Sierra Norte de Puebla, casa de los helechos arborescentes

Edición Fin de Semana

Huéspedes desde la prehistoria, esta especie está amenazada por el daño que recibe su hábitat y la extracción de maquique.

Helechos arborescentes de la Sierra Norte de Puebla. (Andrés Lobato)
Rafael González
Puebla /

Los helechos están entre las plantas más antiguas de la Tierra. Se trata de organismos que surgieron cuando había gran cantidad de dióxido de carbono (CO2) y, curiosamente, cuando aparecieron las angiospermas, que ahora dominan al planeta, no se extinguieron, por el contrario, aumentaron su diversificación aprovechando los nichos ecológicos dejados por las plantas con flor.

Dentro de las plantas vasculares los helechos son las más viejas y las más primitivas que disponen de estomas funcionales. Son fósiles vivientes que han sabido adaptarse a los diferentes cambios climáticos y sobreponerse a los eventos catastróficos que ha experimentado nuestro mundo.

Durante largos periodos de tiempo estas plantas dominaron el orbe. Su origen puede remontarse a 420 millones de años atrás, mucho antes de que sobre su faz aparecieran los dinosaurios.

Se estima que estuvieron más de 150 millones de años evolucionando solas. Según el registro fósil, los helechos arborescentes formaban impresionantes bosques, mucho antes del periodo clásico de los dinosaurios, el jurásico.

Son relictos de la vegetación del planeta de hace millones de años. Visitar estas plantas es, de cierto, modo como ingresar a un túnel del tiempo, a un viaje de años atrás, al periodo carbonífero, una división de la escala temporal geológica.

Los helechos arborescentes no producen flores ni frutos. (Andrés Lobato)

Su hábitat

Caracterizados por sus follajes atractivos de gran verdor, los helechos son plantas que no solo varían de forma, sino también de tamaño, habiendo unos de gran porte, que pueden llegar a medir hasta 20 metros de altura, a los que se les conoce como helechos arborescentes (Cyathea arborea).

Esta especie habita principalmente en lugares con gran humedad, y en Puebla estas condiciones se pueden encontrar en la parte norte del estado. En la Sierra Norte puede observarse un buen número de estos majestuosos ejemplares.

En México se calcula que existen 14 especies de helechos arborescentes, y en Puebla alrededor de ocho; esto quiere decir que en la entidad poblana vive 57 por ciento de las especies de helechos arborescentes del país, constituyendo esto un valioso patrimonio natural.

Lamentablemente se estima que estos gigantes están en peligro de extinción. Se marcan dos factores: la pérdida del hábitat donde viven, y al uso indiscriminado para la obtención de maquique, es decir, a las raíces que recubren sus tallos, las cuales, al ser retiradas, le provocan la muerte a la planta.

Además de la elaboración de artesanías, este material natural se destina como soporte en el cultivo de orquídeas, en específico a sustrato para enraizar a estas plantas monocotiledóneas que se distinguen por la complejidad de sus flores.

Por su gran altura y sus atractivas frondes de algo más de un metro de largo, a los helechos arborescentes se les confunde en ocasiones como palmeras, sin embargo, esta planta no produce flores ni frutos, como las palmeras, y además presentan soros (agrupación de esporangios localizado en los bordes o envases de una fronda fértil).

Cuenta con un tronco sin espinas de poco más de 12.5 centímetros de grosor, en el cual no desarrollaron corteza como los árboles; por lo tanto, se puede decir que presentan un tallo recubierto de raíces fibrosas, que lo ayudan a tener soporte y cierta rigidez, pudiendo con esto alcanzar grandes alturas. 

Su corona está compuesta por diez o más frondes u hojas. Su ritmo de crecimiento es, al igual que el de todos los helechos arbóreos, de medio a lento. Si las condiciones de cultivo son las apropiadas, sacará unas tres o cuatro frondes por año. Se estima que el tiempo aproximado que tardan los helechos arborescentes en alcanzar sus grandes alturas son 60 años o más.

Cuentan con un tronco sin espinas de poco más de 12.5 centímetros de grosor. (Andrés Lobato)

Reproducción y crecimiento

La presencia de los helechos está asociada generalmente a lugares muy húmedos, lo cual se debe a que para reproducirse necesitan de agua externa, ya que sus células sexuales masculinas tienen largas proyecciones o colas con las que se desplazan por el vital líquido para llegar a fecundar el “óvulo”.

Estas plantas se reproducen a través de esporas, que están en el interior de microscópicas estructuras, que en su conjunto conforman al soro. Éste último se encuentra generalmente debajo de las hojas, y a veces está protegido por una capa delgada de diversas formas llamado indusio.

Según de la especie de helecho, las esporas pueden tardar en germinar desde unos cuantos días hasta más o menos siete meses. Un helecho puede madurar en un lapso que va de uno a diez años. Una vez que maduran pueden producir gran cantidad de esporas.

Cabe decir que no todas las esporas que producen son viables. Al dispersarse, algunas pueden llegar a sitios que no favorecen su germinación y otras germinan pero son atacadas por depredadores.

Durante el ciclo de vida de los helechos arborescentes, una vez que germina la espora, dan lugar a una estructura microscópica llamada gametofito, que generalmente tiene forma de corazón. Al gametofito se le considera una planta miniatura, ya que es fotosintético, así como las plantas, tiene pequeñas raíces y estructura reproductivas.

Una vez que se produce la fecundación, el gametofito dará lugar al joven helecho (esporofito), que poco a poco se irá desarrollando, y el gametofito se reabsorbe. Al igual que el resto de las plantas, los helechos arborescentes contribuyen a la regulación del clima, a evitar la erosión o pérdida del suelo donde se producen nuestros alimentos, y proveen de oxígeno, entre otros beneficios.

También sirven además de casa para otras plantas, como por ejemplo de las citadas orquídeas, e incluso de otros helechos pequeños, que por sus hábitos de crecimiento necesitan de un soporte natural sobre el cual desarrollarse.

Su ritmo de crecimiento es de medio a lento. (Andrés Lobato)

Cuidado del helecho

En el municipio de Xochiapulco, Puebla, en el centro recreativo Atzalan, donde se localiza la cascada La Gloria, la cual es alimentada por el río Apulco, los ejidatarios han tomado conciencia de todos los beneficios que conlleva el cuidado de su entorno, motivo por el cual han emprendido labores para cuidar estas plantas y su hábitat.

Han destinado esfuerzos a la preservación de los manantiales, veneros y bosques vecinos que rodean a los senderos donde se localizan los helechos gigantes. Califican esta zona como un tesoro, la cual sirve para dar vida, pero no solo porque produce oxígeno, sino que es el hogar de otras especies. 

“Este lugar lo cuidamos para que a nuestros hijos y nietos nunca les falte el agua, una de las principales fuentes de vida”, asegura Artemio Zaragoza Juárez, originario de la localidad y quien conserva la tradición de la elaboración artesanal de máscaras de madera para las diferentes danzas prehispánicas y autóctonas de la región.

El hombre, que forma parte del grupo de ejidatarios que manejan el centro recreativo Atzalan, revela que para sus artesanías emplea madera de hilite, una especie arbórea de hasta 25 metros de altura, con tronco grueso, ramificado desde un metro de alto, con corteza gris clara y lisa con verrugas horizontales.

Sin embargo, para mantener a la población de este árbol, que tarda en crecer de tres a cuatro años, también se da a la tarea de plantar, pues está consciente de que debe existir un equilibrio entre el consumo y el abasto para poder mantener viva esta actividad. Además, dice que para preservar el espacio, se les solicita a los visitantes no talar, cazar ni tirar basura; y se realizan recorridos de vigilancia.

Aunque existen muchas variedades de helechos, los gigantes son los más atractivos y evolucionados. De hecho, se considera que fueron las primeras plantas con tronco o tallo grueso. Lamentablemente, en nuestros días cada vez es más difícil encontrar un bosque de esta especie y donde existe es porque la especie humana no ha perturbado.

Cabe destacar que es rara la existencia de estos bosques de forma natural en nuestro planeta. Hoy existen pocos y se localizan en zonas tropicales, subtropicales y templadas, pero siempre en pequeños bosques. Asimismo, es posible localizarles en las partes húmedas de Australia y Nueva Zelanda, donde el helecho es emblemático, así como en México, uno de los pocos sitios con este tipo de bosques y paisajes prehistóricos.

Su corona está compuesta por diez o más frondes u hojas. (Andrés Lobato)

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