Un grupo de al menos 50 migrantes michoacanos llegaron a la Garita de Otay, en Tijuana, en busca de que el gobierno de Estados Unidos los escuche y agilice el trámite de asilo político para que puedan entrar al país.
“Pedimos ayuda para nuestros hijos, ya que debe de ver el gobierno norteamericano que aquí corremos peligro todos”, declaró de manera anónima una madre de familia originaria de Apatzingán.
La mujer llegó caminando con sus dos hijos menores de edad, los cuales cargan mochilas con un poco de ropa. Se reunieron a un costado del cruce peatonal y vehícular, hasta dónde llegó Alejandro Salinas, coordinador del Grupo Beta del Instituto Nacional de Migración (INM), quien les pidió desistir.
“Venimos a solicitar el asilo político, pero que todo está cerrado que no hay opción”, externó la madre de familia que tiene nueve meses viviendo en Tijuana.
Ella vivió en El Chaparral, en donde migrantes centroamericanos y mexicanos instalaron un campamento por casi un año, hasta que las autoridades los removieron hace dos semanas.
“No venimos en plan de hacer un alboroto, ni nada”, aclaró al funcionario del INM un joven padre de familia.
Le explicó que si llegaron al cruce fronterizo es porque “queremos que nuestros hijos tengan un mejor futuro, que vivan sin miedo”.
Advirtieron que no se irán hasta ser escuchados.
Otra mujer de Michoacán pidió sean escuchados por algún representante del gobierno norteamericano.
“Y entonces sí, si después de escucharnos dicen que no. ¡Ok!. Pero que nos escuchen primero”, clamó mientras un grupo de ocho agentes de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) se colocaron en barrera frente a los migrantes mexicanos.
“Yo no puedo garantizar que los escuchen o no”, les aclaró Salinas.
Algunos migrantes se pararon frente a los agentes de CBP para pedirles una explicación, pero no tuvieron ninguna respuesta.
ledz