Al obispo de Ciudad Victoria, Antonio González Sánchez le fascina la música mas no el bailongo, menos el reguetón, “a eso no le doy”. Se declara atrapado en el pasado, le fascina la obra clásica de Johann Sebastian Bach y Ludwig van Beethoven, las baladas, boleros, en pocas palabras la música romántica.
Aseguró que desde los siete años sintió el llamado de Dios y ahora a sus 73 años, sigue confirmando el llamado de Dios: “Soy feliz en lo que Dios me llamó, yo respondí al llamado de Dios y le dije que sí”.
Antes de llegar a la Diócesis de Ciudad Victoria comentó que ingresó al Seminario de Tijuana en 1960 donde estudió Filosofía y Teología, y fue ordenado sacerdote el 10 de junio de 1973.
En septiembre de 1990 fue enviado a Roma para estudiar Teología Espiritual en la Pontificia Universidad Gregoriana. Estudios que concluyó en 1992, para luego ingresar a la planta de formadores del Seminario Mayor como director espiritual.
Más tarde, fue nombrado por Su Santidad Juan Pablo II como obispo de Ciudad Victoria el 3 de noviembre de 1995 y consagrado el 14 de diciembre del mismo año.
¿Cómo fue su niñez?
Nací en una familia católica en Tijuana, ahí me crié, tengo dos hermanas, mis papás ya fallecieron. Ahí empezó a surgir de niño un atractivo por la figura del sacerdote, nunca fui monaguillo pero asistíamos a la iglesia. Yo entré al seminario a los 13 años que era la edad en que entrábamos la mayoría, ahora entran terminada la secundaria o la preparatoria. Dentro del seminario hacíamos lo equivalente a secundaria y preparatoria pero sin documentos oficiales. Obviamente fui creciendo en edad y fui conociendo más lo que significa ser sacerdote y conforme van pasando los años sobre todo en los estudios teológicos confirmo mi vocación.
¿Cómo fue ese llamado?
Al asistir a misa me llamaba la atención la vestimenta, su sotana negra, me llamaba la atención verlos así y la forma de dar la misa, el mensaje, verlos celebrando misa, así fue el atractivo. Era un niño, no sabía lo que implicaba, pero así empezó.
¿En qué ocupa su tiempo libre?
La lectura es fascinante, leo lo que es de la iglesia básicamente, sobre todo los libros teológicos; obviamente he leído en su momento los clásicos, el Quijote de la Mancha, La Divina Comedia, entre otras obras más. De política el último que leí es “El pueblo soy yo” de Enrique Krauze, que veo como una especie de historia política, Krauze a eso se dedica, a sacar historia, nunca menciona el nombre, pero en el libro se ve a quién se refiere; incluso he leído en torno a Luis Donaldo Colosio, donde todos hablan maravillas de él, pero en definitiva hay que leer. En temas teológicos de pronto agarro a San Agustín con “Las Confesiones” o “La Ciudad de Dios”.
¿Cuál es la música que le agrada?
Me gusta mucho la música clásica, me gusta mucho Johann Sebastian Bach, Piotr Ilich Tchaikovski y de Ludwig van Beethoven, además la música romántica sobre todo de los tríos me gusta mucho y la música ranchera. Antes la música era enseñanza por eso la clásica es clásica es música que eleva el espíritu, era y es otro tipo de música y creo que eso nunca va a pasar de moda.
¿Y el reguetón?
A eso no le doy por ahí, no escucho ese tipo de música, yo sigo con discos de vinil, acetatos, discos físicos. Creo que la música antiguamente era una enseñanza para mucha gente. La música clásica es clásica porque sigue vigente a pesar de todo y es música que te apacigua, por eso se dice que la música apacigua hasta a los animales.
¿Le gusta el baile?
Creo que ha cambiado mucho, como todo en la vida hay cosas mejores y no tan mejores. Ahorita varios sacerdotes bailan y la gente se está acostumbrando a eso; en lo personal no me gusta bailar.
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¿Cómo le gusta vestir?
Generalmente me gusta vestir de manera conservadora, la mayoría anda en jeans; yo por mi parte tengo jeans pero nunca me puse ni me he puesto jeans en una oficina parroquial y es mi forma de ser, no es que me lo hayan impuesto o así pero es mi forma de ser, yo no sé si lo traigo de mi madre, digo no recuerdo que mi madre me haya dicho que no me vistiera así.
¿Qué recuerda de esos años de estudiante?
El seminario es como cualquier instituto y la clásica ya sabes, se ponían apodos, sí, poníamos apodo sobre todo de animales, lo más clásico, gracias a Dios a mí no me pusieron.
¿Le gusta el ejercicio?
Me gusta caminar, voy al estadio Marte R. Gómez a caminar y hacer ejercicio, ese es el lugar en que camino y me ejercito.
¿Hay algo que le inquieta?
Hay tres cosas que me preocupan: los valores, los jóvenes y la tecnología. Hoy los padres de familia no inculcan valores cristianos a sus hijos; por otra parte los jóvenes de ahora tienen muchas distracciones igual que la sociedad en general y por lo tanto los jóvenes de hoy se han vuelto muy materialistas y han bajado los matrimonios no solo por la iglesia sino también por el civil.
El joven hombre o mujer ya no quieren compromisos y los pocos que se casan ya van pensando en divorcio, por eso es alentador ver parejas que tienen 50 ó 60 años de casado.
La misma tecnología, las clases en línea, todo eso debe preocuparnos sobre qué profesionistas vamos a tener de aquí a 20 años. Hace años la frase era “el mundo cambia cada 100 años” y ahora cambia cada año, vivimos muy rápido. La tecnología, las computadoras, tabletas y teléfonos no son malos, ya el uso que se les da es otro problema es el cambio de los tiempos.
¿Qué le falta a los estudiantes y a la juventud?
Recuerdo que hace 35 años platiqué con un general del Ejército y yo le preguntaba cuál era la mayor enseñanza; él dijo: “la disciplina”. Le pregunté: ¿la aplica a sus hijos? “No tan enérgica, pero sí la aplico”.