presidente de Sea Shepherd en entrevista con MILENIO.
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El Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita Marina (CIRVA), reportó un estimado de 10 vaquitas, con no más de 22 ejemplares y quizás únicamente seis, tras una expedición realizada entre noviembre y diciembre de 2018. Tres años después, entre octubre y noviembre de 2021, a bordo de los buques Narval del Museo de la Ballena y el Sharpie de Sea Shepherd, destacados científicos realizaron un nuevo estudio en el Área de Tolerancia Cero, donde hicieron ocho avistamientos de vaquitas con una o dos crías, durante cinco días de expedición.
“Mira este gran océano, tratar de encontrar una o dos vaquitas puede ser algo difícil, algunas veces hay mal tiempo. No creo que el hallazgo de ocho vaquitas indique una tendencia de alza o de baja necesariamente, pero el número importante es que al menos, logramos identificar ocho y al menos, una o dos crías”, dijo Pritam Singh entrevistado a bordo del buque patrulla oceánica “Sonora” de la Armada de México.
“La buena noticia es que la vaquita sigue aquí y la mejor noticia es que estás acciones que estamos tomando ahora, están siendo realmente efectivas y de ahí viene la esperanza. Sabemos que la vaquita sobrevive, sabemos que las acciones que estamos tomando están siendo más efectivas de lo que jamás han sido, y esa es la esperanza en el futuro”, expresó Pritam Singh.
Entrevistado por separado, Enoch Rizo, gerente de operaciones del Museo de la Ballena, capitán del Narval, dijo que al participar en la expedición de fines de 2021, logró avistar al menos, cuatro ejemplares de vaquita marina.
“Yo personalmente alcancé a ver a cuatro vaquitas, las dos veces era una madre con cría y eso me sigue motivando a seguir aquí. Sabemos que la población ha ido disminuyendo, pero la especie sigue luchando por sobrevivir, se sigue reproduciendo. Si a nosotros se nos quita la esperanza de salvar a una especie, ahí estamos derrotados”, dijo Rizo.
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Golpe de timón
Los buques de Sea Shepherd tienen presencia en el Alto Golfo de California desde 2015, a través de la “Operación Milagro”, custodiando el refugio de la vaquita marina y retirando las redes ilegales de pescadores furtivos de totoaba, donde se enreda y muere la vaquita; pero una serie de ataques cada vez más violentos contra sus tripulaciones, resultó en la muerte de un pescador que se lanzó contra uno de los barcos ambientalistas, el 31 de diciembre de 2020.
La organización se retiró del Mar de Cortés por un tiempo y a mediados de 2021 firmó un nuevo convenio con la Secretaría de Marina Armada de México; para evitar más confrontaciones, Sea Shepherd cambió su estrategia para trabajar estrechamente con la Marina, y en un viaje de prensa –convocado por primera vez–, nos mostraron su nueva relación.
“Ahora mismo es la temporada de totoaba y por eso estamos aquí en esta zona, porque el problema es que la vaquita se enreda dentro de la red de la totoaba, por eso es tan importante, especialmente con tan pocas vaquitas que quedan, por eso estamos aquí 24 horas al día”, dijo Octavio Carranza, director de operaciones de los barcos de Sea Shepherd.
A bordo de patrullas interceptoras de la Marina, nos trasladamos hacia el polígono de protección de la vaquita, para transbordar al buque John Paul DeJoria, que perteneció a la Guardacostas de Estados Unidos. También van a bordo el presidente de la organización Pritam Singh, activista ambiental, empresario, filántropo y estudioso de la religión y filosofía; acompañado por el CEO de la organización, Chuck Lindsey, un veterano jefe de Mando de la Guardia Costera de Estados Unidos.
En el puente de mando, la capitana Andrea Bill nos indica que nos estamos dirigiendo directo a la Zona de Tolerancia Cero; en la pantalla, muestra un rectángulo que representa la “zona” en medio del polígono de protección, subraya que la misión del John Paul DeJoria es “vigilar el área y buscar presencia de redes, en cooperación con la Armada Mexicana”.
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En entrevista con MILENIO, Octavio Carranza, uno de los pocos mexicanos dentro de Sea Shepherd, reconoció que tiempo atrás las acciones de la ONG en contra de la pesca ilegal de totoaba para proteger a la vaquita marina, se tornaban peligrosas para la tripulación, pero siempre contaron con el respaldo de la Secretaría de Marina.
“Nosotros ya no estamos sacando redes de la zona. Podemos –por ejemplo–, ver una embarcación que está dentro de la zona y podemos volar el dron para ir a ver qué está pasando y si están pescando ilegalmente, le mandamos un reporte a la Marina para que manden una interceptora y lo saquen de la Zona de Cero Tolerancia”, explicó.
Desde 2015, la flota de Sea Shepherd ha retirado más de mil redes ilegales del refugio de la vaquita, pero afirman que el nuevo protocolo reduce el tiempo de respuesta de la Marina, ya que un barco arriba a la zona entre 1.5 a 4.5 horas después de su reporte, y en algunos casos también se envía un helicóptero, aeronave o hasta un buque de guerra; o en otros casos, ya se encontraban en la zona.
“Antes hacíamos los reportes, pero iban a diferentes lugares de Conapesca o Profepa, pero ahora directamente a la Marina y es muy eficiente para la operación”, subrayó Octavio Carranza.
Al mostrar el gran rectángulo que representa la Zona de Cero Tolerancia, señala que “los científicos han dicho que las vaquitas, los ejemplares que verificamos, todas viven dentro de la zona de cero tolerancia”, por ello, las labores de protección se concentran ahí
“Creo que la efectividad de este plan, y de los recursos destinados han dado como resultado en una dramática reducción en las amenazas contra la vaquita marina, lo cual es el tiempo que permanecen las redes en el mar y cuántas redes hay en el mar”, añadió Pritam Singh.
En semanas recientes, la Secretaría de Marina colocó boyas para delimitar los 225 kilómetros cuadrados de la Zona de Tolerancia Cero, para que los pescadores tengan claro cuál es la zona por dónde no deben llevar a cabo ningún tipo de pesca, ni siquiera tránsito.
En el segundo día de recorrido, el Almirante Luis Javier Robinson, comandante de la 2a Región Naval de Ensenada se encontró con los directivos de Sea Shepherd en el buque patrulla oceánica Sonora de la Marina, al que descendió en helicóptero.
“Sigue habiendo tráfico ilícito, es una preocupación grande por parte de la Secretaría de Marina, combatir y disminuir ese tráfico ilícito a su mínima expresión y es el trabajo que estamos haciendo nosotros”.
En su oportunidad, el Contralmirante José Carlos Tinoco Castrejón, comandante del Sector Naval San Felipe refirió que este año se han extraído 70 redes de pesca, que suman una longitud de nueve mil 353 metros. En 2021, se retiraron 172 redes fantasma con una longitud de 44 mil 324 metros; mientras que en 2020, fueron 204 redes con una longitud de 36 mil 424 metros y en 2019, se retiraron 253 redes con una longitud de 45 mil 336.
En lo que va del año, solo se ha decomisado una totoaba muerta; en contraste en 2019 se decomisaron 20 vivas y 148 muertas; en 2020 fueron dos vivas y ocho muertas y en 2021 se decomisaron 10 vivas y 13 muertas.
“Los resultados han sido positivos en términos generales, nos dan indicativos por estadística que la población pesquera ha ido comprendiendo el trabajo de nosotros, de Sea Shepherd, que no es contra de ellos, es en beneficio de todos”, añadió el Almirante Luis Javier Robinson.
Los operativos de la Marina incluyen revisión en tierra a los pescadores que ingresan al muelle, junto con autoridades de Conapesca y Profepa; los inspeccionados afirman que los pescadores ilegales están a lo largo del malecón.
“Lo que deben de revisar más es el malecón, de ahí salen muchas pangas que no tienen permiso”, dijo el pescador de chano Roberto Alejandro López al mostrar sus permisos a las autoridades pesqueras y añadió: “a todas horas salen y eso afecta a los que tenemos permiso. Salen por el malecón, salen a pescar donde sea. –¿No hay presencia de la Marina? Sí hay, pero no hacen caso, aseguró.
Crispín, quien se dedica a la pesca deportiva incluso afirmó que si una totoaba “se llega pegar (a su anzuelo) pues la liberamos, le reventamos el buche y ya vienen los lobos y la empiezan a morder, se la comen”.
¿Extinción inminente?
La vaquita marina, una especie endémica del Alto Golfo de California es una de las especies en mayor peligro de extinción en el planeta. De acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, se han perdido 98.6 por ciento de la especie endémica del Alto Golfo de California y quedan al menos diez en esta zona, por lo que existe un riesgo inminente de que en un futuro pueda extinguirse.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), es una especie de la que históricamente no se sabía mucho y fue hasta 1958 cuando se describió formalmente. Para el año de 1997, los científicos del CIRVA estimaron una población de 567 ejemplares. En una expedición realizada en 2008, reportaron 254 vaquitas.
Con el paso de los años, su declive se fue agudizando; en expediciones de 2013 reportaron solo 97 vaquitas; para 2015 registraron 100 ejemplares; en 2015, la población bajó a 60 vaquitas; en el verano de 2016 cayó a 30 ejemplares, hasta que en 2018, registraron menos de 22 vaquitas, un estimado de 10 vaquitas, las últimas que subsisten a la codicia de pescadores furtivos del pez totoaba, otra especie endémica en peligro de extinción en el Golfo de California.
La totoaba es cazado furtivamente para el comercio de su vejiga natatoria en los mercados negros asiáticos, a sus buches, se le conoce como la "cocaína acuática" debido a su alto valor, se estima que cada una puede valer hasta 100 mil dólares; de ahí que los esfuerzos de las autoridades se complican en la erradicación de su captura y tráfico ilícito.
LG