El sueño americano es un mito, asegura el activista y artista plástico, Enrique Chiu

Los muros se hacen por egos, por envidias, pero “El muro de la hermandad” es colectivo, artístico y lleno de esperanza, dice.

El artista plástico y promotor cultural, Enrique Chiu. (Especial)
Norma Ponce
México /

Para el artista plástico y promotor cultural, Enrique Chiu, haber vivido desde la infancia entre México y Estados Unidos le dejó una gran enseñanza y aprendizaje que tenía que plasmar.

Hoy, a sus 40 años, el jalisciense se define como un artista inquieto que busca promover el arte con beneficio y causa. Cuenta con más de 800 obras, 200 exposiciones individuales y más de 300 colectivas alrededor del mundo.

Su obra más icónica y conocida entre ambas naciones es justamente “El Muro de la Hermandad”, la cual lleva toda la fuerza en el mensaje de los migrantes, a través de una exposición sencilla, sublime y colorida.

¿Consideras tu arte como activismo?

Soy activista de hueso colorado. Los activistas somos gente que nos dedicamos al arte para beneficiar diferentes causas. Vivir en Estados Unidos como migrante fue difícil porque no tenía trayectoria, pero me permitió convivir con hispanos y chicanos. Ahora intento vincular el arte con la sociedad y dar pláticas de migración.

¿Es real el sueño americano?

Es un mito y no todos lo logran. La primera vez que ingresé ilegalmente a los Estados Unidos tenía ocho años, luego regresé a Guadalajara donde tuve una juventud llena de cultura, folclor, estudio y rigor familiar. A los 16 años regresé tras recibir una visa de estudiante. De noche trabajaba como cocinero, salía a 01:00 y entraba a las 07:00 horas al colegio. Uno sacrifica mucho por ese sueño; la familia, el tiempo, su libertad y diversión, por eso es que muchos fallan en esa vuelta. Trabajé cuatro años 16 horas al día. Terminé mi carrera de mercadotecnia en Long Beach y empecé a crear y eso me llevó a crecer

¿Qué opinas de estas divisiones qué hay en las fronteras, hay algo absurdo con los muros?

Tengo 13 años viviendo en Tijuana y me ha tocado ver deportaciones. Transformamos un muro fronterizo mal humorado, de maldad, de vergüenza, de tristeza, de muerte, en un “Mural de la Hermandad” que es colectivo, artístico y lleno de esperanza. Los muros se hacen por egos, por envidias. Era un muro oxidado y triste y ahora lo ves y se convierte en un proyecto colectivo, con sueños, con oraciones positivas y se convierte en un tema cultural, social, político e internacional en el que se suman miles de personas a diario para poder mandar ese mensaje conmigo

¿Cómo lograste el permiso para pintar el muro?

Empezamos el 1 de diciembre de 2016, el proyecto empezaba con 100 metros lineales y platicamos con Hilary Clinton en San Diego para poder hacer esa intervención. Mandé una carta permiso a Barack Obama y otra al Departamento de Migración en San Isidro. Me respondieron que, sí podía pintarlo, pero solo del lado mexicano y dije: perfecto es el lado que se requiere pintar. El simbolismo que tiene el muro fronterizo del lado mexicano no es lo mismo al lado gringo y es por toda la gente de México y Sudamérica, todos los que topan en Tijuana y al final se quedan atorados. Intervinimos con frases de hermandad, amor y de paz. El objetivo principal era que lo viera todo mundo. Un medio sacó una nota tremenda diciendo que un artista mexicano desafiaba a Donald Trump. Se creó un momento cultural, social y político y me empezaron a bloquear y ya no podía cruzar a Estados Unidos. Para mí no era un tema de pleito si no de armonía y hermandad de unión. El proyecto ha crecido y se han sumado más de 5 mil personas a nivel mundial entre artistas, niños, ciudadanos familias. Ellos han hecho de este proyecto un sueño que no se puede terminar.


¿Qué buscas reflejar?

Incluir a la gente en un proyecto que está causando un fenómeno es motivante. Que saquen toda su expresión y emoción. Cuando trabajo con los niños en los albergues, les provocamos que quieran ser más constantes, más provocadores, queremos que vayan con fuerza a otro país y con esa inocencia con la que van caminando desde el centro de Sudamérica hasta llegar a esta frontera, que se lleven esa emoción y bonito sentimiento, eso queremos causar con el arte

¿Qué relación hay entre tus colores favoritos y la vida?

Veo la vida muy positiva aunque crecí con momentos grises. A mis 17 años vi que el sacrificio era una parte importante para mi felicidad y decidí ponerle color a todo y sobre salir. Tengo 10 años que todo se me resbala. Todos somos momentáneos, pasajeros y por eso hacer lo que hago y compartirlo es llenar de colores más mi vida. El rojo es mi color favorito porque es pasión, es atracción

¿Cuál es tu alimento para el alma?

Me emociono todos los días porque de unos 15 años a la fecha todos los días conozco a alguien diferente y es increíble. Me alimenta el alma ese momento de conocer gente y que podamos compartir la emoción de vivir, de pintar

¿A quién admiras?

A mi abuelo Ramón Chiu, crecí con él y me enseñó a ser fuerte y estricto, a ser rudo y valiente. Es una persona con mucha educación y lógica. Después de estar 20 años en la milicia nos traía en jaque, pero es que si no eres valiente a veces no logras hacer las cosas

¿Te consideras alma libre?

Lo soy desde hace muchos años. Lo artístico superó a lo comercial y tengo 18 años como galerista y director. Tengo cuatro galerías en el país y una en Estados Unidos, así como una academia de arte en Tijuana.

ledz

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