Hay en Tlaxcala una comunidad al pie de la montaña La Malinche, que cada año se transforma en una villa navideña casi de forma natural. Aquí los pobladores iluminan sus casas con un estilo extraordinario, construyen nacimientos monumentales algunos con animales vivos; y las puertas se abren para recibir a miles de turistas que llegan a caminar para sorprenderse con este pasaje navideño.
Es la navidad al pie de la montaña, una tradición autóctona del pueblo originario de San Pedro Tlalcuapan, comunidad del municipio de Chiautempan, asentada a las faldas de La Malinche donde la temperatura desciende por debajo de los cero grados en la época decembrina, lo que hace del pueblo una villa casi auténtica.
Sin embargo, este 2022, la tradición se vio opacada, oscurecida; la villa de San Pedro Tlalcuapan casi está apagada. Faltan nacimientos, faltan luces, faltan adornos porque algunos vecinos decidieron ya no colocarlos.
La gente ya no llegó como antes lo hacía, las calles parecen desoladas; los lugareños lo atribuyen a que diferentes gobiernos municipales de Tlaxcala y el gobierno estatal prefirieron instalar su propia villa navideña como un espacio comercial que les deja más ganancias para ellos, que impulsar el atractivo en el que se había convertido la villa navideña de San Pedro Tlalcuapan y que beneficiaba a una comunidad de origen náhuatl.
“Nos copiaron porque nosotros fuimos casi los iniciadores de todo esto; por ejemplo, ya ahorita en Contla hubo desfile, pero nosotros fuimos los primeros que hicimos todo esto”, dijo Roberto Meléndez, iniciador de la tradición.
Cuando don Roberto habla de Contla, se refiere a un municipio de Tlaxcala donde el gobierno municipal organizó un desfile navideño con figuras alusivas de las series japonesas de los años 80. El Ayuntamiento de Huamantla, uno de los dos pueblos mágicos de la entidad, habilitó la Aldea Mágica, mientras que, en Apizaco, las autoridades ofrecieron al turismo la Fábrica de Santa y la Villa Feliz.
Esos sets de luces y espectáculos navideños, adaptados en otros municipios, a decir de quienes viven en Tlalcuapan, pusieron en riesgo la tradición de esta comunidad que inició en la década de los 80 cuando migrantes empezaron a enviar desde Estados Unidos peculiares luces y adornos, y en esta comunidad surgió un sincretismo que mezcla a los personajes de la época decembrina de ese país con los de México.
Don Roberto persiste junto con la tradición, y aunque es evidente la disminución de luces y adornos, así como la afluencia del turismo, asegura que seguirá adornando su casa dentro del pasaje de la villa de Tlalcuapan.
“Casi como nosotros fuimos los iniciadores, pues para que no se pierda esta tradición porque si ya no adorno se va a ir perdiendo; mientras podamos vamos a seguir adornando”, espetó.
En Tlalcuapan era típico pasar a la casa de la familia Ayapantecatl donde el patio se convertía en un nacimiento monumental con animales disecados; había caballos, tlacuaches, ardillas, águilas, perros, patos. Desde este 2022 decidieron ya no instalarlo ni abrir la vivienda al turismo.
“La población se quedó así, tranquila, nada más no hay gente, ¿por qué?, ves las redes sociales y hay evento por acá, evento por allá”, expresó Efraín Ayapantecatl.
La presidencia de comunidad prometió que en San Pedro Tlalcuapan habría 600 nacimientos monumentales y un pasaje de al menos tres kilómetros de luces, pero no es así. La villa navideña de esta comunidad casi se apaga.
aag