Tras los devastadores efectos del huracán Otis hace un año, y John hace un mes, Acapulco se enfrenta ahora a nuevaS tormentaS: la burocracia, desinformación y corrupción.
Familias afectadas por las inundaciones y los deslaves denunciaron a MILENIO una distribución desigual de la ayuda, irregularidades en los censos para reubicación, incluso con el cobro de supuestos pagos para obtener una constancia que acredite ser damnificado, dejando a muchos sin esperanza y sin voz.
Mientras luchan por reconstruir sus vidas, vecinos de colonias La Libertad, Olivos, San Agustín o incluso en comunidades rurales ya en las orillas de Acapulco como Garrapatas en el ejido de Cacahuatlan, el río o el cerro desapareció varias decenas de viviendas, las dejó incomunicadas, otros están en un inminente riesgo de que lo poco que les quedaba se lo lleve la próxima lluvia, o la rapiña.
Hoy, las familias que cuidan sus montañas de escombros se cuentan por cientos, esperan a que suene su teléfono como les prometieron, y aguardan a que llegue alguien con un plato de comida caliente.
“Se la llevó el pingüino”
“La calle Pingüinos, se la llevó el pingüino”, ironiza Teresa Arreola, mientras señala el río que ahora pasa por lo que era su domicilio en la colonia Ampliación Los Olivos.
Doña Tere, de 70 años, es una de las muchas víctimas de esta catástrofe. Su hogar, construido con madera y lámina sucumbió ante la fuerza del acrecentado canal.
“Aquí estaba pero era de madera, era lógico… Mire las de material cómo están bien tiradas, se las llevó, la mía que era de madera pues hasta más rápido… ni siquiera le hizo cosquillas en la muela.
“Cuando pasó el Otis decimos que nunca había pasado pero fue rápido. Tres horas hizo lo que quiso, pero esto fue 5 días cinco días llueve llueve llueve recio inundaciones que no podíamos ni salir a comprar nada todo estaba inundado muy triste”, relata a MILENIO.
Tere vendía ropa los miércoles en el mercado, pero su puesto también se fue con la tormenta. Ahora vive con un vecino en el que espera ser reubicada y su único sustento es su pensión de adulto mayor.
-Dice Protección Civil que esto va a ser reubicable, que no hay vuelta de hoja, que aquí ya no son zonas habitables.
-¿Les dijeron a dónde?
-No nos han dicho aún. Nos dijeron que solamente diéramos el número de teléfono para que por medio de ese número se comunicarán con nosotros… y quizá nos darían el puro terreno.
Pero no pierde el sentido del humor: “pero si nos mueven a diamante yo no me voy”.
Desde hace un mes, su vecino le da refugio en su casa, también de madera y asbesto, con un inminente riesgo de que en la próxima lluvia se la lleve el río. No así, mantiene la esperanza.
“Dicen que la esperanza del pobre muere al último, así que entonces hay que esperar.
“Yo imagino que van a venir por etapa donde haya más daño es donde van a soltar apoyos como ahora aquí que va a haber reubicación que lo lleven a otro lugar pero que sea un lugar donde se pueda vivir”, confía Teresa.
A unos metros la incertidumbre es el sentimiento de abandono que predomina. Ezequiel muestra su casa, no la perdió, pero sí todas sus pertenencias, incluyendo los enseres que le proporcionó el gobierno tras el paso de Otis.
Las autoridades locales han prometido reubicar a las familias de la calle pingüinos, pero hasta el momento no se han proporcionado detalles sobre las fechas, los lugares de destino ni los apoyos que recibirán
“Vinieron de protección civil a levantar un censo para la reubicación, pero hasta ahí no sabemos nada, no nos han dicho absolutamente nada, a dónde nos vamos a ir ¿cómo le vamos a hacer?”.
"Aquí no hay nada de pingüinos ya se fueron no quedó nada todo se llevó el John se llevó todo", afirma Ezequiel, resumiendo la tragedia que ha vivido esta calle.
Llegaron, pero no censaron todas las casas… y se fueron
El único camino que conectaba la comunidad de Garrapatas con Acapulco dejó incomunicadas a por lo menos 150 familias. Los primeros en llegar, fueron “los de los censos”, pero no vieron todas las casas, solo unos cuantos y se retiraron. Y las cosechas -que por segundo año se arruinaron- ni siquiera las voltearon a ver.
El enojo se percibe en esta comunidad que se siente olvidada, luego de que la tormenta de cinco días se comiera el único camino para entrar o salir.
“Cuando ellos nos piden apoyo para el voto, nosotros le damos y ahora queremos que no se nos olvide, que vengan a ver cómo está la gente.
“No hubo censo, vinieron a unas cuantas casitas y hasta ahí nada más, casas que fueron afectadas no fueron censadas y ¿por qué otras comunidades sí las censaron? …esa es la conformidad de los otros también”, explica a MILENIO Clara Morales, quien se desempeña como comisaria de esta localidad.
Guillermina Flores, habitantes de esta colonia, no deja pasar la oportunidad para alzar la voz, lamenta que los que fueron a censar, no pasaron a ver su casa.
“Empeoradas porque no hay nada para que comamos, para que vayamos a traer porque la carretera se nos destrozó y no podemos bajar a comprar.
“Así que estamos sufriendo con lo que hallamos y vamos comiendo luego vinieron a censar; no nos censaron a todos, nada más se avisaron a unos cuantitos como dicen que no pasó nada pero deberían de ver quién lo necesita”, confía.
La petición expresa de esta comunidad está en alimentos no perecederos y artículos de higiene personal de manera particular papel de baño, pañales, toallas sanitarias y jabón.
Cien pesos por una constancia de damnificado
Por tan solo 100 pesos, en la colonia La Libertad, o lo que queda de ella, se puede adquirir una constancia que acredite haber vivido ahí o en cualquier otra en el ejido de La Sabana; Y por 3 mil, se consigue un certificado que acredite que era propietario de alguna de las viviendas que quedaron bajo el lodo.
Vecinos de la colonia La libertad, en Acapulco, denunciaron a MILENIO la existencia de ‘coyotes’, o gestores que, con un supuesto aval de la comisaría de la Sabana y de Protección Civil municipal, serían los encargados de decidir quienes son damnificados.
Roberto, vecino de La Libertad, teme que la denuncia le represente quedarse sin algún tipo de apoyo, no así, decide compartir a MILENIO la situación que padecen familiares y vecinos.
“Vinieron y no le hablaron a uno, nada más a unos cuantos. La persona que viene al frente, ahora sí que al que le cae bien. Y se supone que somos todos y todos estamos perjudicados arriba…
“Y si vamos a ser reubicados vamos a estar ubicados todos los que estamos acá arriba.. no sólo unos cuantos.
“¿Por qué va a ser posible que a unos los van a sacar y otros los van a dejar? …no es posible”, cuestiona Roberto.
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De manera particular señalan a un sujeto de nombre Allan Godínez, quien fuera político local, ligado al PRI, y quien se habría adjudicado la representación de los damnificados de la colonia, y quien estaría cobrando por la expedición de certificados que acrediten que sí son vecinos.
“Una es de radicación para comprobar que en efecto vivías en ese domicilio, en ese terreno, en esa ubicación, eso es en caso de que no tengas el papel de recibo de agua o teléfono o luz.
En un segundo nivel, “para que a las personas les cuenten como escrituras, pero firmadas por la comisaría. Él les está diciendo que deben tener ese papel para que puedan ser reubicados. En la comisaría en sí cuesta como $8000 y él lo está vendiendo en $3000 y son papeles que no están asentados en la comisaría y vemos que está mal”, denunció este vecino de La Libertad.
Además, según explica, está pidiendo a los vecinos que llevaran la copia de la CURP del recibo de agua y de la credencial para votar, cuando Protección Civil no ha concluido con los censos.
“¿Con qué finalidad supuestamente? Queremos entender qué les está pidiendo para sacar apoyo por otro lado, ya con los papeles, sino ¿Cómo se explica que está pidiendo sus papeles?”, Cuestiona.
Mientras que en los albergues habilitados, también se vio la administración de la Tragedia, según denuncia Paola Venegas, madre de dos niños, también damnificada de la colonia la Libertad.
“Las donaciones, las agarra él; y la ropa más vieja no las deja a nosotros y luego aparte él agarra y lo cuenta rápido y dice ‘ya agarraste un trapo, con ese’, y ya no agarraste más, luego yo debo de agarrar por mis niños y dejan al final lo feo, hasta los zapatos, ya están rotos, uno me tocó roto y le dije que me lo cambiara y no me lo quiso cambiar que uno debe de checarlo, pero ¿cómo lo vamos a checar si está contando el tiempo rápido para agarrar cosas?”, denuncia Paola.
En la Libertad, las necesidades se concentran en pañales, artículos de higiene personal, y ropa.