Cientos de adultos mayores llegan al Palacio de Justicia de Torreón para que les sean entregados los giros postales donde el gobierno federal a través del Programa para el bienestar de los adultos mayores les deposita una pensión.
Desde temprana se trasladan con dificultad en autobuses o taxis cuando no los llevan sus hijos en el automóvil, y se les amarga el rostro cuando les dicen que su pago saldrá por la tarde.
Algunos se van y otros a pesar de las horas que pasarán en la calle deciden quedarse cerca del sitio para no gastar más dinero y poder cobrar en caja el depósito bimestral de 2 mil 620 pesos, que en esta ocasión se les anticipa en medio del anuncio de la pandemia por el coronavirus.
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Los que fueron insertados a un modelo de pago en tarjeta de débito podrán permanecer en sus casas, pero los que no, deben llegar a preguntar si el giro ya les llegó.
En medio de la contingencia que suscita la presencia del coronavirus, incluso desde ejidos éstos deben salir por la pensión que les permitirá en la mayoría de los casos, poder contar con recursos para abastecer su canasta básica y pagar algunos servicios.
La amabilidad de los funcionarios federales es condición en cuanto a la atención porque, aunque sabios, se cansan y entonces pelean entre ellos porque algún 'vivillo' se metió en la fila, o se enojan y protestan ante una espera carente de honra y estimación, pues incluso son ahora rociados con vinagre que dicen, es un desinfectante natural y de algo ha de servir para combatir la propagación del virus.
A las dos de la tarde el calor rebota en el concreto de las banquetas del edificio de gobierno. Se trata de los días más calurosos en La Laguna con reporte meteorológico de los 38 grados centígrados sin posibilidad de viento o tolvaneras. En este cielo despejado y con cero probabilidad de lluvias que amaine el ardor climático, los adultos mayores permanecen en la espera.
A pesar de que se hacen esfuerzos extraordinarios por acelerar el tiempo de atención para permitir que vuelvan pronto a sus casas, las largas filas de hombres y mujeres continúan, algunos con andadores y sillas de ruedas. Y son justamente los que necesitan de apoyo para movilizarse los que pasan primero. Los demás hacen una danza de silla en silla hasta llegar al interior del edificio.
La instrucción es que los funcionarios permanezcan limpiando constantemente las áreas de trabajo y que fomenten la distancia entre los beneficiarios, de acuerdo a la indicación de la Secretaría de Salud. En suma, que se mantenga “una sana distancia” entre las sillas, pero son tantos que no es justamente la de un metro entre uno y otro.
Las idas y vueltas de los funcionarios hacia el Oxxo en la esquina de Juárez y Galeana son constantes para comprar sueros y otras bebidas hidratantes porque ellos también sienten las inclemencias del tiempo y deberán permanecer hasta que se atienda al último ciudadano.
Parece que todos sufren esta entrega y no queda más remedio que aguantar el calor sofocante y el mal humor que genera. Después de dos horas y media de espera, doña Elia sale con su pago.
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Y al ser cuestionada sobre lo que hará tras su salida, su respuesta ilustra el tiempo contingente: “Llegando a la casa voy a comer y luego a bañarme porque nos hacen poner la cola en la cola de la cola. Vamos poniendo las nalgas en la silla del que va adelante sin darle tiempo de respirar a la silla, ya quisiera quitarme este pantalón. Y el problema no son las mujeres porque vienen limpias, el problema son las colas de los hombres que vienen bien cochinos”.
EGO